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Si bien es cierto que el número de hospitalizaciones y de muertes por el COVID-19 ha disminuido en algunos lugares del mundo debido a las vacunas y a las nuevas píldoras antivirales contra el SARS-CoV2 que pueden ayudar a prevenir que las personas vulnerables se deterioren, la pandemia persiste. El COVID es la tercera causa de muerte en los Estados Unidos, la variante BA.2 es más contagiosa, y esta infección sigue representando una amenaza, especialmente para la comunidad hispana. Eventualmente podremos regresar a una vida cotidiana “normal” sin tener que pensar en tomar precauciones. Pero por ahora no podemos bajar la guardia por completo. Es importante que te mantengas informado. Es diferente una decisión política que una decisión personal sobre tu salud.

Una pandemia es una enfermedad infecciosa que se propaga en un área geográfica extensa y que puede afectar al mundo entero, como la infección por el COVID-19. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el 27 de abril del 2022, 511,167,530 se habían infectado y 6,250,503 habían fallecido por este virus a nivel mundial, y sólo en Estados Unidos 82,799,242 se habían infectado y 1,019,071 habían fallecido. 

Actualmente la cuenta del número de infecciones no es correcta, es una subestimación. Esto se debe a varias razones. Por ejemplo:

  • Aunque en los Estados Unidos es obligatorio reportar los resultados de laboratorio positivos de los hospitales, clínicas u oficinas de los proveedores de salud y estos resultados se envían a los departamentos de salud que se siguen por los CDC, no todas las personas con COVID se hacen estos estudios.
  • La evaluación de las aguas residuales puede ayudar a los funcionarios públicos a entender la presencia y la tendencia de la infección por COVID en las diferentes comunidades (ya que las personas con el virus pueden excretar el RNA del virus en las heces antes de tener síntomas), la cual se puede detectar con estudios moleculares. Pero desafortunadamente, actualmente no se hace en todas las comunidades.
  • Muchas personas se hacen los exámenes de COVID en casa y estos no se reportan. Otras, tienen síntomas y no se hacen pruebas y otros, tienen casos asintomáticos.

Así que no hay forma de saber con exactitud cuántas personas se infectan. El reporte de los casos tampoco es preciso en muchos otros países.

En cuestión de las vacunas, aunque sabemos que son muy efectivas en reducir el riesgo de desarrollar una enfermedad severa, hospitalización y muerte, en los Estados Unidos:

  • 68.4 % de los adultos mayores de 65 años han recibido una dosis
  • 90.1 % de los adultos mayores de 65 años han recibido dos dosis
  • 47.4% de los adolescentes mayores de los 12 años han recibido una dosis
  • 74.5% de los adolescentes mayores de los 12 años han recibido dos dosis
  • 70.3% de los niños mayores de 5 años han recibido dos dosis

Menos personas han recibido los refuerzos recomendados. Y estos porcentajes son menores entre los hispanos.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) basado en estudios realizados, los adultos que no se han vacunado contra el COVID:

  • Tienen 5 veces el riesgo de infectarse comparado con los que se han puesto las dos vacunas y el refuerzo.
  • Tienen 97 veces más probabilidades de morir de COVID que las personas que completaron sus dos vacunas y recibieron sus refuerzos.

En realidad, las personas están experimentando la pandemia de muchas formas diferentes, según su trabajo, salud, nivel socioeconómico, vivienda y acceso a la atención médica.

Para las personas que gozan de buena salud y tienen vivienda segura, acceso a atención médica de calidad y tiempo libre remunerado en el trabajo, la pandemia se ha vuelto, en cierta forma, más fácil de manejar en su tercer año.

Pero para millones de personas, incluyendo a muchos hispanos, la pandemia sigue siendo una amenaza constante en sus vidas y medios de subsistencia. Con frecuencia están inmunocomprometidos, o si tienen mayor riesgo de enfermarse gravemente (si tienen diabetes, obesidad, etc.), no pueden tomarse tiempo libre remunerado o trabajar desde su casa, y luchan para llegar a fin de mes. Y si bien las vacunas son gratuitas y accesibles, otras herramientas, como las pruebas rápidas, las máscaras N95 y los antivirales, pueden estar fuera de su alcance debido al costo o la accesibilidad.

A estos factores se suma la incertidumbre de la posibilidad de nuevas variantes. Por ejemplo, la Ómicron es más contagioso que la Delta. Y la variante BA.2 es aún más contagiosa. Ahora en Nueva York se están estudiando dos subvariantes nuevas más contagiosas del Omicron, la BA2.12 y la BA.2.12.1. Estas se han convertido en las formas dominantes en una parte del estado y podrían difundirse por el resto del país.

En mi próxima columna discutiré algunos factores que exponen o contribuyen a que los hispanos sean más vulnerables al COVID-19; de encuestas acerca de lo que los estadounidenses piensan acerca del uso de mascarillas en los transportes públicos; de la reacción de la mayoría de los expertos en salud pública a la decisión de un juez de anular ese mandato; y de qué dicen los epidemiólogos acerca del futuro del COVID-19.

 

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Imagen: ©Shutterstock / Studio Romantic

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