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Todas las madres y padres hemos tenido que lidiar con los berrinches o rabietas de nuestros hijos, especialmente cuando rondan los 2-3 años. La pediatra Isabel Hostal y el psiquiatra infanto-juvenil Josep Cornellà, portavoces de la Asociación Española de Pediatría (AEP), señalan que estos enfados “son parte de la conducta normal de los pequeños a esas edades. Son momentos de obstinación: quieren mantener su opinión –incluso de forma violenta– contra la voluntad de los demás. Además, es la edad de desobediencia. Las rabietas son un reto para los padres y, a la vez, una manifestación de que el niño se está desarrollando”.

¿Cómo nacen los berrinches en los niños? Pueden aparecer por:

  • Afán de posesión
  • Egocentrismo
  • Necesidad de centrar la atención de los demás
  • Ambición de poder
  • Afán de independencia
  • Por el despertar de la voluntad

¿Qué hacer ante una rabieta?

Los doctores Hostal y Cornellà recomiendan, en primer lugar, una actitud tranquila e indiferente por parte de los adultos. “El niño debe tener claro que no va a conseguir ganar atención con la rabieta. Por el contrario, obtener indiferencia sirve para extinguir la rabieta”. 

Pero debe tenerse claro que los padres tienen que comprender los motivos de los berrinches porque, al fin y al cabo, es una forma de comunicación. Aún así, nunca se debe acceder al deseo del niño si lo comunica con una rabieta, por muy justo que sea. “Acceder sería aceptar el chantaje. Y eso no es adecuado para nadie”, recalcan. Por este motivo, recomiendan:

  • Expresar de manera clara y tranquila que no se atenderá al niño hasta que se comporte de otra manera
  • Aunque sepamos que el niño tiene razón, esperaremos a que se le pase la rabieta para acceder a sus deseos
  • Intentar distraer al niño con actividades alternativas
  • No entrar en negociaciones: ser rotundo, bastan pocas palabras
  • No culpabilizar al niño. Ni, por supuesto, insultarle. Tratarle siempre con cariño pero firmemente
  • Puede ser útil aislar al niño durante un rato (5-10 minutos) solo en una habitación, sin distracciones. Explicarle que no se trata de un castigo, si no que es una técnica para que todos se tranquilicen. Nos aseguraremos que no se pueda hacer daño con ningún elemento.

¿Cómo evitar los berrinches?

  • Es fundamental el ejemplo de los padres. Nunca bajar la guardia: solo se puede tranquilizar desde la propia calma
  • La obediencia debe ser un objetivo educativo
  • Estructurar normas en casa: deben ser pocas, constantes, concretas y obligatorias
  • Buscar mecanismos para canalizar la excitabilidad del niño 
  • Fomentar y respetar la espontaneidad, especialmente a través de juegos basados en la imaginación

 

Por Javier Granda Revilla
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Imagen: ©Shutterstock / evrymmnt

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