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  • Comer insectos en América Latina es más común de lo que parece. Incluir insectos en la dieta es una tradición antigua, por ejemplo, los chapulines en México o las hormigas en el Amazonas. Esta tradición debería ser nuestra puerta de entrada a explorar el consumo de insectos ahora que cada vez se requieren más alternativas nutritivas.
  • Comer insectos, como lo hacen desde hace siglos en Latinoamérica, ofrece ventajas nutricionales. Principalmente, porque son una fuente rica en proteínas, vitaminas y minerales. Eso, sin contar que la cría de insectos es una opción sostenible en relación al impacto medioambiental que tiene, por ejemplo, la ganadería convencional.
  • A pesar de los beneficios y similitudes que tiene el consumo de insectos con la ganadería convencional, la aceptación de los primeros aún se enfrenta a muchos desafíos culturales y preocupaciones en relación a su seguridad. La educación, regulación y conciencia sobre los elementos clave permitirán lentamente que nos acerquemos a sus exóticos sabores.

Aunque en América Latina desde hace siglos los insectos son una parte clave de la dieta, en los últimos tiempos se ha generado un resurgimiento e interés en agregar estos animales a la cocina contemporánea; especialmente por la inseguridad alimentaria mundial. Últimamente se han podido conocer los beneficios medioambientales y nutricionales de incluirlos en nuestra dieta. En este artículo, exploraremos los pros y contras de comer insectos, y por qué, teniendo en cuenta nuestra tradición culinaria, quizá hay que darles una oportunidad. Igual como lo hizo ‘Timón y Pumba’ en el ‘Rey León’.

Está en nuestras raíces

La entomofagia, o comer insectos, está íntimamente relacionada con la gastronomía típica de muchos países latinoamericanos. Estos parientes muy cercanos de los crustáceos -como el cangrejo y langosta- son pieza clave de la cultura local. Por ejemplo:

  • En México, los chapulines, que son criados especialmente para ser comidos, engloban a decenas de saltamontes y grillos. El nombre ‘chapulín’ deriva directamente de como se les llamaba en náhuatl. Este país, junto con China, es el que tiene la mayor diversidad de insectos comestibles. 
  • En todo el Amazonas, son un manjar culinario diversos tipos de hormigas, sus larvas y algunos escarabajos. Un chef brasileño dueño de un restaurant con dos estrellas Michelin, siempre ha intentado tener en su menú de pasos algunos insectos de esta región.
  • En Centroamérica se consumen diversos insectos, especialmente hormigas y el estado larvario de algunos escarabajos voladores. En Guatemala es común comer en la época lluviosa las hormigas llamadas Zompopos de mayo, también se incluso popularizó el gusano de la harina, que es el estado larvario de un escarabajo.

La ONU ha considerado muy importante el papel del consumo de insectos como parte de la historia gastronómica de la región no solo latina, sino también de países Africanos y del Sudeste Asiático, lugares donde se consumen otros invertebrados como los gusanos, arañas y escorpiones, con un alto valor nutritivo también. Se enumeran sobre las 1500 especies distintas de invertebrados comestibles que pueden aportar un sabor único a sus platillos.

¿Mejor que la carne?

Los valores de contenido de proteínas siguen el mismo patrón [que otros nutrientes], donde insectos contienen entre 10 y 36 g de proteína por cada 100 g de productos comparados con 17 a 21 g en la carne”, señala la Dra. Charlotte Payne del Departamento de Salud Poblacional de la Universidad de Oxford. 

Además de poseer alta cantidad de micronutrientes (vitaminas y minerales) como:

Aunque aún no hay evidencia que los insectos puedan reemplazar a las carnes, si es interesante como pueden apoyar a mejorar deficiencias en donde la inseguridad alimenticia es alta”, agrega la Dra. Payne. 

Desde la vereda de los contras, la presencia de algunos alergenos que se encuentran en algunos crustáceos pueden ser un aspecto a tener en consideración: cuidado al probar insectos.

En relación a la sostenibilidad medioambiental, criar insectos para el consumo humano en relación al ganado tiende a ser mucho mayor:

  • De acuerdo a la FAO, el 70% de toda la tierra usada en la agricultura se usa para la crianza de animales para consumo humano. Con los insectos se requiere mucho menos espacio, incluso son obtenidos de la naturaleza directamente.
  • En relación a el alimento, en promedio se requiere 6 veces el peso de comida en relación a lo que se obtiene de carne; en los insectos es casi lo mismo que pesan. 
  • Solo el 45% de una vaca, cerdo o pollo se utiliza para el consumo humano, en el caso de los chapulines, por ejemplo, el 80% es comestible. Además, que el riesgo de propagar enfermedades a los humanos se cree que es muy bajo.
  • La producción de gases de efecto invernadero es 1050 veces menor en la producción de insectos que de ganado. 

¿Te convence?

Claramente el mercado alimenticio de los insectos, salvo por cuestiones culturales, está lejos de lo que es el ganadero convencional. Comer insectos, incluso para muchos latinos, es una idea desagradable, aunque para muchos su aspecto y textura lo consideran un gusto adquirido. Es importante recordar que, en la búsqueda de alternativas para alimentar a una población en crecimiento, los insectos están jugando un papel importante.

Eso sí, no puede ser cualquier insecto, ya que al igual que en otros animales, es necesario pasar por muchos procesos de bioseguridad antes de que sea aprobado para el consumo humano. Y Y tú… ¿los probarías?

 

Por Carlos Diego Ibáñez
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Imagen: ©Shutterstock / Faiz Dila

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