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La microtomografía computarizada permite ver el hierro y ofrece esperanza de que futuras imágenes logren descubrir pacientes en riesgo

La presencia de placa ateromatosa dentro de una arteria cardíaca constituye una amenaza, aunque los cardiólogos saben que muchos de esos tipos de acumulación no se romperán, ni desprenderán para obstruir un vaso sanguíneo y ocasionar un ataque cardíaco que puede ser mortal.  No obstante, algunos de ellos sí lo harán y, por ello, el reto consiste en descubrir qué placa de ateroma es peligrosa para tratarla o extraerla.

Ahora, los científicos de Mayo Clinic demuestran que el hierro proveniente de la sangre es mucho más prevalente en el tipo inestable de placa ateromatosa y, por lo tanto, es más proclive a promover un infarto de miocardio (IM) o ataque cardíaco y una posible muerte repentina.

El equipo de investigación demostró mediante varios experimentos que la acumulación de hierro podría servir como marcador para el riesgo de un futuro infarto de miocardio y lo informaron durante las Sesiones Científicas 2010 de la Asociación Americana del Corazón en Chicago.

Descubrieron, por ejemplo, que la tomografía computarizada de energía dual (DECT, por sus siglas en inglés) y las microexploraciones por tomografía computarizada tridimensional pueden detectar el exceso de hierro en la placa, ofreciendo la esperanza de que en el futuro un aparato para exploraciones sea capaz de detectar las formaciones peligrosas de placa sin necesidad de realizar procedimientos invasivos en los pacientes.

“Se sabe que 70 por ciento de los ataques cardíacos son debido a placas ateromatosas inestables y entonces, lo que los pacientes realmente necesitan es que sea posible identificar la placa que se convierte en nociva y los pone en peligro”, comenta la cardióloga, Dra. Birgit Kantor, investigadora principal del estudio.  “Las exploraciones actualmente en uso sólo muestran el estrechamiento de las arterias cardíacas por acumulación de placa, pero no informan si la placa en las paredes de esos vasos constituye un peligro inminente”.

“En base a los hallazgos mencionados, creemos que es posible utilizar el hierro como marcador natural para el riesgo”, dice la Dra. Kantor y vaticina que probablemente transcurrirán entre 5 y 10 años hasta que las clínicas cardiológicas tengan disponibilidad de novedosos aparatos para exploración diagnóstica capaces de identificar ese tipo de placa.

Comprobación del hierro como marcador en arterias humanas

La presencia de exceso de hierro en la placa ateromatosa ya se observó hace años, pero a esa observación sólo le siguió poca investigación, dice la Dra. Kantor.  “La hipótesis de entonces decía que el hierro era el veneno que creaba la placa, cosa que nunca se comprobó y en realidad es poco probable”.

Los cardiólogos ahora saben que la placa de ateroma puede clasificarse en estable e inestable.  Los científicos de Mayo Clinic consideran que la cantidad de hierro presente en la placa puede tomarse como una “lectura” de hemorragia previa o sangrado, eventos que colocan a la persona en riesgo de ruptura de la placa.

En arterias cardíacas normales, los pequeños vasos sanguíneos conocidos como “vasa vasorum” llevan nutrientes a la pared de los vasos y cuando la placa de ateroma empieza a acumularse dentro de la pared de la arteria, algunos de esos vasos sanguíneos diminutos también crecen para alimentarlos.  Esos vasos sanguíneos pueden romperse y así depositar hierro (un componente de la sangre) dentro de la placa en crecimiento.  Esa placa inestable con gran cantidad de células muertas cubiertas por una fina capa fibrosa puede terminar por romperse y formar un gran coágulo sanguíneo capaz de taponar una arteria cardíaca.

“Ese tipo de placa puede sangrar y cicatrizar varias veces, depositando hierro dentro de la acumulación ateromatosa en cada ocasión”, explica la Dra. Kantor.  “Esa es la placa de ateroma que presenta el riesgo de descomponerse en partes y ocasionar un ataque cardíaco”.

Para realizar este estudio, los científicos utilizaron las muestras de un sin igual banco biológico perteneciente a Mayo Clinic que contiene arterias cardíacas recolectadas con el paso del tiempo en las autopsias de 400 pacientes fallecidos a consecuencia de un ataque cardíaco sospechado.  El banco conservó secciones pequeñas (de 2 a 4 cm) de las tres arterias coronarias principales de esos pacientes.

En este estudio, los patólogos examinaron 97 muestras de arterias y las separaron en dos grupos, estable e inestable, según su apariencia microscópica (zonas muertas y capa fibrosa).  Posteriormente, clasificaron 31 placas de ateroma como estables, 24 como “vulnerables” y 22 como normales, para luego vincularlas con los expedientes clínicos de cada paciente fallecido por ataque cardíaco.

Después, la Dra. Yu Liu, primera autora del estudio, aplicó una tinción a las muestras para detectar el contenido de hierro.  Descubrió que el contenido de hierro del grupo de placa ateromatosa inestable era bastante más alto que el de los otros grupos.  No se encontró hierro en las arterias normales.

En el tercer paso del estudio, los científicos utilizaron un microtomógrafo computarizado para explorar un subconjunto de segmentos de arteria y crearon imágenes tridimensionales para buscar depósitos de hierro dentro de la placa.  La tomografía computarizada logró identificar el hierro en la placa sin necesidad de la tinción.  “Se observó una correlación alta entre la vulnerabilidad de la placa y la cantidad de hierro presente”, acota la Dra. Kantor.

Hasta el momento, las imágenes no invasivas de la placa ateromatosa todavía no tienen la necesaria resolución como para diferenciar entre pacientes con alto y bajo riesgo, dice la doctora, por lo que el equipo de investigación se encuentra comprobando otras modalidades para la obtención de imágenes capaces de superar esos obstáculos, como el recuento de fotones.

Otros autores del estudio, todos pertenecientes a Mayo Clinic, son el Dr. Nitin Garg, el Dr. Joseph Maleszewski, Steven Jorgensen, el Dr. Jia Wang, el Dr. Xinhui Duan, el Dr. Shuai Leng, Kay Parker, la Dra. Cynthia McCollough y el Dr. Erik Ritman.

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Imágen © iStockphoto.com / yumiyum

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