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El sarro, ese monstruo amarillo con el que nos asustaban cuando de niños no queríamos lavarnos los dientes, no era una fantasía infantil… ¡realmente existe! Y si dejas que se acumule entre tus dientes y encías, puede ser muy malo para tu salud oral. En Vida y Salud te decimos cómo evitarlo.

Cuando no te limpias los dientes bien y frecuentemente, la placa bacteriana que se forma de los residuos de comida que quedan dentro de tu boca, se va endureciendo poco a poco hasta convertirse en sarro. ¿Qué es eso? Es una capa amarillenta y dura que se acumula especialmente entre tus dientes o en el borde con tus encías, justo donde el cepillo de dientes no alcanza a llegar.

No creas que la placa tarda mucho en convertirse en sarro… eso puede suceder de un día para otro, en aproximadamente 26 horas. Por eso es tan importante el cuidado y la higiene oral, pues nadie está exento de opacar su sonrisa por culpa del sarro, aunque muchos no lo quieran aceptar y crean que es un problema de otros. ¿Estás seguro que no tienes sarro? Vuelve a mirarte en el espejo, puede ser todavía muy leve y aunque tu no lo veas, ahí está. Según una investigación de Procter & Gamble, en el 2006 más del 60% de los hispanos dijo tener sarro.

El problema del sarro no es sólo estético o que puede causarte mal aliento. Si dejas que el sarro se quede en tus dientes y se acumule, las consecuencias pueden ser graves. Las bacterias contenidas en la placa y el sarro sueltan un ácido que debilita el esmalte de tus dientes y causan caries (picaduras). Mientras más tiempo dejes el sarro, más se debilitarán tus dientes. Y cuando el sarro se acumula debajo de tus encías, es aún peor pues las puede irritar y hacer sangrar, un problema que a largo plazo puede causarte enfermedades de las encías como gingivitis o incluso la temible periodontitis.

Además, cuanto más sarro hayas dejado que se acumule, más difícil será limpiarlo. ¿Cómo puedes librar a tus dientes del sarro? En realidad no hay que hacer un gran esfuerzo para evitar que tus dientes se cubran de sarro. Lo más importante es que cumplas todos los pasos básicos para mantener la higiene oral:

  • Cepillarte los dientes después de cada comida (mínimo tres veces al día)
  • Usar la seda o hilo dental a diario para remover la placa que se esconde donde el cepillo no llega, entre los dientes y en el borde con las encías
  • Usar pasta de dientes con flúor que ayuda a evitar que la placa se endurezca hasta convertirse en sarro
  • Comer menos dulces, el alimento preferido de las bacterias de la boca
  • Visitar a tu dentista una o dos veces al año para que te haga una limpieza profunda, la mejor forma de eliminar el sarro acumulado antes que se calcifique y se convierta en cálculos, unas pequeñas piedras que se ocultan bajo tus encías y que las lastiman.

No dejes que el sarro convierta en realidad tu pesadilla infantil. Evitarlo es muy fácil y si dejas que se acumule puede afectar seriamente tu sonrisa y tu felicidad.

 
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Imagen © iStock / Antonio Guillem

 

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