Después de haberte presentado la importancia de encontrar puntos de negociación para hacer la transición de la rutina de vacaciones a la rutina escolar de manera positiva en nuestro artículo anterior, seguimos adelante. En esta ocasión, continuamos nuestra conversación con el Psicólogo clínico Nicolás Navarro, explorando las claves fundamentales para establecer un comienzo exitoso en las primeras semanas del año escolar.
¿Cómo enfrentamos la vuelta a la escuela?
No sólo el primer día, debemos monitorizar cómo van las cosas en la escuela y acompañarles en su proceso de adaptación. Preguntarle directamente, no solo de forma genérica, sobre sus propias experiencias y situaciones:
Esto les ayuda a irse lentamente habituando, porque pueden ir pensando sobre lo que les va sucediendo y así gestionan todo el estrés que puedan sentir. Además, no se sentirán solos, sino que lo comparten con alguien significativo. Eso sí, la rutina de vacaciones no se irá de un día para otro, ahora ocupará sus momentos de ocio.
¿Cómo es esa transición?
Obviamente, ya no será quizá desvelarse hasta las 4 de la mañana jugando, pero sí es necesario que mantenga los momentos de relajo y ocio: lo que hacía en vacaciones es parte constitutiva de su espacio relacional. Debe ir aprendiendo a modificar sus acciones de acuerdo al contexto. Esto desarrolla el sentido de autosuficiencia.
Pero si no es capaz de adaptar sus espacios, claramente conlleva a la necesidad inevitable de poner límites como padres. Los padres son las figuras que deben ayudarles a que entiendan que ciertas acciones ya no las pueden seguir haciendo como antes, porque hay consecuencias que no necesariamente afectan a los padres, sino a los mismos estudiantes. No solo en lo académico, también en su propio desarrollo físico.
Claro, mucho se habla de la ‘epidemia’ de niños somnolientos en las salas de clase
Efectivamente, cada padre y familia tiene sus propios desafíos, lograr ir gestionando las conductas y rutinas en el hogar es complejo. Pero es necesario involucrarse lo máximo posible en adquirir la rutina en tiempos escolares. Es importante ir desestructurando rutinas y construir nuevas juntos con los hijos. Si los papas dicen que a las 11 pm todos acostados, no necesariamente va a significar que a esa hora esté durmiendo, quizá estará mirando el techo sin sueño. Pero, lentamente, si se hace rutina, su cuerpo le dirá ‘ya no puedo seguir desvelándome, todos los días me despierto a primera hora, ya no me sale a cuenta seguir despierto’. En fondo es ir construyendo el hábito.
Las reuniones de apoderados o tutores escolares, por ejemplo, así como los espacios de orientación son muy buenas instancias para detectar que el estudiante no está rindiendo o no se ven los efectos de los hábitos que creo que se están construyendo.
Los jóvenes sentirán muchas emociones estas primeras semanas de clases, ¿cómo gestionarlas?
Si las rutinas se han mantenido andando, lentamente el estudiante irá entendiendo que las vacaciones pasaron y ahora es momento de disfrutar de la escuela. Ayudarles en el camino, por parte de los padres, y validar que sus sentimientos son normales es muy importante, especialmente al inicio, pero luego del invierno puede que vuelvan a aparecer. Tienes que estar allí para apoyar, decirle que está bien lo que siente.
Invitar a sus amigos a casa para fomentar actividades sociales y que vea que las rutinas de ocio, propias del verano, también tienen cabida en la época escolar. Eso sí, siempre atento a cambios: si antes le gustaba mucho algo y de un día para otro ya no le gusta o no quiere hablar de ello, no estamos frente a algo normal; quizá habría que hablar sobre lo que sucede en la escuela.
¿Cuánto debe durar todo el proceso de readaptación?
Para los más pequeños el proceso tarda más, ya que están separándose de sus figuras de referencia y salen de su mundo conocido y seguro. Pero, en general, es lo que se alinea con la escuela. Es decir, 2 o 3 semanas para que ya puedan autoexigirse y estar de nuevo en su nivel normal.
El periodo de adaptación tiene sus altos y bajos, no dejemos de recordar que estuvieron construyendo una identidad por alrededor de dos meses. Algunos días serán fáciles y otros no tan buenos; lo importante es estar con ellos en esos momentos para acompañar.
Por Carlos Diego Ibáñez
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