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A veces, los problemas que tenemos cuando somos niños pueden tener consecuencias por toda la vida. Así, por ejemplo, un estudio reciente demostró que las niñas que sufren de abuso sexual podrían tener problemas de alcoholismo en la adultez. Aquí te contamos cómo detectar un posible abuso infantil y qué debes hacer si descubres que tu hija ha sido víctima de abuso sexual.

El abuso infantil o abuso sexual a menores no es cosa de niños ni debe ser tomado a la ligera. Por el contrario, puede afectar mucho al desarrollo del niño o la niña, tanto en su infancia como al crecer y ser adultos.

Un niño es abusado cuando se le obliga o se le convence a realizar actividades sexuales, que incluyen desde caricias hasta sexo oral y el mismo acto sexual. Estos abusos pueden darse entre un niño o una niña y un adulto o con otros niños mayores, y no siempre implica contacto físico, pueden ser exhibir sus órganos sexuales o utilizarlos para pornografía.

Esto puede afectar al niño/a abusado/a de varias maneras, generando daños físicos y psicológicos. Estos últimos, muchas veces, continúan en la adultez y se manifiestan de diferentes formas.

Al respecto, investigaciones recientes relacionan el abuso infantil con el alcoholismo en las mujeres adultas, e incluso se detectó cierta tendencia a desarrollar diabetes, también por parte de mujeres adultas que fueron víctimas del abuso sexual cuando eran niñas.

Uno de los estudios a cargo de E. Anne Lown, científica del Grupo de Investigación sobre el Alcohol de Emeryville, California, encontró que las mujeres que informaron haber sido abusadas sexualmente en la niñez eran más propensas a consumir cuatro o más bebidas alcohólicas al día, tener dependencia al alcohol y beber de una forma que podría presentar riesgos graves para su salud.

Otro caso es el informe dirigido por Janet Rich-Edwards, directora de epidemiología del desarrollo del Centro Connors para la Salud de la Mujer y la Biología de Género del Hospital Brigham de Boston, según el cual el abuso sexual durante la infancia o la adolescencia podría relacionarse con el desarrollo de diabetes en las mujeres, cuando llegan a ser adultas.

Si bien la autora reconoce que es necesario seguir investigando el tema, detectó que una gran parte de esta asociación se explica por el mayor aumento de peso que se da entre las mujeres que tenían antecedentes de abuso, lo que incrementa el riesgo de desarrollar diabetes.

Una teoría es que las mujeres que fueron víctimas de abuso sexual desarrollan trastornos alimenticios como una forma de expresar el estrés generado por el abuso, mientras que otra teoría sugiere que el abuso infantil puede aumentar los niveles de las hormonas del estrés y esto causa posteriormente el aumento de peso y la resistencia a la insulina (que es lo que genera la diabetes).

Los niños y las niñas que son abusados sexualmente pueden demostrar síntomas similares a la depresión, la ansiedad severa y el nerviosismo. Por ejemplo:

  • Problemas al defecar, como ensuciarse o tener incontinencia.
  • Trastornos alimenticios, como dejar de comer o comer mal.
  • Dolores de cabeza o de estómago recurrentes
  • Dificultad para caminar o para sentarse (por problemas rectales o genitales, como dolor al orinar o al defecar, picazón o secreción vaginal)
  • Pesadillas, problemas para dormir y problemas orinándose en la cama
  • Miedos excesivos
  • Disminución en el rendimiento escolar
  • No querer participar en las actividades normales, como por ejemplo: negarse a participar en juegos deportivos o en cambiarse de ropa en el gimnasio
  • Tener conocimientos acerca de la sexualidad que no son comunes para su edad
  • Quedar embaraza o contraer una enfermedad venérea (de transmisión sexual), particularmente si tiene menos de catorce años
  • Escaparse de su casa
  • Decir que fue abusada sexualmente por uno de sus padres o por un cuidador adulto

Si crees que tu hija fue abusada sexualmente es importante que busques ayuda. Mientras tanto:

  • No te asustes ni reacciones exageradamente ante la información.
  • Ten cuidado con tus expresiones faciales ya que la niña estará atenta a tu reacción.
  • No la critiques ni le eches la culpa con exclamaciones como: “¡Te dije que no entraras en la casa de nadie!”.
  • Respeta su privacidad: acompáñala a un lugar privado y cómodo donde pueda contarte lo ocurrido y evita hablar del tema ante personas que no necesitan saber lo que pasó.
  • Incentiva a tu hija a que te cuente lo que le pasó. En general, las niñas abusadas temen hablar del tema, en especial con sus padres o cuidadores. Además, el abusador suele amenazarlas y decirles que le pasarán cosas malas si cuentan lo que pasó.
  • Muéstrale afecto físicamente y exprésale tu amor y confianza con palabras y gestos, diciéndole por ejemplo: “Estoy orgullosa de ti por contarme esto”, “Me alegro de que estés bien” o “Sé que no fue tu culpa”. Por el contrario, evite comentarios como: “¿Por qué no me dijiste esto antes?” o “¿Por qué dejaste que ocurriera?”.
  • Asegúrale a tu hija que no ha hecho nada malo y que lo que pasó no es su responsabilidad. A la mayoría de las niñas las atraen o las engañan para victimizarlas y ellas creen que deberían haber sido más astutas o más fuertes.
  • Es importante que la niña sienta que le crees. Es raro que las niñas mientan con respecto a actos de victimización sexual.

Y en todo momento, trata de mantener una comunicación abierta con tu hija, demuéstrale que eres comprensiva y optimista y que pase lo que pase nunca dejarás de quererla y apoyarla. Juntas podrán enfrentar  problemas y situaciones difíciles. No te desanimes y considera la posibilidad de buscar ayuda profesional para que tu hija pueda superar más rápidamente lo acontecido y pueda lograr tener una vida sexual plena y sana en el futuro.

Imágen © iStockphoto.com / NinaMalyna

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