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La respiración del bebé es una de las primeras preocupaciones de los padres, sobre todo si son primerizos. ¿Cómo sabes si es normal, con qué frecuencia debes revisarla, o qué hacer si el bebé deja de respirar…? Entérate de las respuestas a esas preguntas y a otras inquietudes que seguramente sientes a menudo.

Seguramente que contemplar a tu bebé mientras duerme, respirando plácidamente en su cunita, te llena de amor y de paz. Pero sobre todo si es tu primer hijo, quizás tengas algunas dudas y preocupaciones, precisamente sobre si está respirando adecuadamente. Aquí estamos para responder a esas inquietudes que irás superando con información, práctica y con el paso del tiempo.

Los pulmones de tu bebé comienzan a desarrollarse en la quinta semana del embarazo y continúan creciendo durante toda la gestación.  Mientras está dentro del útero, rodeado del líquido amniótico, el bebé vive en un medio líquido y recibe el oxígeno a través de la placenta.  En el momento del parto, ya separado de mamá, sus pulmones aspirarán aire por primera vez.  La primera respiración propiamente dicha del bebé se realiza a los 10 segundos de nacer. Una vez que empieza, su cuerpo irá tomando un color rosado, y la respiración normal se producirá a un ritmo pausado.

Por lo general, los bebés hacen ruiditos al respirar, que se originan en las fosas nasales. La cavidad nasal es muy pequeña, y cuando el aire pasa por ellas, se producen esos ruiditos. Puede ocurrir también que el bebé tenga mucosidad, y en este caso, para que respire con más facilidad, debes limpiarlo por fuera con un pañuelo suave y por dentro con suero fisiológico. Puedes repetir la limpieza cada vez que el niño se congestiona, y mantenerlo semi-sentado, no completamente acostado.

Considera también que cuando el bebé duerme, lo hace en varias etapas. Estas incluyen períodos de sueño profundo y tranquilo, ratos de actividad y momentos en que respira ruidosamente. Eso es normal, y va evolucionando durante los primeros meses hacia una respiración regular.

¿Con qué frecuencia debes revisar a tu bebé?

Con la frecuencia que estimes necesaria. Cuando Claudia tuvo su primer bebé, se asustaba cada vez que lo dejaba durmiendo en su cuna, a pesar de que estaba colocada en la habitación de ella y de su esposo. Pensaba que si no se quedaba en vela junto a él observándolo dormir, para responder de inmediato a cualquier emergencia, el niño dejaría de respirar.

Pero la falta de descanso le produjo tal agotamiento, que llegó un momento en que no podía atender adecuadamente a nada, ni siquiera a las necesidades del bebito. Al fin, por consejo del pediatra, empezó a usar un monitor para bebés, que le permitía descansar, hacer sus labores y mantenerse atenta a cualquier ruido que hiciera el niño. Para ella, el monitor fue la solución a un problema, que afortunadamente nunca se presentó. Cuando dos años después tuvo a su segundo hijo, ya sabía lo que tenía que hacer.

¿Y si el bebé deja de respirar?

Si sospechas que tu bebé ha dejado de respirar, o si quieres asegurarte de que respira, tócalo o muévelo ligeramente. Si no responde, puede que esté atravesando un período de apnea (suspensión de la respiración). Llama enseguida al servicio de emergencias. Si sabes cómo aplicar la técnica de respiración artificial para bebés (algo que es conveniente que aprendas), hazlo sin demora mientras otra persona llama a emergencias. Si estás sola, dale respiración artificial (de boca a boca) por dos minutos, llama a emergencias, y vuelve a aplicar la respiración artificial hasta que tengas ayuda y llegue la asistencia médica profesional o el bebé empiece a respirar por sí solo.

Casos en que debes buscar ayuda médica inmediata:

Estas señales indican que el bebé tiene problemas para respirar bien y que debes buscar ayuda profesional inmediatamente:

  • Respira tan rápidamente que se sofoca (lo normal en un bebito es unas 60 respiraciones por minuto).
  • Se ensanchan sus orificios nasales cada vez que respira.
  • Gime o se queja cuando inhala y exhala aire, como si experimentara dolor.
  • Las uñas, la piel o los labios se ven azulosos o amoratados, y no se debe al frío.
  • La mucosidad en la nariz es tan espesa, que los orificios nasales están completamente tapados.
  • Tiene más de 37.5° C (99.5º F) de temperatura, y no hay manera de que le baje.
  • Cuando respira, se le marcan las costillas y se le hinchan las venas del cuello.

Es cierto que debes estar atenta para detectar de inmediato cualquier anormalidad en la respiración de tu bebé y actuar sin demora. Pero no hay necesidad de que te vuelvas obsesiva. Si lo vigilas de manera razonable cuando duerme, tomas las medidas necesarias, lo llevas regularmente al pediatra y sabes cuándo tienes que buscar ayuda, lo más probable es que no se presenten problemas serios en la respiración de tu niño.

 

Imagen © iStock / Lise Gagne

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