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Si bien las posibilidades de contraer hepatitis C por contacto sexual son bajas comparado  con las de adquirir hepatitis B o VIH, por ejemplo, en ciertas ocasiones es importante tomar precauciones. Aquí te contamos cómo puedes evitar la transmisión de esta enfermedad del hígado que puede causar complicaciones graves.

La hepatitis es una inflamación (hinchazón) en el hígado. Existen distintos tipos de hepatitis, las hay causadas por virus (que son de diferentes tipos), pero hay otras causadas por drogas, por el alcohol, por enfermedades del sistema inmunológico, por depósito de compuestos como el hierro o el cobre, por el embarazo, en fin, hay muchos tipos de hepatitis. Un tipo de hepatitis es la llamada hepatitis C, y es a la que nos vamos a dedicar en aquí, que es causada por un virus. Generalmente se transmite a través del contacto con productos derivados de la sangre; como un pinchazo accidental con una aguja usada de alguien que está infectado. De hecho, una de las principales causas de contagio de la hepatitis C es por compartir agujas para el uso ilegal de drogas.

Así, por ejemplo, hasta principios de los ’90, cuando no se conocía tanto sobre esta enfermedad, la principal causa de contagio de la hepatitis C eran las transfusiones de sangre. A partir de 1992 se comenzaron a realizar análisis a los donantes y de ese modo las posibilidades de contagio a través de esta vía es mínima.

Pero ¿qué hay acerca de la hepatitis C y su transmisión a través del contacto sexual? Si bien esto es posible, afortunadamente es poco probable, sobre todo en el caso de las parejas monógamas estables y duraderas. Por otro lado, si alguien no tiene una pareja sexual regular y ha sido diagnosticado con hepatitis C debe saber que si se puede transmitir el virus por contacto sexual y que probablemente debería compartirlo con su pareja(s) sexual(es) y usar condón. Y, como la sangre aumenta el riesgo de transmisión, en el caso de las mujeres quizá sea mejor evitar las relaciones sexuales cuando tienen sus periodos menstruales.

Además, se desconoce si el virus puede ser contagiado a través del sexo oral o anal, aunque en este último caso puede haber más posibilidades ya que el sexo anal puede generar pequeñas lesiones por las cuales puede atravesar el virus. Esto es así porque el contagio se produce a través de la sangre.

Algunos estudios sugieren que el virus de la hepatitis C también puede vivir en la saliva, el semen o las secreciones vaginales, pero no se ha comprobado plenamente. Por eso, es conveniente que tomes algunas precauciones como las siguientes:

  • Evita tener relaciones sexuales si tienes lesiones que sangran, tanto en las encías como en tus genitales.
  • Utiliza un preservativo (condón), a menos que tengas una pareja estable y sepas que no tiene ninguna enfermedad de transmisión sexual (ETS).
  • Evita el sexo anal o sé extremadamente cuidadoso y suave, utiliza un preservativo y un lubricante para evitar que haya heridas. Es más, es mejor que evites por completo el sexo violento o agresivo.

Además, para prevenir la transmisión de la hepatitis C también se recomienda que:

  • No compartas cepillos de dientes ni objetos filosos (como navajas de afeitar)
  • No compartas agujas ni otros objetos para inyectarte drogas ilegales
  • Si vas a hacerte un tatuaje o piercing, asegúrate de que el lugar esté limpio, tenga personal calificado y que utilicen materiales desechables y debidamente desinfectados.

La hepatitis C es una enfermedad silenciosa. Al principio, la mayoría de las personas no se sienten enfermas cuando se infectan con el virus, y en general no tienen síntomas por varios años. Lo que sucede es que el virus se mantiene en el hígado ocasionando una inflamación crónica o permanente.

Para detectarlo, es necesario hacer un análisis de sangre. Por eso, si tienes dudas o sabes que has estado en riesgo, es conveniente que consultes a tu médico para determinar si tienes hepatitis C o no.

Por cierto, si tienes hepatitis C, lo mejor es que vayas regularmente con tu médico (idealmente un hepatólogo, que es el especialista del hígado, o un gastroenterólogo)  para saber cómo evoluciona la enfermedad, ya que a largo plazo puede causar complicaciones, como cirrosis o cáncer del hígado.

Imagen © iStockphoto.com / Warwick Lister-Kaye

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