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Una investigación reciente ha detectado que medicamentos que se toman frecuentemente por vía oral (tomados) para prevenir o retrasar el desarrollo de la osteoporosis, podrían provocar problemas en los ojos que, si avanzan y no son tratados de manera adecuada, hasta pueden resultar en la pérdida de la visión. Sigue leyendo y descubre más detalles sobre este hallazgo.

Como siempre decimos, hay que tener mucho cuidado con todo lo que tomamos. Tratando de curar una condición, se puede afectar a otro órgano.  Así lo demuestra, por ejemplo, un nuevo estudio publicado en la edición del 2 de abril del medio CMAJ, según el cual algunos medicamentos que se usan para prevenir o retrasar el desarrollo de la osteoporosis podrían dañar la visión.

Además de causar el efecto que buscan los médicos cuando las recetan, la mayoría de los medicamentos tienen otros efectos no deseados en el cuerpo, sólo que algunos de estos efectos son más evidentes que  otros. En este caso, un grupo de científicos del Instituto de Investigación Infantil y Familiar y del Departamento de Medicina de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, decidieron analizar los efectos que pueden generar los bifosfonatos orales (como Fosamax y Actonel), que suelen ser las medicinas más recetadas para el tratamiento de la osteoporosis, una enfermedad de los huesos que se da principalmente en las mujeres luego de la menopausia, aunque también pueden sufrirla los hombres.

Para ello compararon a casi 11 mil personas que comenzaron a usar bifosfonatos orales en su tratamiento con más de 920 mil personas que no los usaban y encontraron que estas drogas, en el grupo que las usó por primera vez, podrían provocar un mayor riesgo de desarrollar enfermedades oculares inflamatorias graves, como la uveítis anterior y la escleritis, que pueden provocar discapacidad por pérdida de la visión.

Paralelamente, estudios anteriores ya habían relacionado a los bifosfonatos con otros efectos negativos, como fracturas inusuales, latidos cardiacos irregulares y cáncer del esófago y del colon, aunque ninguna de estas complicaciones son frecuentes.

La escleritis es una inflamación o hinchazón en la parte blanca del ojo, que se conoce técnicamente con el nombre de esclerótica. Más de la mitad de los casos de escleritis se relaciona con otra condición que afecta al cuerpo, como la artritis reumatoide, o el lupus eritematoso sistémico.

Los síntomas principales de esta condición, que suele aparecer entre los 30 y los 60 años de edad son: dolor y enrojecimiento en la parte blanca del ojo, que a veces se expande a otras zonas cercanas de la cabeza y la cara; sensibilidad a la luz; lagrimeo; visión borrosa con dolor y, en casos avanzados y si no se trata la enfermedad, la persona puede hasta perder la visión.

La uveítis, por su parte, se produce cuando la inflamación ocurre en la úvea, la capa media del ojo y que es la que proporciona en su mayor parte, el flujo de sangre a la retina.

Al igual que en la escleritis, la uveítis suele estar relacionada con otras enfermedades como la artritis reumatoidea y otros problemas del sistema de defensa del cuerpo.

En este caso, puede presentarse súbitamente, bien sea con un enrojecimiento y dolor en los ojos o con visión borrosa sin dolor. Otros síntomas pueden ser sensibilidad a la luz, disminución de la visión y manchas flotantes (también conocidas como moscas volantes). También puede haber una área blanca en la parte inferior del iris, que es la zona de color del ojo.

Si estás bajo tratamiento para la osteoporosis y tomas algunos de los medicamentos mencionados (Fosamax o Actonel) no te descuides si notas algunos de los síntomas que nombramos antes. No pierdas tiempo y acude al oftalmólogo (el médico que se especializa en atender los problemas de visión), para que pueda asesorarte y, si es necesario, indicarte el tratamiento adecuado para evitar complicaciones y para que puedas seguir disfrutando de una vista sana.

Imágen © iStockphoto.com / DElight

 

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