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Entre las distintas formas de azúcar que existen, la fructosa (o levulosa) es una de las elegidas con más frecuencia para endulzar los productos industriales. Es por eso que está presente en muchos de los alimentos que consumimos a diario. Un nuevo estudio ha detectado que esta sustancia no sacia el apetito y, por el contrario, hasta podría hacer que la gente coma más. Aquí te contamos más detalles sobre este hallazgo.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, ha detectado que la fructosa, un azúcar simple que se halla de forma natural en las frutas y en la miel, y que se añade a muchos otros alimentos como edulcorante (endulzante) en forma de jarabe de maíz, no sacia el apetito y hasta podría hacer que la gente coma más, en comparación con la glucosa (que es otro tipo de azúcar simple).

Para llegar a estos datos, que aparecen en la revista Journal of the American Medical Association, los científicos observaron los cambios relacionados con el apetito, en el flujo sanguíneo de la región del hipotálamo en los cerebros de veinte adultos sanos, luego de que estos comieran glucosa o fructosa.

Así detectaron que, cuando las personas comían glucosa, los niveles de las hormonas que tienen que ver con sentirse llenos estaban elevados. Por el contrario, cuando los participantes tomaban una bebida con fructosa, mostraron aumentos más pequeños de esas hormonas asociadas con la saciedad (con sentirse lleno).

Estos hallazgos son interesantes ya que demuestran de que el cerebro reacciona de manera diferente ante distintos tipos de azúcar. Sin embargo, no indican que la fructosa sea la responsable de la obesidad. De hecho, es necesario seguir investigando acerca de este tema, para obtener datos más precisos sobre cómo reacciona el cuerpo ante los distintos tipos de azúcar.

Mientras tanto, es importante que aprendas a controlar el consumo de azúcar en tu dieta, ya que no sólo puede conducir a la obesidad sino también a otras enfermedades como la diabetes. Recuerda que existen distintos tipos de azúcar, todos incluidos dentro del grupo de los carbohidratos.

Los carbohidratos constituyen la fuente más importante de energía para el cuerpo. Estos pueden ser simples o complejos, según su estructura química y de la rapidez con la cual se digieren. Los carbohidratos simples tienen uno (simple) o dos (doble) azúcares, mientras que los complejos tienen tres o más (estos últimos se encuentran en los panes y los cereales integrales, los vegetales ricos en almidón y legumbres, y muchos de ellos son una fuente de fibra muy buena).

Los carbohidratos simples incluyen la fructosa, la galactosa, la lactosa y la maltosa. Estos se encuentran naturalmente en las frutas, en los vegetales y en la leche, entre otros productos. En este grupo, además, se encuentra la miel, que también contiene vitaminas y minerales.

Asimismo, los carbohidratos simples también se encuentran en los azúcares procesados y refinados, que incluye desde el azúcar de mesa que todos conocemos, que es la sacarosa (formada por la glucosa y la fructosa), hasta los que se encuentran en las golosinas, las sodas no dietéticas y los jarabes.

El problema es que los azúcares refinados proporcionan calorías pero carecen de vitaminas, minerales y fibra. Por eso se los suele llamar “calorías vacías”, y pueden provocar o potenciar el aumento de peso.

Para llevar una dieta saludable, aprende a calcular los carbohidratos y recuerda que lo más sano es obtenerlos de la forma más natural posible (al igual que las vitaminas y otros nutrientes). Por ejemplo, elige frutas en lugar del azúcar de mesa, trata de disminuir el azúcar adicional de tus comidas y dales preferencia los productos integrales en vez de los refinados.

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Imagen: ©Shutterstock / spline_x

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