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Para la mayoría de los pacientes con cáncer, dormir bien es todo un lujo.  De hecho, más de la mitad sufre de algún tipo de trastorno del sueño: insomnio, apnea o simplemente, la interrupción del ciclo normal de sueño-vigilia.  Razones, desde físicas a psicológicas, no faltan.  Pero como sus cuerpos necesitan descanso ahora más que nunca para combatir la enfermedad y resistir los tratamientos, es necesario buscar soluciones y ayuda… y cuando antes mejor.

La falta de sueño y el cáncer van de la mano. Según el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos, entre un tercio y la mitad de las personas con cáncer tienen trastornos del sueño.  Las cifras ofrecidas por el MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas son más altas todavía: de un 30 a un 88% de los pacientes con cáncer están afectados por algún tipo de alteración del sueño.  La apnea es más común en ellos que en el resto de la población, y son dos veces más propensos a sufrir de insomnio que las personas sin cáncer.

Si un sueño deficiente afecta la calidad de vida de cualquier persona, causa mucho más estragos en un paciente con cáncer, que lo necesita para fortalecer su función inmune que ya está comprometida, fortalecer el organismo afectado por la fatiga constante, mejorar su estado de ánimo y hasta para tolerar mejor el dolor.  Es más, las dificultades para dormir pueden prolongarse mucho más una vez finalizado el tratamiento y convertirse en una condición crónica. Algunas sobrevivientes con cáncer de mama, por ejemplo, padecen trastornos del sueño hasta unos 10 años después de haber finalizado las sesiones de radioterapia o quimioterapia.

Son muchas las razones por las que las personas con cáncer tienen dificultades para dormir. Entre ellas:

  • Ansiedad, estrés, preocupación o depresión ante la enfermedad y sus consecuencias a corto o largo plazo
  • Cambios físicos causados por el cáncer
  • Dolor o molestias debido a una cirugía
  • Estadías en el hospital
  • Efectos secundarios de medicamentos recetados para combatir ciertos síntomas, como el dolor, las náuseas o la ansiedad
  • Tratamientos como la quimioterapia

Si el paciente tiene un tumor, éste también puede provocar problemas que le dificulten el sueño, como presión, dolor, problemas gastrointestinales (náusea, estreñimiento o diarrea), irritaciones de la vejiga, incontinencia, dificultad para respirar, dolor y cansancio, entre otros.

Aunque las dificultades para dormir sean muy reales, muchos pacientes no las comentan con sus doctores, a no ser que éstos les pregunten específicamente si están durmiendo suficiente.  Muchos oncólogos incluyen preguntas relacionadas con el sueño en cuestionarios de evaluación del paciente durante cada visita. Dependiendo de la severidad de los síntomas, le recomendará algún medicamento que les ayude a dormir mejor, pero solamente por un corto plazo, o medicamentos que ayuden a controlar los síntomas que dificultan el sueño, como el dolor o la ansiedad.

Si eres un paciente con cáncer y necesitas dormir más y mejor, puedes realizar algunos cambios en tus hábitos o en tu entorno.  A continuación encontrarás algunos de los que recomiendan tanto el Instituto Nacional del Cáncer como la Sociedad Americana del Cáncer:

  1. Acuéstate solamente cuando tenga sueño.  Si no logras dormirte, es preferible que te levantes y te dediques a otra actividad durante un rato. Regresa a la cama solamente cuando te de sueño.
  2. Usa la cama y el dormitorio solamente para dormir, no para otras actividades como ver la televisión o leer.
  3. Establece una rutina.  Trata de acostarte y levantarte a la misma hora para habituarte a un horario.  ¿Y si el cuerpo te pide dormir más? Hazle caso. Conviene prestar atención y respetar las señales que te manda, pero una vez que te despiertes, trata de mantenerte lo más activo(a) que puedas.
  4. Haz ejercicio, por poco que sea.  Una caminata, aunque sea corta, ayuda a liberar tensiones, despejar la mente y hasta combatir el estreñimiento.  Eso sí, haz ejercicios de 2 a 3 horas antes de la hora en que habitualmente te vas a dormir.
  5. Si necesitas tomar una siesta (o varias) durante el día, trata de que no se prolonguen más de una hora para que no interfieran con tu sueño nocturno.
  6. Evita bebidas estimulantes, como el té o el café, antes de ir a dormir. En su lugar, bebe algo caliente, como una taza de leche, o una infusión (como té de manzanilla) para relajarte y ayudarte a dormir mejor.
  7. Procura que alguien te de un masaje relajante en la espalda o en los pies antes de ir a dormir.
  8. No bebas líquidos antes de acostarte para evitar visitas al baño durante la noche que interrumpan tu sueño.
  9. Toma los medicamentos recetados para el dolor o para dormir a la misma hora cada noche.
  10.  Haz que el dormitorio sea lo más cómodo posible. Idealmente que no tenga ruidos o luces que te molesten o distraigan y que tenga una temperatura agradable. Mantén la ropa de cama limpia, fresca y sin arrugas. Usa una pijama suelta y suave.  Ten a la mano una manta o colcha para arroparte en caso necesario, así como almohadas extra acomodarte, si la necesitas.

Si sigues experimentando insomnio prolongado y te levantas siempre muy cansado(a), consulta con tu oncólogo(a). Quizá te refiera con un especialista para encontrar la causa del insomnio.  Además, podría sugerirte terapia de relajación u otros cambios en tu comportamiento para ayudarte a dormir mejor.  Tómalo muy en serio.  Dormir es fundamental para que puedas hacerle frente al cáncer con todas tus energías físicas y emocionales.  Si no puedes lograrlo por ti misma(o), busca ayuda.

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Imagen: ©Shutterstock / amenic181

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