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Aun cuando se recete en la dosis recomendada para el alivio del dolor en los niños que deben someterse a una cirugía, se han reportado casos con consecuencias graves e incluso mortales con el uso de la codeína, un analgésico fuerte del grupo de los narcóticos. Los padres deben estar atentos a las señales para saber cómo actuar. Entérate aquí para que estés preparada(o).

Ya se sabe que como padre amoroso y responsable, cuidas con esmero del bienestar de tus hijos y no quieres que sufran ni un rasguño. Pero por más cuidados que se tengan, a veces los pequeños sufren desde sencillas molestias hasta condiciones que requieren que pasen por el quirófano.

En casos como el de cirugías para sacar las amígdalas (anginas) y las adenoides para solucionar algún problema, como por ejemplo, la apnea del sueño (una condición que impide que el aire pase libremente, que respire bien e interrumpe el patrón normal del sueño), el doctor le puede recetar al niño una dosis correcta y adecuada de codeína para aliviar el dolor que normalmente sentirá  después del procedimiento.

El aviso de alerta

La Administración de Drogas y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos alerta a los padres que se han producido al menos 3 casos de muerte y uno de reacción secundaria negativa seria en niños de entre 2 y 5 años de edad, a los que se les dio codeína después de una cirugía. El propósito de este aviso es que tanto los padres como las personas que están al cuidado de los niños estén alertas a las señales de aviso que indican que hay un problema para que puedan actuar de inmediato.

¿Por qué sucede la reacción adversa?

La codeína es un analgésico fuerte, un medicamento del grupo de los narcóticos, que se usa para aliviar el dolor o para reducir la tos en combinación con otros medicamentos. Se obtiene solamente por receta  y puede usarse sólo o en combinación con el acetaminofén o la aspirina, y además se incluye en la fórmula de algunos medicamentos para combatir la gripe y la tos.

Una enzima en el hígado se encarga de convertir a la codeína en morfina. Pero resulta que no todas las personas metabolizan a la codeína con la misma eficacia y rapidez.  Hay ciertas personas, que se consideran “metabolizadores ultrarrápidos”, que tienen una variación  genética que hace que la enzima convierta a la codeína en morfina en una forma más completa y rápida que el resto de la población. Esto hace que los “metabolizadores ultrarrápidos” tengan concentraciones más elevadas de morfina en su sangre después de tomar codeína, lo que puede ocasionarles dificultad para respirar que puede ser fatal.

Identificando a los “metabolizadores ultrarrápidos”.

Solamente se puede saber de antemano si la persona tiene la variación genética que permite la metabolización más rápida de la codeína mediante una prueba genética. Por lo general, solamente de 1 a 7 de cada 100 personas la tienen y es más común en ciertos grupos étnicos: se ha identificado en un 29% de las poblaciones del norte de África y de Etiopía, y en un 6% de las personas de origen afroamericano, caucásico y griego.

Codeína ¿sí o no?

¿Significa este aviso que el niño no deba someterse a una cirugía o no deba tomar el medicamento que necesita? De ninguna forma.  La necesidad de un procedimiento o de un medicamento específico debe determinarla el médico a cargo del caso niño. Pero la FDA ha emitido un aviso a los profesionales de la salud para que receten los medicamentos con codeína en la dosis más baja posible, durante el tiempo más corto posible.

Lo que puedes hacer

La FDA también recomienda que los padres y las personas a cargo del cuidado de los niños tomen ciertas precauciones:

  • Administrar la codeína solamente cuando el niño experimente dolor y la necesite, no siguiendo un horario fijo o cuando “le toque”
  • No sobrepasar el máximo de la dosis diarias (nunca más de seis)

A su vez, los padres deben estar atentos a ciertos síntomas y en cuanto aparezcan deben buscar asistencia médica de inmediato. Estos síntomas son:

  • Adormecimiento poco común (el niño no se despierta con facilidad)
  • Experimenta desorientación y confusión
  • Tiene dificultad al respirar o respiración ruidosa
  • Muestra un patrón de respiración irregular (por ejemplo, respiración poco profundas seguidas de un suspiro profundo, o respiraciones profundas seguidas por largas pausas sin respirar)
  • Los labios se ponen de color azulado
  • La coloración azul se extiende también alrededor de la boca

En cuanto aparezcan estos síntomas hay que buscar atención médica de inmediato. Los padres o sus cuidadores deben llamar al teléfono de emergencia local o llevar al niño a la sala de emergencias más cercano sin perder un minuto.

Recuerda que esto no es común, pero hay que estar alerta e informado de los posibles riesgos y efectos secundarios de los procedimientos y de los medicamentos que le recetan a tu hijo para saber actuar y siempre, ante la duda, consultar a tu médico. En general, los beneficios de los tratamientos en manos de médicos calificados, tienden a ser mayores que los riesgos. La prevención y la supervisión harán que tu hijo se recupere de esa cirugía sin grandes problemas.

Imagen © iStockphoto.com / Stefanie Timmermann

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