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  • Cada año más de 700.000 personas se quitan la vida, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos
  • En la región de las Américas se notificó un promedio de 98.000 muertes por suicidio al año entre 2015 y 2019, siendo la tasa en América del Norte y el Caribe no hispano las superiores
  • El suicidio es un problema de salud pública importante, pero a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes

En los Estados Unidos, el suicidio es una de las principales causas de muerte y un importante problema de salud pública. Tanto es así que en el 2022 se alcanzó un máximo histórico de 49.500 suicidios, según cifras aportadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés). Los datos disponibles indican que los suicidios en Estados Unidos son más frecuentes que en cualquier otro momento desde los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, establecido el 10 de septiembre, te hablaremos sobre este importante tema.

Según la Organización Panamericana de la Salud, cada año más de 700.000 personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos. El tercer informe regional sobre la mortalidad por suicidio, publicado en marzo de 2021, indicó que este problema sigue siendo una prioridad de salud pública en la Región de las Américas, donde se notificó un promedio de 98.000 muertes por suicidio al año entre 2015 y 2019, siendo la tasa de suicidio en América del Norte y el Caribe no hispano superior a la tasa regional.

A pesar de la importancia de estas cifras, el suicidio sigue siendo un tema en muchos casos tabú, rodeado de mitos e incertezas. Una de las creencias que existe sobre él es que se ha de evitar hablar sobre el suicidio, y así “evitar dar ideas” a las personas más susceptibles. “Esto es un error muy importante. La primera medida para la prevención del suicidio es hablar sobre él precisamente. Hacerlo abiertamente es importante y esencial y no hacerlo es todo lo contrario”, destaca el Dr. Narcís Cardoner, director del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, en España.

Aunque la relación entre el suicidio y los trastornos mentales está bien establecida, muchos suicidios también pueden producirse de forma impulsiva en momentos de crisis, como una pérdida económica. Algunos factores de protección son las relaciones personales sólidas, las creencias religiosas o espirituales y las estrategias de afrontamiento y prácticas de bienestar positivas. Sin embargo, la prevención del suicidio no se ha abordado adecuadamente en muchos países debido a la falta de toma de conciencia sobre el suicidio como un importante problema de salud pública, lo que impide que la gente busque ayuda.

Los datos de que disponemos abundan en esta dirección de recalcar la importancia de hablar sobre el suicidio. “En el ámbito sanitario hemos podido ver que aquellas personas que han cometido un suicidio muchas de ellas habían tenido en el mes previo una consulta médica, pero en ella no se había registrado nada sobre estas ideas. Es importante y esencial incidir en la necesidad de que se tiene que hablar de estas ideas, de una forma natural y abierta. Solo así es posible darles apoyo y entender a estas personas. Hacer que se sienta comprendido es la primera línea para reducir el riesgo”.

Cardoner señala que esta necesidad de hablar sobre el suicidio es todavía más importante en aquellas personas que ya han llevado a cabo una tentativa. “Vemos como muchas veces no se ponen medidas tras un intento, lo cual es un error. Aquellas personas que ya lo han intentado son las que tienen un mayor riesgo de suicidio, a pesar de una creencia falsa generalizada de que estas tentativas fracasadas son solo una manera de llamar la atención y que no hay un verdadero interés en el suicidio”.

¿Cuándo hay que ponerse alerta?

Es evidente que tras una tentativa de suicidio, el entorno más cercano tiene un llamado de atención sobre la situación que atraviesa la persona, pero también es importante prestar atención a señales que puedan avisar sobre la situación que se está produciendo. “Cuando vemos cambios en la conducta de las personas, que se encuentran más aisladas, deberíamos favorecer un entorno de diálogo en el que se puedan abrir y expresarse abiertamente”, apunta el psiquiatra.

También señala como las propias personas deben ser conscientes de la situación que están atravesando. “Ante todo debemos entender que la decisión de cometer suicidio no es una decisión libre, sino condicionada por un problema. Aunque sea una realidad incómoda, hay que hablar con naturalidad del tema, ya que está demostrado que es la mejor forma de evitarlo”. El Dr. Cardoner incide en que aquellas personas en las que la idea del suicidio se hace patente no deben dudar en pedir ayuda. “Hay que entender que esto es como un cortocircuito, que en un momento u otro puede acabar en un desenlace fatal. Poder compartir con un profesional estas ideas es una primera medida para evitar llegar al suicidio”.

En estos casos, el experto además destaca la importancia del lenguaje que se ha de utilizar, evitando en todo momento culpabilizar a la persona con ideas suicidas. “No debemos decirles que son débiles o que no tienen voluntad. Son personas que han visto como sus estrategias para superar problemas se han visto insuficientes. Incidir en mensajes negativos puede aumentar su frustración y precipitar un final indeseado”.

Existen también otras medidas que se pueden tomar para lograr evitar suicidios, como por ejemplo poner barreras en aquellos lugar donde es habitual que estos se produzcan. “Pero lo fundamental es hablar del tema y hacerlo de una forma correcta y adecuada” continúa insistiendo el experto, quien destaca como desde los medios de comunicación también se puede jugar un importante papel en este sentido hablando de una forma adecuada del suicidio y no ocultándolo.

Los supervivientes del suicidio

Un tema esencial sobre el que cada vez se está incidiendo más es de los supervivientes del suicidio. Y estas no son las personas cuyas tentativas han fracasado, sino el entorno más cercano a una persona que se ha suicidado. “Está demostrado que estas personas tienen que pasar por un duelo, que es lógico, pero además tienen un mayor riesgo de un problema mental, como una depresión o una ansiedad, pudiendo desarrollar incluso estrés post-traumático e incluso tienen más riesgo de sufrir problemas de salud. Y sin olvidar que estos supervivientes tienen también más riesgo de suicidio”.

El experto incide en el impacto que un suicidio puede llegar a tener, ya que se estima puede llegar a afectar desde seis a cien personas del entorno. Por ese motivo, instituciones como el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau ya están desarrollando también programas de atención a estos supervivientes, donde una vez más la clave está en la comunicación y hablar abiertamente.

 

Por Miguel Ramudo
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