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Muchos estudios han descrito el impacto que tienen el abuso, el abandono y el maltrato que se sufre durante la niñez en el desarrollo cerebral. Pero sólo hasta ahora se conoce una investigación que se centra en analizar el impacto de las discusiones y los problemas familiares en el desarrollo del cerebro de los niños y los adolescentes.

Cuando se habla de una infancia traumática, sin duda alguna se piensa en las consecuencias que tiene esto en la salud mental. Abuso, abandono, maltrato y golpes son sin duda la receta perfecta para que quienes los padecen durante la niñez y la adolescencia tengan problemas relacionados con su salud mental. Depresión, ansiedad, problemas de aprendizaje, pensamientos suicidas, entre otros, aparecen en la lista.

Sin embargo, sólo hasta ahora se estudia el impacto de los conflictos familiares en el desarrollo cerebral de los niños y los adolescentes. Las discusiones entre padre y madre, la falta de afecto entre miembros de la familia, los problemas de comunicación, el abuso emocional y físico tienen un impacto importante en el cerebro, lo cual puede ocasionar enfermedades psiquiátricas más adelante en la vida.

El estudio, realizado por unos especialistas en la Universidad East Anglia de Inglaterra, usó la tecnología de imágenes para analizar el cerebro de 58 adolescentes entre los 17 y 19 años. Estos participantes fueron obtenidos de un estudio más grande que involucró a 1,200 adolecentes cuyos padres habían respondido preguntas acerca de eventos negativos que sus hijos habían experimentado cuando eran pequeños.

Las entrevistas que respondieron los padres se llevaron a cabo cuando los niños tenían 14 años. Se encontró que 27 de los 58 participantes habían sufrido adversidades durante la infancia. Además, cuando tuvieron 14 y 17 años, se les preguntó a los jóvenes acerca de experiencias negativas que experimentaron durante su último año en la familia o con amigos cercanos.

Los resultados dieron a conocer que aquellos jóvenes que habían experimentado dificultades familiares leves o moderadas desde que nacieron hasta que cumplieron 11 años desarrollaron un cerebelo más pequeño. El cerebelo es la parte del cerebro que se encarga de el aprendizaje de habilidades, de regular el estrés y el control sensorial y motriz.

Un cerebelo pequeño también indica que hay un riesgo de sufrir alguna enfermedad mental más adelante en la vida, ya que se ha encontrado en otros estudios, de manera consistente,  que quienes padecen enfermedades psiquiátricas tienen un cerebelo de menor tamaño.

También se encontró que los adolescentes que habían tenido problemas familiares cuando eran más pequeños estaban más predispuestos a haber sido diagnosticados con una enfermedad mental, así como a tener a uno de sus padres con algún trastorno mental, y además, tenían una percepción negativa de su infancia.

Este estudio, hecho en asociación con la Universidad de Cambridge fue publicado en la revista NeuroImage:Clinical y nos recuerda la importancia de (idealmente) crecer en un ambiente libre de adversidades para promover un desarrollo cerebral sano y prevenir problemas de salud mental a largo plazo.

Imagen © Shutterstock / fizkes

 

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