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Dicen que nadie escarmienta en cabeza ajena, pero como la crianza de los hijos no se estudia en ninguna universidad, conviene que prestes atención a los errores que han cometido otros para que no los repitas tú. Sigue leyendo y aprende de las faltas de los demás, reconoce las tuyas y sigue dándole a tus niños todo el amor que ellos se merecen.

Todas las madres y todos los padres saben que la crianza de los hijos no es una tarea sencilla.  Hasta los que tienen las mejores intenciones se equivocan y lamentan no haber hecho alguna vez las cosas de forma diferente. Y es que esta labor tan importante se va aprendiendo sobre la marcha y exige que uno sea maestro, enfermero, consejero, y hasta un poco psicólogo, sin sueldo y sin garantías. De todas formas se hace con un inmenso amor y de forma totalmente incondicional.

Todos podemos aprender de las experiencias de otros, así que si tienes niños pequeños te interesará saber en qué se equivocaron otros padres previamente.  La mayoría coincide en que si pudieran volver atrás evitarían la sobreprotección, el darles todo en bandeja de plata y el permitirles adquirir malos hábitos que más adelante puedan incluso perjudicar su salud.

Los berrinches (perretas) no funcionan

Cada niño tiene su propia personalidad, algunos son más dóciles que otros pero, quien más quien menos, siempre habrá berrinches, caprichos y escenas que quisieras hacer desaparecer. Sin embargo, tú siempre debes mantener la autoridad y puedes utilizar esos momentos como oportunidades para el aprendizaje.

La lección dependerá de cuál sea el motivo del berrinche. A veces es cuestión de conocer los tiempos del niño y si tiene sueño, por ejemplo, decidir no hacer determinadas tareas en ese momento ya que pueden alterarlo y provocar una reacción no deseada.

Por el contrario, si el berrinche comienza porque le has negado algo, trata de calmarlo (si es necesario apártalo del grupo) y felicítalo a medida que se va tranquilizando, pero nunca lo recompenses dándole lo que él o ella querían, o pensará que sus pataletas sirven para obtener lo que quiere y luego será más difícil hacer que cambie su actitud.

Date a respetar y pon reglas claras que todos deben seguir

Mantente firme y recuerda de poner límites: son necesarios para toda persona en crecimiento ya que, en verdad no limitan sino que delimitan, es una diferencia sutil que resulta muy importante, pues los límites funcionan como las reglas del juego. Sin reglas es imposible participar.

Esta idea parece obvia. Sin embargo, a veces se borra y son los mismos adultos quienes más deben aprender al respecto. ¿En qué sentido? Pues si dices no, es no: ¿quién no se ha dejado convencer por esos ojitos tan bonitos o por ese rostro de niño bueno? Pero no dejes que eso ocurra y ten la objetividad necesaria para distinguir entre las verdaderas lágrimas y las “de cocodrilo”.

En este punto, también es importante tener en cuenta tus advertencias cuando quieras que el niño o la niña te obedezcan. Por ejemplo, si les dices que si no te hacen caso no lo dejarás ver televisión jamás en su vida, posiblemente no puedas cumplir con tu palabra y, en ese caso, difícilmente logres que tus niños te crean.

Por el contrario, puedes decirles que no le comprarás la golosina que tanto le gusta o que cancelarás la salida que tenían programada. Y siempre debes cumplir con la pena o el castigo advertido cuando no te obedezca. Recuerda que eres tú quien tiene la autoridad del hogar: hazla valer.

Un no rotundo a la sobreprotección

¿Por qué cuesta tanto poner límites? Esta actitud suele venir de la mano de otra: la sobreprotección. Uno no quiere ver que su hijo sufra y cede ante el más mínimo reclamo infantil. Sin embargo, los límites son necesarios para que el niño reconozca que no todo es posible en la vida, que hay que esforzarse y que algunas cosas son más difíciles de lograr que otras. También aprenderá sobre el respeto a los demás y cómo comportarse de manera social, pues “los derechos de cada uno comienzan donde terminan los del prójimo”.

Una madre o un padre sobreprotector trata de evitar que su niño se frustre y de darle todo servido. Esto también puede trasladarse a otras costumbres que, a corto o largo plazo, pueden afectar incluso hasta la salud del niño, como la mala alimentación y ciertos hábitos como el darles permisos frente a todo tipo de pantallas (televisión, computadoras, etc.), la falta de ejercicio y la poca colaboración con las tareas y responsabilidades del hogar.

Claro que puede resultar más sabrosa una golosina a media tarde que una fruta y es cierto que es más fácil dejarlos viendo televisión o jugando a los videojuegos que llevarlos cada dos días al club o a sus clases de deporte o danza. Pero la opción más difícil es a menudo la más conveniente. El camino fácil es posible que lleve a tu hijo al sobrepeso, al sedentarismo y a la obesidad, con todas las consecuencias que eso implica.

La vida actual tiene sus desafíos. Papá y mamá deben trabajar a diario y ocuparse de mantener el hogar en buenas condiciones, además de cuidar sus amistades y atender a sus hijos. Nadie ha dicho que sería fácil ser padre o madre… pero no te des por vencido(a).  Déjate guiar por tus instintos y trata de darles a tus niños las herramientas que necesitaran para defenderse y para ser personas responsables cuando estén fuera de la casa, ahora y cuando lleguen a la adultez.

Imágen © iStockphoto.com / Aldo Murillo

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