¿Sabes cuál es este enemigo que, como un ninja japonés, ataca por la espalda y sin avisar? Es la hipertensión, que afecta a 1 de cada 3 adultos, pero muchos, ni lo saben. Aprovecha esta oportunidad para conocer más sobre ella, los daños que causa y con ese conocimiento, proteger tu salud.
¿Recuerdas cuándo fue la última vez que te tomaste la presión? Si fue recientemente y la tienes dentro de límites normales (menos de 120 con 80), ¡qué bien! Pero si no tienes ni idea, sería importante que te la midas para que descartes que no sufras de hipertensión (o presión alta). Ya que si no haces nada al respecto, podrías enterarte cuando ya haya causado estragos en tu organismo.
A la hipertensión la llaman “el asesino silencioso”. ¿Sabes por qué? Porque la mayoría de las veces no da síntomas (aunque algunas personas que tienen la presión muy alta pueden tener dolores de cabeza, mareos o zumbidos en uno o ambos oídos). De hecho, alrededor del 20 por ciento de las personas que padecen de hipertensión ni siquiera lo saben ya que nunca se han chequeado la presión, en parte debido a la ausencia de síntomas.
Sin embargo, la ignorancia no los libra del peligro o las consecuencias. Una presión alta descontrolada afecta al cerebro y a todas las arterias del cuerpo y es una de las causas principales de los ataques al corazón. Puede provoca, además, accidentes cerebrovasculares (o apoplejías) con sus graves consecuencias, además de el riesgo de causar problemas en la visión y tener el potencial de afectar los riñones seriamente (algunas personas tienen fallas o insuficiencia renal).
A pesar de eso, una gran mayoría de los hipertensos (un 80 por ciento) no toman en serio las consecuencias: no reciben el tratamiento adecuado o lo abandonan por no los efectos secundarios, mientras que otros no pueden o no quieren cambiar los malos hábitos que empeoran su condición, como una dieta que no es saludable, el sobrepeso o el sedentarismo.
No te quedes cruzado de brazos. Lo primero que debes hacer es visitar a tu médico para someterte a un chequeo. Si la lectura de tu presión resulta elevada (de 140/90 o superior) tu doctor o doctora te pedirá que vuelvas al consultorio para corroborar si efectivamente tienes la presión alta y para realizar otros exámenes para determinar si ha afectado a algún órgano (corazón, ojos o riñones). También tratará de determinar la causa de tu hipertensión (si es posible) y para indicarte el tratamiento más apropiado. Este podría incluir: diurético y/o medicamentos para bajar la presión, ajustes a tu alimentación (que incluirán reducción en la cantidad de sal) y al estilo de vida (si no haces ejercicio), así como un monitoreo frecuente de tu presión arterial.
Para que el tratamiento funcione, el tipo de medicamento y la dosis deben ser los apropiados. Pero el médico no puede hacer todo el trabajo solo: como paciente debes poner de tu parte y cooperar. Además de tomar tus medicamentos como te lo indique el médico, hay cuatro factores que sí puedes modificar tanto para controlar la hipertensión como para prevenirla si no la tienes. Y estos son:
1. Reducir el sobrepeso (si lo tienes). Consulta con el médico acerca de cuál es un peso saludable para que sepas cuantas libras o kilos necesitas perder con una alimentación adecuada y en una forma realista.
2. Evitar el exceso de alcohol.
3. Hacer ejercicio. Proponte realizar alguna actividad física por lo menos 30 minutos unas 3 veces a la semana.
4. Reducir el consumo de sodio/sal. Las personas con hipertensión no deben consumir más de 1,500 miligramos al día (aproximadamente una media cucharadita de sal). Para lograrlo:
No te descuides, con la salud no se juega. Si te lo propones, muchas veces puedes evitar la presión alta, y definitivamente controlar tu hipertensión con el tratamiento, la dieta y el nivel de ejercicio adecuados. Al hacerlo podrás vivir más tiempo y mucho más saludable.
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