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Las hepatitis son unas enfermedades que consisten en la inflamación del hígado. Entre ellas hay un grupo que está causado por virus, las hepatitis virales. Existen cinco cepas principales del virus de la hepatitis (A, B, C, D y E) y, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), tan solo en el continente americano se producen más de 125.000 muertes al año y la gran mayoría es por hepatitis B y C. Se estima que 7,2 millones de personas viven con hepatitis C crónica en la región, de las cuales solo un 25% ha recibido un diagnóstico y de ellas unas 300.000 tratamiento.

“Por ese motivo es tan importante realizar diagnósticos que permitan tratar y erradicar la enfermedad antes de que llegue a estadios más avanzados. Con una detección a tiempo y un tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes que sufren hepatitis C se curan en poco tiempo y sin efectos secundarios”, explica el Dr. José Miguel Rosales, experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) y especialista en Aparato Digestivo en el Hospital Costa del Sol de Marbella, en España.

Actualmente solo entre el 15 y el 30% de los pacientes que sufren una infección aguda logran eliminar la hepatitis C por completo de su organismo sin necesidad de tratamiento, mientras que en el 70% restante, el virus permanece y provoca una infección crónica. “No obstante, la curación de la infección no implica la curación del daño hepático si este está avanzado, aunque sí disminuye el riesgo de sus complicaciones”, apunta el experto, que incide en la importancia de su diagnóstico.

“La hepatitis C puede tenerse sin presentar ningún tipo de síntoma y por eso, entre las personas entre 40 y 70 años donde es más frecuente la infección, esta podría darse sin que lo supieran. Por eso es recomendable consultar a su médico para realizar la prueba contra este virus si nunca se ha hecho el test o lo desconoce”, añade el Dr. Rosales.

¿Cómo se contagia la hepatitis C?

La principal vía de transmisión del virus de la hepatitis C es a través del contacto directo con sangre o fluidos infectados. “De hecho, la vía sanguínea fue la principal forma de contagio hasta 1992, momento en el que se descubrió la existencia del virus y se empezó a rechazar las transfusiones en este tipo de pacientes” apunta el Dr. Rosales.

Algunas de las causas de infección más comunes son:

  • Uso de drogas inyectables.
  • Una transfusión de sangre o un trasplante de órganos antes de 1992, cuando no se realizan análisis regulares de sangre.
  • Recibir un pinchazo accidental con una jeringa usada, que puede ocurrir en ambientes de atención de la salud.
  • Nacer de una madre que tiene hepatitis C.
  • Relaciones sexuales sin protección con un o una portadora del virus.
  • Compartir artículos de uso personal, como el cepillo dental o cuchillas de afeitar.
  • Hacerse un tatuaje o perforación con material no estéril y/o infectado por su reutilización.

Principales síntomas de la hepatitis C

Como destaca el experto, uno de los principales retos que presenta la hepatitis C crónica es que es una enfermedad silenciosa que puede persistir sin que sepamos que la padecemos. Esto puede ocasionar a largo plazo daños al hígado. Algunos de los síntomas que pueden aparece entonces son los siguientes:

  • Aparición con frecuencia de moretones o hematomas.
  • Fatiga.
  • Coloración amarillenta de ojos y piel.
  • Orinar en tonalidad oscura.
  • Picazón en la piel.
  • Hinchazón de las piernas.
  • Pérdida de peso.
  • Excesiva somnolencia.
  • Dificultad en el habla.

 

Por Miguel Ramudo
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Imagen: ©Shutterstock / Jarun Ontakrai

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