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  • En los Estados Unidos cerca del 9,5 % de las mujeres que han dado a luz puede sufrir de mastitis, lo que supone alrededor de 380.000 mujeres al año
  • La mastitis es una inflamación de la mama que ocasiona dolor local y que suele ir acompañada de fiebre o afectación general y la mayoría son causa de abandono precoz de la lactancia materna
  • Los desequilibrios en la microbiota que compone la leche materna pueden llegar a desencadenar mastititis subagudas, en donde solo hay inflamación del pecho y es más difícil el diagnóstico

La mastitits consiste en una inflamación de la mama que ocasiona dolor local y suele ir acompañada de fiebre o afectación del estado general. Es un trastorno bastante más común de lo que se suele pensar. Existen estudios que demuestran que en Estados Unidos cerca del 9,5 % de las mujeres que han dado a luz sufren de mastitis, lo que significa que anualmente alrededor de 380.000 mujeres la pueden padecer. Una de las principales consecuencias de la mastitis es el abandono de la lactancia materna, con los problemas que de esto se pueden derivar tanto para el desarrollo del recién nacido como de la propia madre.

Dentro de las mastitis existe una subdivisión que se denomina mastitis subagudas. En este caso se trata de un trastorno que produce una inflamación del pecho con efectos únicamente locales, como inflamación, dolor, sensación de quemazón y reducción de la secreción de la leche, pero sin efectos sistémicos como la fiebre. “Estas mastitis son especialmente difíciles de detectar por sus síntomas, pero fácilmente identificables si analizamos la composición de la leche materna. Sin duda, esto permitiría tratarlas adecuadamente”, explica Blanca Díaz, vocal de la Asociación de Matronas de Extremadura, en España, y asesora de lactancia. Esto tiene una especial relevancia si se tiene en cuenta que la mayoría de las mastitis son causa del abandono precoz de la lactancia materna.

Desequilibrio en la microbiota de la leche materna

¿Pero por qué puede ayudarnos a diagnosticar una mastitis subaguda el análisis de la composición de la leche materna? En condiciones normales, la microbiota o conjunto de microorganismos que compone la leche materna cuenta con una gran variedad diversa de bacterias y organismos que funcionan en perfecto equilibrio. Sin embargo, cuando este equilibrio se rompe, lo que se conoce técnicamente como disbiosis, algunos tipos de bacterias proliferan mucho más que otros, lo que puede desencadenar en estas mastitis subagudas.

El desconocimiento de los síntomas y su difícil detección hacen que se retrase el diagnóstico y, por tanto, el tratamiento. “Cuando hablamos de mastitis o pensamos en mastitis nos limitamos a hablar de un cuadro gripal con efectos locales en la mama en una madre lactante, obviando los síntomas únicamente locales de los otros dos tipos de mastitis. El desconocimiento de síntomas, diagnóstico y tratamiento de estas complicaciones, incluso por parte de algunos profesionales, junto a la falta de información de las madres propician este escenario de iceberg oculto en las mastitis”, advierte Blanca Díaz.

Impacto psicológico en la madre

Para una madre pensar que no es buena para alimentar a su hijo es duro emocionalmente. El momento del postparto es altamente frágil para la madre lactante, donde el cansancio físico y mental son factores de riesgo para desarrollar una depresión postparto y el abandono de la lactancia materna por falta de recursos. Al inicio de la lactancia, muchas madres encuentran dificultades que no saben identificar y que pueden ser compatibles con el diagnóstico de mastitis subclínica o subaguda, “pero muchas veces concluyen que su leche no es buena, que no producen suficiente o que no han sabido mantener la lactancia. Se culpan, asumen su situación y no piden ayuda. Si, además, el profesional de referencia no está actualizado sobre cómo actuar, la situación no mejora”, indica la matrona y asesora de lactancia. 

Por esta razón, es fundamental hacer hincapié en el rol que puede desempeñar la microbiota en el abordaje de estas mastitis, ya que “cuando usamos antibióticos en la mastitis sin síntomas sistémicos estamos tratando una disbiosis como una infección bacteriana, y no es el mismo diagnóstico ni tiene el mismo tratamiento. En estos casos, los antibióticos pueden ser, incluso, contraproducentes en la mejoría de la madre lactante, ya que pueden provocar un mayor desequilibrio en su microbiota si no son pautados con probióticos al mismo tiempo que regeneren la flora de la leche materna. Es tan importante eliminar el exceso de bacterias que producen la disbiosis, como regenerar las necesarias para mantener el equilibrio de la microbiota”, subraya Blanca Díaz. 

¿Entonces son buenos los probióticos?

Cada vez se están utilizando más en medicina los probióticos, microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud en las personas que los consumen. Se ha visto que estos microorganismos están relacionados con múltiples aspectos de nuestra salud, como el sistema inmunitario, el neurodesarrollo o el sistema digestivo entre otros muchos. En base a la necesidad de responder si este abordaje también podría ser útil en el manejo de la mastitis, se han llevado a cabo ensayos clínicos con probióticos para modular la microbiota de la leche materna que han reflejado eficacia tanto en la prevención como en el tratamiento de la mastitis.

Es el caso, por ejemplo, del estudio PREMIUM, recientemente publicado en la revista Microorganisms, que ha mostrado que la suplementación con determinados probióticos reduce el riesgo de desarrollar mastitis. La investigación, liderada por el profesor Juan Miguel Rodríguez, catedrático del Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Universidad Complutense de Madrid, de España, revela que una intervención nutricional con la cepa probiótica Lactobacillus salivarius PS2 puede ayudar a prevenir esta complicación de la lactancia. 

Como parte del estudio, 328 mujeres embarazadas sanas de cuatro países diferentes recibieron un suplemento diario de probióticos con L. salivarius PS2 o un placebo desde la semana 35 de embarazo y hasta la semana 12 tras el parto. Los resultados mostraron que las madres que recibieron la suplementación probiótica tenían 59 % menos probabilidades de desarrollar mastitis en comparación con las que recibieron un placebo. Incluso en caso de mastitis, el grupo que recibió el probiótico experimentó menos dolor en la mama y usó menos antibióticos.

 

Por Miguel Ramudo
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