Para mantenerte saludable, necesitas que tu cuerpo esté listo para combatir a los virus, a las bacterias o a otros microorganismos. En caso necesario, también debe estar lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a alguna enfermedad. Para eso cuentas con un buen aliado: el ejercicio diario.
La función de tu sistema inmunológico es defender al cuerpo de las infecciones y para eso necesita estar fuerte. ¿Quieres saber cómo puedes echarle una mano a tu “protector personal”? Si realizas un poco de ejercicio se mantendrá en buena forma ¡y listo para dar la batalla!
Si sales a dar una caminata, vas un rato a montar en bicicleta o asistes a una clase de aeróbicos, no sólo se mueve tu cuerpo, sino que estás poniendo en marcha una serie de mecanismos que actúan en tu defensa. No se sabe exactamente cómo el ejercicio incrementa tus defensas ante ciertas enfermedades, pero los expertos mencionan varias posibilidades:
Cuidado con los excesos….
La moderación es la clave de muchas cosas, y el ejercicio no es la excepción. Si te excedes en la cantidad de ejercicio que realizas de manera prolongada, agotando al organismo en cada sesión, en lugar de estimular tus defensas puedes lograr el efecto contrario. Las sesiones demasiado largas e intensas en el gimnasio (de 90 minutos o más), o correr o trotar distancias largas puede reducir los niveles de glóbulos blancos en la sangre y estimular la secreción de hormonas relacionadas con el estrés, dejando a tu organismo más debilitado y vulnerable.
Lo ideal es el término medio
Para obtener el mayor beneficio del ejercicio, lo ideal es tener una rutina establecida y continua de ejercicio moderado. ¿Quieres algunos ejemplos? Veamos:
Si no tienes ningún impedimento de salud, ponte la meta de realizar por lo menos 3 horas de ejercicio aeróbico a la semana, en combinación con ejercicios de resistencia o fuerza (2 veces a la semana como mínimo).
¿Y si no te sientes bien?
Cierto que un paseo puede hacerte sentir mejor cuando estás tenso y sin energía, pero ¿te conviene ejercitarte cuando no te sientes bien? Siempre que los síntomas sean ligeros y “del cuello hacia arriba” (como la nariz tapada o un dolor de garganta ligero), el ejercicio moderado (como una caminata) podría hacerte sentir mejor. Pero si te duele el cuerpo, tienes fiebre o mucho cansancio, entonces es mejor que descanses. Así el cuerpo invierte toda su energía en recuperarse.
Tienes en tus manos la capacidad de ayudar a tu sistema de defensas a funcionar de manera más rápida y efectiva manteniendo una rutina de ejercicios con la mayor frecuencia que tu estilo de vida te permita. Y para que funcione mejor todavía, combínala con una dieta saludable, descanso adecuado y dile adiós a cualquier sustancia que pueda perjudicar al organismo como el tabaco y el exceso de alcohol.
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