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Los niños a los que se les hacen estudios por tomografías computarizadas (TC o “CT scans” en inglés) del cerebro pueden tener más riesgo de desarrollar cáncer y leucemia cuando sean adultos, aunque esta posibilidad es pequeña, advierte nuevo estudio.

El espacio que nos rodea está repleto de ondas invisibles para el ojo humano, pero que cumplen distintas funciones en el medio ambiente, desde la luz y el sonido hasta las que permiten las comunicaciones de radio, televisión y la telefonía celular.

A veces, estas ondas pueden actuar sobre el cuerpo, ya sea para sanarlo o enfermarlo, y otras se usan en estudios para detectar problemas de salud. Es lo que ocurre con los rayos X, que se usan para tomar radiografías o tomografías computarizadas.

Las radiografías se usan para observar los huesos (y así ver por ejemplo, si están fracturados o rotos), para detectar problemas en los pulmones y el abdomen, caries dentales y otras condiciones. Las tomografías computarizadas, en cambio, usan un equipo especial de rayos X y computadoras potentes para crear imágenes transversales del cuerpo (obteniendo imágenes del área muy detalladas y precisas como si estuviese rebanando un pan), en busca de huesos fracturados, cáncer, coágulos de sangre, signos de enfermedad cardíaca y hemorragia interna, entre otros.

Cuenta la historia que al principio, cuando se descubrieron los rayos X, la gente los encontraba tan entretenidos que jugaba con ellos: los ubicaban en parques de diversiones, para que quien tuviera curiosidad pudiera ver sus huesos en vivo y en directo.

Con el tiempo se ha comprobado que eso es muy peligroso, ya que los rayos X aumentan las posibilidades de que las personas desarrollen cáncer. Por eso sólo hay que utilizarlos en casos donde realmente no exista otra alternativa para detectar posibles enfermedades o problemas de salud.

En busca de más información sobre este tema, un equipo de investigadores en Canadá y Estados Unidos analizó el efecto de los rayos X de las tomografías computarizadas en el cerebro, cuando se practican en los niños.

Para eso consideraron los datos de alrededor de 180 mil pacientes británicos menores de 22 años que se habían sometido a un estudio por tomografía computarizada entre 1985 y 2002, y los observaron hasta el año 2008. Tomaron en cuenta cuántos casos de leucemia y tumores cerebrales se presentaron, cuántos estudios se habían hecho y cuál era la dosis de radiación absorbida por el cerebro y la médula ósea.

Así detectaron que los niños que se someten a tomografías computarizadas de la cabeza podrían aumentar su riesgo de desarrollar cáncer cerebral y leucemia más adelante en la vida, especialmente si estos estudios se hacen antes de los 10 años de edad.

De todos modos, aclaran que el riesgo sigue siendo muy bajo y que las tomografías computarizadas deben ser practicadas selectivamente en los niños, sólo cuando no haya otro método mejor para detectar el problema.

Según los investigadores de este estudio que parece en la edición en línea del 7 de junio de la revista The Lancet, los niños son más sensibles a la radiación que los adultos y los padres pueden tomar algunas medidas para ayudar a limitar el riesgo, si un médico solicita una tomografía computarizada en el caso de su hijo.

Por ejemplo, pueden preguntarle al médico si el procedimiento es absolutamente necesario o si hay una prueba distinta que pueda proporcionar la misma información sin radiación, como un ultrasonido o una resonancia magnética (IRM).

También pueden consultarle al especialista cómo mejorará el estudio la atención de su niño, si el centro donde se practicará el estudio está acreditado por el Colegio Americano de Radiología (o por el Colegio Médico de tu país) y si las dosis de radiación que se utilizarán son las adecuadas para alguien de la edad del niño.

Y en caso de que el niño se haga estudios por tomografía computarizada, es importante que se tome nota de las pruebas que recibe y los niveles de radiación usados, para que puedan mostrarlos a otros médicos, si el hijo es atendido en distintos centros de salud.

Recuerda: el beneficio de usar ciertas pruebas a menudo es mucho mayor que el riesgo que implican. En el caso de las tomografías cerebrales con los niños, la recomendación es emplear la dosis más baja posible de radiación y usarla tomografías solamente cuando sean absolutamente necesarias desde el punto de vista médico.

Imágen © iStockphoto.com / JazzIRT

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