¿Cómo puedes saber si tu bebé ve bien?

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Los ojos de tu bebé son examinados al nacer, pero es una buena idea que a medida que crece incluyas en la lista de cuidados de tu bebé una visita al oftalmólogo o le pidas a tu pediatra que se los examine en cada visita, si es que no lo hace por iniciativa propia. La detección temprana de problemas de la vista es la clave para poder remediarlos a tiempo.

Cuando va a nacer tu bebé, lo que más deseas es que esté sano(a). Cuando nace, el pediatra de inmediato examina todo su cuerpo para verificar que todo esté bien.  Los ojos no son la excepción. El pediatra examinará los ojos para chequear que no haya infecciones y que no tenga daños en las estructuras de los ojos como malformación en los párpados, cataratas, glaucoma, uno o ambos conducto(s) lagrimal(es) obstruido(s) y otras anormalidades que pueden variar en su gravedad. Si todo está en orden, de todas formas, vale la pena que estés pendiente de los ojos de tu bebé.

La Academia Americana de Optometría (AOA por sus siglas en inglés), recomienda que se examinen los ojos de los bebés nuevamente a los seis meses de edad. Tu pediatra revisará los ojitos de tu bebé en cada visita y él o ella te indicará con precisión cuándo debes hacer una cita con el optómetra u oftalmólogo, dependiendo del caso. Es probable que si detecta alguna anormalidad antes de los seis meses, te refiera al especialista.

Durante el examen de los ojos, el especialista evaluará la historia médica del bebé, su visión, los músculos de los ojos y la estructura ocular. De seguro observará cómo enfoca tu bebé, y si usa los dos ojos al mismo tiempo, como un equipo. Además, evaluará si los ojos de tu bebé reaccionan a la luz dirigida directamente al ojo; si sus ojos siguen a una cara o juguete en movimiento. También revisará que no haya condiciones congénitas en los ojos como cataratas y determinará si tiene problemas  como: miopía (visión borrosa de objetos lejanos), hipermetropía (visión borrosa de objetos cercanos) o astigmatismo (visión general desenfocada). Para esto, dilatará temporalmente la pupila con unas gotas diseñadas para ese propósito. De esa manera, podrá evaluar a fondo el ojo en detalle.

Es muy común que los recién nacidos tengan un ojo que les llora, y esto puede deberse a un conducto lacrimal obstruido. Con el paso de los meses, puede mejorar por si sólo, pero si no mejora, es necesario que consultes con el especialista para solucionar este problema mediante una pequeña cirugía. El hacer masajes suaves entre el extremo del ojo y la nariz muchas veces ayuda a que el conducto del lacrimal se destape.

Tu papel, como mamá o papá, es indispensable en la detección de problemas en los ojos de tu bebé. Si hay algo que te no parece normal, si observas una coloración extraña en su pupila o movimientos inusuales o erráticos en sus ojos, informarle a tu médico. ¡Más vale prevenir!

Imágen © iStockphoto.com / Ana Blazic

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