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La pandemia de Covid-19 ha tenido un importante impacto en la salud mental y uno de los colectivos que más se han visto afectados ha sido el de menores y adolescentes. Así se desprende, por ejemplo, de un reciente sondeo a casi 8.500 adolescentes y jóvenes de entre 13 y 29 años en nueve países y territorios de América Latina y el Caribe realizado por UNICEF. De esta forma, un 27% de los encuestados reportó sentir ansiedad y un 15% depresión en los últimos siete días. Según datos de UNICEF, precisamente en América Latina y el Caribe se estima que el 15% de los niños, niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años (alrededor de 16 millones) viven con un trastorno mental diagnosticado. Eso es más alto que el promedio mundial de alrededor del 13%.

La situación general en los países y sus localidades ha afectado el día a día de las personas jóvenes pues 46% reporta tener menos motivación para realizar actividades que normalmente disfrutaba y el 36% se siente menos motivado para realizar actividades habituales. Su percepción sobre el futuro también se ha visto negativamente afectada, particularmente en el caso de las mujeres jóvenes quienes han y están enfrentando dificultades particulares. Así, el 43% de las mujeres se siente pesimista frente al futuro frente a 31% de los hombres participantes.

Una situación que genera elevada preocupación y es un llamado a las autoridades de salud nacionales, es que el 73% ha sentido la necesidad de pedir ayuda en relación con su bienestar físico y mental. Pese a lo anterior, el 40% no pidió ayuda.

¿De qué manera ha afectado la pandemia a la salud mental?

“El confinamiento ha sido un factor muy importante que ha roto las relaciones sociales de los menores, incidiendo de forma muy directa en sus mecanismos forjadores de identidad, algo que ha tenido una especial incidencia sobre la población femenina”, apunta la Dra. Arantza Fernández Rivas, jefa de la Sección de Psiquiatría Infanto-juvenil del Hospital de Basurto, en Vizcaya, España.

La experta también señala que en el incremento de estas patologías de salud mental incidió de forma significativa la situación de ansiedad e incertidumbre generada por la pandemia de covid-19, así como las pérdidas sufridas y el sentimiento de culpabilidad, al señalarse a esta población como responsable de los contagios. “Esta situación que se está viviendo no es exclusiva de España, sino que en toda Europa y Estados Unidos se está produciendo un incremento similar de las hospitalizaciones por problemas de salud mental”, añade el Dr. Celso Arango López, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y el Adolescente del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

El Dr. Arango señala que en la última década se estaba observando un incremento sostenido de algunos de los problemas de salud mental en la población infantil y adolescente que muy posiblemente se vieron agravados tanto por el confinamiento como por la convivencia obligada con distintos miembros de la familia. “Ante la imposibilidad de modificar los ambientes externos, el menor se frustra y se inhibe su capacidad de relaciones sociales”.

Pilar Cutando, psicóloga infanto-juvenil de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME), que fue una de las responsables del teléfono de atención a la salud mental de los menores durante la pandemia, comenta también cómo la falta de metas y objetivos entre los adolescentes supuso un importante obstáculo para ellos. “Eso provoco una tendencia a su aislamiento. Y, aunque es cierto que también nos llegaron consultas de infantil y primaria, esas eran problemáticas diferentes, más relacionadas con cambios emocionales y rabietas”. Cutando señala que, una vez que el confinamiento pasó, siguió habiendo mucho miedo entre esa población y se mantuvieron muchos de sus problemas.

Indicios a los que estar atentos

¿Cómo saber si un niño o adolescente tiene un problema de salud mental? Estos son algunos de los indicios que pueden indicarnos que hay un problema:

  • Actitudes de aislamiento. Pasar excesivo tiempo en su cuarto, sin apenas relacionarse con familia y amigos. La pandemia les deteriorado las relaciones personales, lo que les ha llevado a acelerar su aislamiento y comunicarse a través de las tecnologías.
  • Cambios de humor drásticos y espontáneos. 
  • Apatía o falta de interés en actividades a las que anteriormente dedicaban más tiempo.
  • Alteraciones en el sueño. Dormir pocas horas durante el día o no tener un horario fijo para conciliar el sueño.
  • Dietas poco saludables, con un consumo excesivo de productos procesados o picoteo entre horas.
  • Bajo rendimiento académico.
  • Síntomas físicos como dolor de estómago, cabeza o náuseas.

Es necesario estar alerta a estos posibles indicios y promover hábitos y actitudes que favorezcan la salud mental de los jóvenes para asegurar su adecuado bienestar físico y emocional. También es importante entender que buscar ayuda de un profesional de la salud mental no debe ser considerado como algo negativo, sino necesario para cuando se produce cualquiera de estos problemas y evitar así que pueda degenerar.

 

Por Miguel Ramudo
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