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La microbiota intestinal o flora intestinal es el conjunto de microorganismos que viven y colonizan nuestro intestino y que pueden llegar a pesar hasta un kilo y medio. Desde hace mucho tiempo se sabe que juegan un papel fundamental en el proceso digestivo. Pero los avances de los últimos años están descubriendo que su influencia en nuestra salud va mucho más allá de esto y ya sabe que también tiene una importancia destacada en el desarrollo de nuestro sistema inmune, por ejemplo.

Más recientemente se está empezando a desvelar cómo esta microbiota intestinal también influye de forma directa en nuestra salud mental, en lo que se conoce como eje intestino-cerebro. “Tenemos una idea muy primaria basada en disociar cuerpo y mente y no tenemos conciencia de que nuestro cuerpo somos nosotros mismos. Nuestra conducta está gobernada por el cerebro, sin embargo, no solo él tiene influencia y nuestra convivencia con estos otros organismos también influye”, explica el Dr. Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona, en España.

Así, por ejemplo, dos estudios recientemente publicados en la revista Nature Communications relacionaban la presencia de un grupo de bacterias intestinales con síntomas depresivos. Los investigadores identificaron microorganismos específicos presentes en el sistema digestivo que están involucrados en la síntesis de mensajeros químicos clave relacionados con la depresión. “Este es un tema muy interesante y en plena progresión. Los resultados no son extraordinariamente novedosos, pero confirman los cambios en el microbioma ya descritos y lo hacen en una muestra de las más amplias hasta la fecha. Además, lo hacen midiendo la gravedad de los síntomas depresivos y controlando por la coexistencia de otras patologías y los efectos del tratamiento”, explica el Dr. Vieta.

Un camino de doble sentido

Estos dos últimos estudios se suman a investigaciones previas que han servido para descubrir que la microbiota intestinal influye en nuestra salud mental. Pero también se produce el camino a la inversa y la salud mental acaba teniendo influencia en la microbiota intestinal. “Cuando hay una mala salud mental también la microbiota sufre, porque se producen unos cambios inflamatorios, igual que cuando se produce una herida o golpe. Esta alteración inflamatoria ocasiona que la microbiota tenga que adaptarse al estrés”, explica el Dr. Vieta, insistiendo en cómo la microbiota influye y es influida por la salud mental.

“Tenemos claro que lo que comemos es relevante y que hacer una buena dieta es mejor para la salud física. Pero hay que entender que también es bueno para la salud mental. No solo por lo que digerimos de forma mecánica en nuestro tubo digestivo, sino porque hay una serie de seres, bacterias fundamentalmente, que ayudan a degradar las sustancias que ingerimos en precursores de sustancias como los neurotransmisores que usa el cerebro para modular nuestra conducta”, añade el experto.

Todo esto se acaba traduciendo en que personas con trastornos de ansiedad pueden presentar problemas digestivos como la diarrea por estas alteraciones de la microbiota. Aunque falta entender todavía de forma mucho más precisa cuáles son estas alteraciones que se producen. “Ahora mismo es muy difícil modificar la microbiota porque podemos acabar perjudicando más a los pacientes al no entender todas las relaciones existentes”.

Profundizar en la investigación

Por ese motivo, el experto incide en la necesidad de seguir investigando para comprender mejor todas las interrelaciones que se producen entre microbiota y salud mental. “Y un paso fundamental es establecer primeramente qué es una microbiota sana y entender cómo funciona en una situación normal. Solo así podemos luego entender que cambios se producen en una situación de mala salud mental. Pero esto es algo complejo que todavía no se conoce bien”, explica el Dr. Vieta, quien apunta que no obstante esta dificultad, la facilidad en la toma de las muestras junto con el gran desarrollo tecnológico está permitiendo avanzar de forma significativa.

Sin embargo, todavía estamos lejos de poder aplicar todos estos conocimientos a la práctica clínica y utilizar los probióticos, alimentos o suplementos que contienen microorganismos vivos destinados a mantener o mejorar la microbiota de las personas, con indicaciones terapéuticas para el tratamiento de la salud mental. Aunque el Dr. Vieta tampoco ve con malos ojos su uso. “Siempre que no se haga de forma radical no es algo malo. Pero todavía no hay suficiente base científica que lo avale. La salud mental es algo que cuesta de medir y en lo que influyen múltiples factores. Estamos también lejos de otras técnicas, como el trasplante fecal, que aunque pueda sonar morboso, tendría ciertas aplicaciones para restaurar la microbiota en algunos casos”.

Lo fundamental es entender que aunque empiezan a vislumbrarse indicios de la importante relación entre la salud mental y la microbiota, quedan muchos años y estudios que realizar para que podamos ver una traslación de la práctica clínica. “Sobre todo hay que evitar el riesgo de caer en terapias alternativas, que pueden magnificar estas pequeñas bases que estamos descubriendo ahora. Cuando la salud mental está fuertemente alterada disponemos de buenos tratamientos farmacológicos que por ahora no se podrían sustituir con estos probióticos”. 

Por Miguel Ramudo
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