Aunque en América Latina desde hace siglos los insectos son una parte clave de la dieta, en los últimos tiempos se ha generado un resurgimiento e interés en agregar estos animales a la cocina contemporánea; especialmente por la inseguridad alimentaria mundial. Últimamente se han podido conocer los beneficios medioambientales y nutricionales de incluirlos en nuestra dieta. En este artículo, exploraremos los pros y contras de comer insectos, y por qué, teniendo en cuenta nuestra tradición culinaria, quizá hay que darles una oportunidad. Igual como lo hizo ‘Timón y Pumba’ en el ‘Rey León’.
Está en nuestras raíces
La entomofagia, o comer insectos, está íntimamente relacionada con la gastronomía típica de muchos países latinoamericanos. Estos parientes muy cercanos de los crustáceos -como el cangrejo y langosta- son pieza clave de la cultura local. Por ejemplo:
La ONU ha considerado muy importante el papel del consumo de insectos como parte de la historia gastronómica de la región no solo latina, sino también de países Africanos y del Sudeste Asiático, lugares donde se consumen otros invertebrados como los gusanos, arañas y escorpiones, con un alto valor nutritivo también. Se enumeran sobre las 1500 especies distintas de invertebrados comestibles que pueden aportar un sabor único a sus platillos.
¿Mejor que la carne?
“Los valores de contenido de proteínas siguen el mismo patrón [que otros nutrientes], donde insectos contienen entre 10 y 36 g de proteína por cada 100 g de productos comparados con 17 a 21 g en la carne”, señala la Dra. Charlotte Payne del Departamento de Salud Poblacional de la Universidad de Oxford.
Además de poseer alta cantidad de micronutrientes (vitaminas y minerales) como:
“Aunque aún no hay evidencia que los insectos puedan reemplazar a las carnes, si es interesante como pueden apoyar a mejorar deficiencias en donde la inseguridad alimenticia es alta”, agrega la Dra. Payne.
Desde la vereda de los contras, la presencia de algunos alergenos que se encuentran en algunos crustáceos pueden ser un aspecto a tener en consideración: cuidado al probar insectos.
En relación a la sostenibilidad medioambiental, criar insectos para el consumo humano en relación al ganado tiende a ser mucho mayor:
¿Te convence?
Claramente el mercado alimenticio de los insectos, salvo por cuestiones culturales, está lejos de lo que es el ganadero convencional. Comer insectos, incluso para muchos latinos, es una idea desagradable, aunque para muchos su aspecto y textura lo consideran un gusto adquirido. Es importante recordar que, en la búsqueda de alternativas para alimentar a una población en crecimiento, los insectos están jugando un papel importante.
Eso sí, no puede ser cualquier insecto, ya que al igual que en otros animales, es necesario pasar por muchos procesos de bioseguridad antes de que sea aprobado para el consumo humano. Y Y tú… ¿los probarías?
Por Carlos Diego Ibáñez
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