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Cuando tus glóbulos rojos en la sangre están bajos – condición que conocemos como anemia – no pueden transportar el oxígeno que tu cuerpo necesita y podrías tener síntomas que van desde cansancio, hasta mareos y falta de aire. Tanto el cáncer como sus tratamientos (radiación o quimioterapia) suelen producir anemia y sus molestias. Hay formas de mejorar este efecto secundario y aquí te explicamos cómo.

Si tienes cáncer, y especialmente si estás recibiendo tratamiento de radiación o quimioterapia, es muy posible que ya hayas tenido algún episodio de anemia que puede oscilar de ligero a realmente serio.

¿Sabes exactamente qué es la anemia? La sangre, te recordamos, tiene muchos componentes: los glóbulos rojos (encargados de transportar oxígeno y remover el dióxido de carbono de los tejidos), los glóbulos blancos (que ayudan a combatir las infecciones), las plaquetas (cuya función es la coagulación de la sangre para sellar las cortaduras o rupturas de las paredes de los vasos sanguíneos), además del plasma que es la parte líquida de la sangre.

La anemia ocurre cuando los glóbulos rojos en la sangre disminuyen por abajo de lo normal o cuando éstos no contienen suficiente hemoglobina, una proteína rica en hierro que le da a la sangre el color rojo y que les permite a los glóbulos rojos transportar el oxígeno desde los pulmones al resto del cuerpo.

Muchos de los tratamientos para el cáncer afectan a la médula ósea, en donde se producen tanto los glóbulos rojos como los glóbulos blancos y las plaquetas.  Por esa razón, después de las sesiones de quimioterapia o radiación, el oncólogo solicita un análisis de sangre para medir los niveles de estos componentes de la sangre y determinar si han sido afectados y cuánto.

Si los conteos de hemoglobina están por debajo de los 12g/dL (gramos por decilitro), se considera que el paciente, técnicamente, tiene anemia. Sin embargo, es posible que se tengan síntomas hasta que la hemoglobina disminuya a menos de 11g/dL o incluso menos. A medida que baja la hemoglobina, los siguientes síntomas podrían notarse cada vez más (dependiendo de la intensidad):

  • Cansancio y fatiga
  • Se dificulta la respiración al realizar actividades como caminar, subir escaleras, y hasta al hablar
  • El corazón late rápidamente
  • Falta de aire
  • Mareo
  • Dolor en el pecho
  • Inflamación de las manos y los pies
  • Palidez en la piel. También suelen mostrarse más pálidas las paredes de la boca, las encías y la base de las uñas

Dependiendo de los niveles de hemoglobina, la anemia se considera:

  • Leve: hemoglobina entre los 10 y 11 g/dL
  • Moderada: hemoglobina entre los 8 y 10 g/dL
  • Severa: hemoglobina entre 6.5 y 8 g /dL
  • Grave al punto de peligrar la vida: niveles por debajo de los 6.5 g/dL

Cada vez que vayas a tu consulta, el equipo de oncología evaluará tus conteos de sangre y los síntomas que vayas presentando. Sin embargo, debes tener en cuenta que si sientes dolor en el pecho, si se te inflaman las piernas, si sientes mareos o falta de aire al realizar algún esfuerzo, debes comunicarte con tu doctor de inmediato porque los síntomas son serios y hay que actuar con rapidez.

Si tienes una anemia entre severa y grave, tu oncólogo podría recomendar una transfusión de sangre, la manera más rápida de resolver la anemia de inmediato. También podría indicarte inyecciones para estimular la producción de glóbulos rojos, pero no todos los doctores las recomiendan porque podrían tener efectos secundarios graves. Cualquiera que sea la solución que te indique tu oncólogo, haz preguntas sobre los riesgos del tratamiento comparado con sus beneficios y toma una decisión basada en toda la información.

En los casos de anemia de leve a moderada, se te indicarán cambios en la alimentación que ayuden a elevar los niveles de hemoglobina.  Entre estos:

  • Consume alimentos ricos en proteína, especialmente la carne roja y el hígado
  • Aumenta el consumo de alimentos ricos en hierro: vegetales de color verde oscuro, como la espinaca, legumbres y granos, como la lenteja
  • Consulta con tu médico si te conviene tomar un suplemento de hierro, y hazlo solamente bajo su supervisión
  • Si tu seguro médico, o tus recursos, lo permiten, consulta con un nutricionista calificado qué tipo de alimentación te conviene llevar para contrarrestar la anemia mientras tratas tu cáncer
  • Bebe suficiente líquido, unos 8 vasos al día para mantener el cuerpo bien hidratado y eliminar toxinas

Además de la alimentación, es importante que adaptes tu estilo de vida para conservar tu energía:

  • Cuando los niveles de energía decaen, hay que priorizar las actividades diarias.  Haz lo más importante primero, lo demás tendrá que esperar
  • Acepta la ayuda de familiares y amigos y aprende a delegar.
  • Si te sientes agotado(a), hazle caso a su cuerpo. Tómate un descanso de una hora más o menos. Si tomas siestas más prolongadas, te sentirás más cansado(a) todavía.
  • Procura dormir de 7 a  8 horas cada noche. Si se te dificulta el sueño, consulta con el doctor, ya que hay medicamentos que pueden ayudarte a lograr ese reposo que tu cuerpo necesita
  • Aunque o te parezca lógico, hacer un poco de ejercicio elevará tus niveles de energía. Una caminata ligera te hará sentir mucho mejor.

Recuerda que cada caso y cada paciente con cáncer es único. Debes aprender a reconocer las señales de tu cuerpo, cómo responde al tratamiento y qué medidas te hacen sentir más fuerte. Además, pregúntale a tu doctor cuáles síntomas requieren que le llames de inmediato. Descansa, aliméntate bien, mantén una actitud positiva y confía en tu médico. Así podrás ir superando la anemia y sus molestias hasta que termine tu tratamiento.

Imagen © Thinkstock / GULCAN YASEMIN SUMER

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