El mayor temor de las personas con diabetes es que puedan perder un dedo del pie, o incluso todo el pie. Aunque esta complicación de la diabetes es un riesgo real… ¡tranquilízate! No tiene porqué sucederte a ti si sabes cómo cuidar tus pies.
¿Por qué están en riesgo tus pies cuando eres diabético? La falta de control de azúcar en la sangre durante varios años y específicamente los niveles elevados del azúcar en tu sangre puede dañar los nervios (neuropatía diabética) de tus pies haciendo que pierdas la sensibilidad, y también puede afectar tus vasos sanguíneos causándote mala circulación.
Por lo tanto, si algún día te golpeas o te haces una herida o te sale una úlcera en un pie, es muy probable que no lo sientas y ni te des cuenta, y además que la herida no se pueda curar fácilmente por la mala circulación de la sangre. Y cuando no puedes sanar una herida rápidamente, ésta se puede infectar seriamente y hasta puede provocar gangrena. A largo plazo, puedes acabar perdiendo un dedo, tu pie o una pierna entera.
¿Ves por qué es tan importante cuidarte los pies? En Vida y Salud te damos estos consejos:
Aunque estés en tu casa y te digan que el suelo está impecable, siempre protege tus pies con calcetines (medias) y zapatos. Ni siquiera cuando estés en la playa o en el mar, donde no sabes qué podrías pisar. Mejor ponte zapatillas de buceo.
Para evitar que alguna herida, golpe, raspadura o ampolla que no hayas notado, se te infecte. Y no dejes la planta del pie descuidada, usa un espejo si no la puedes ver fácilmente.
Lava tus pies a diario en agua tibia y con jabón suave. Sécalos con suavidad, sin rozar la piel fuertemente. Asegúrate especialmente de que la parte entre los dedos esté bien seca.
En las partes extremadamente secas como los talones, ponte una crema humectante para suavizar la piel. Pero evita que caiga crema entre los dedos.
Corta tus uñas después de ducharte (de bañarte), cuando están suaves. Córtalas con la forma del dedo y ten cuidado de no cortarte la piel o lastimarte con el cortaúñas. Y jamás te cortes los callos solo, pide ayuda de un especialista, tu médico o un podiatra.
Por más que te gusten esos zapatos nuevos, no te los pongas si te tallan o raspan. Hasta las ampollas más pequeñas pueden infectarse y complicarse. Por eso también debes tener cuidado con los zapatos que dejan al descubierto tus dedos y tus talones, con los tacones altos con puntas cerradas, o con incluso cualquier zapato que tenga costuras internas que te puedan lastimar los pies.
Trata de que no sean apretados y de que no tengan costuras incómodas. Y desde luego, cámbiatelas a diario.
Hazlo frecuentemente y siempre pídele que te revise los pies. Y si encuentras alguna herida, ¡no esperes! Llámalo de inmediato para que te ayude a controlar cualquier infección y a sanarla rápidamente. Cualquier espera puede ser peligrosa.
Tan pronto estos cuidados hagan parte de tu rutina diaria, después ni notarás el tiempo que les dedicas. Tus pies te lo agradecerán.
Imagen © iStock / chingyunsong
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