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  • El cáncer es una enfermedad que puede ocasionar importantes cambios corporales, por lo que es necesario tener en cuenta el desafío emocional que pueden significar.
  • Cada persona con cáncer es única y por eso es preciso que las terapias se adapten a las necesidades que irán cambiando a lo largo de todo el proceso de la enfermedad.
  • La familia debe saber acompañar a la persona con cáncer sin invalidar sus emociones.

El cáncer es en la actualidad una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo. Solo en los Estados Unidos se estima que en 2024 se alcanzarán casi 2 millones de nuevos casos diagnosticados, lo que representa un ligero aumento con respecto a 2023. Pero gracias a los avances recientes, las tasas de mortalidad por cáncer se han reducido en los últimos tres años en Estados Unidos, aunque, aun así, se estima que será la causa en 2024 de más de 600.000 muertes.

Sin embargo, el cáncer no solo debe tenerse en cuenta por ser una importante causa de muerte, sino que también la enfermedad puede generar cambios en la autoimagen, tanto por el avance de esta como por los tratamientos que se usan en su manejo. Esto al final puede acabar ocasionando también reacciones emocionales de pérdida, disminución de la autoestima y depresión. Esta experiencia de pérdida y cambio que enfrentan las personas con cáncer es conocida como duelo corporal y puede ser percibida como una amenaza.

Los cambios corporales que ocasiona el cáncer

“Esta pérdida puede situar a las personas en un estado de indefensión ante el miedo, la incertidumbre, la frustración y la tristeza que genera. En el caso de las personas con cáncer, hablamos de cambios muy dispares derivados de los diferentes tratamientos. Desde la caída de cabello o la desfiguración facial hasta ciertos abordajes como amputaciones u ostomías (abertura artificial, también conocida como estoma, creada quirúrgicamente para permitir el paso de orina y heces fuera del cuerpo), que no solo afectan a la imagen, sino también al funcionamiento del cuerpo”, apunta la Dra. Mª Isabel González, psicooncóloga en MD Anderson Cancer Center Madrid, en España.

Esto va a tenerse en cuenta a la hora de ver la intensidad y la duración de la respuesta emocional y, por tanto, del impacto psicológico. “Hay pérdidas que son temporales y reversibles, como la alopecia o pérdida del cabello después de una quimioterapia, mientras que otras son irreversibles, por lo que tenemos que adaptarnos, ya no temporalmente, sino de manera indefinida a esta nueva situación”, continúa la psicooncóloga, quien insiste en que “es fundamental evaluar primero la necesidad de la persona” y “transformar la amenaza en desafío”.

A este respecto, la Dra. González puntualiza que la terapia “siempre es un traje a medida” porque cada persona es única y sus necesidades no son estáticas y cambian a lo largo del proceso. “Las necesidades no son iguales a lo largo del proceso, que va desde el diagnóstico hasta el final de los tratamientos y durante la etapa de supervivencia. Conforme se atraviesan estas etapas, las necesidades cambian. Por lo tanto, es importante adaptar el apoyo y la asistencia en consecuencia”, señala.

Tanto es así que, según la psicooncóloga, en algunos casos, se puede llevar a cabo una labor preventiva mediante la provisión de información, ayudando a gestionar las emociones y brindando herramientas que faciliten la adaptación a la nueva situación. Unas medidas que pueden ser suficientes para algunas personas, mientras que, para otras, el malestar puede ser más significativo, intenso y prolongado en el tiempo, afectando a diferentes áreas de sus vidas laboral, personal y familiar, lo que requiere un abordaje terapéutico más específico.

La información como herramienta principal para reducir el miedo

Esta nueva realidad supone un reto para las personas con cáncer, quienes tienen que comenzar un proceso de adaptación. Por ello, prosigue la experta, es importante que conozca las herramientas y recursos de afrontamiento para lograr una correcta gestión de sus emociones. “Una de las herramientas más importante y útiles para reducir el miedo a la incertidumbre y tener una mayor percepción de control es la información. ¿Qué me espera? ¿Qué me va a pasar? ¿A qué me tengo que enfrentar? ¿Qué cosas me pueden ayudar? Conocer estas respuestas siempre empoderan”, subraya la especialista.

Trabajar con objetivos y expectativas realistas es otro de los mecanismos que pueden ayudar a hacer frente al duelo corporal, así como implementar estrategias de autocuidado como la correcta alimentación, la realización de ejercicio y el descanso.

El entorno familiar debe aprender a acompañar sin invalidar sus reacciones emocionales

El cáncer es una enfermedad que no solo afecta a quien lo padece, sino a todo su entorno familiar. Por ello, la psicooncóloga de MD Anderson Madrid recomienda que los familiares también trabajen la esfera psicológica para aceptar y entender la dificultad por la que pasan estas personas, así como a aprender a acompañarlos y a no invalidar sus emociones.

“Hay que evitar la sobreprotección, los mensajes de pena o lástima. De esa forma, estamos enviando un mensaje negativo de ‘no eres capaz o no puedes’. Hay que aprender a mantenernos a disposición de lo que pueda necesitar y ofrecer esa ayuda, pero no adelantarnos sin que nos lo pida. Hay que darle su espacio de autonomía”, indica.

Este espacio de autonomía es esencial, ya que está muy relacionado con la seguridad en uno mismo y la autoestima. “Muchas veces, pasar por una transformación física provoca un cambio en la forma de relacionarse con el entorno social e incluso íntimo. Pueden ser frecuentes sentimientos de vergüenza o vulnerabilidad que incluso deriven hacia el aislamiento social. En consulta valoramos el contar con una red de apoyo familiar y social, y que sea la persona con cáncer quien oriente a su entorno de sus necesidades”, concluye la especialista.

Por Miguel Ramudo
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