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Un estudio reciente sugiere que los sobrevivientes de cáncer que recibieron tratamiento con radiación de niños tienen mayor riesgo de padecer diabetes cuando son adultos. Teniendo este factor en cuenta, hay que estar preparados para prevenir, en lo posible, el desarrollo de esa condición.

Tanto el cáncer como los métodos para combatirlo pueden causarles problemas de salud  a los niños sobrevivientes meses o años después que el tratamiento termine, incluso si el tratamiento ha sido exitoso.  Desafortunadamente, tanto el cáncer como los tratamientos tradicionales (cirugía, terapia de radiación, quimioterapia o trasplantes de células madre), pueden dañar los órganos vitales, los huesos o los tejidos del cuerpo y causar problemas de salud a lo largo de la vida. Estas secuelas son conocidas como efectos tardíos.  Uno de ellos, la diabetes, provocada por la radiación, ha salido a la luz  a través de un nuevo estudio.

La investigación,  llevada a cabo en Francia y el Reino Unido, y publicada en The Lancet Oncology, es la primera en demostrar una relación entre la terapia de radiación para combatir el cáncer en la infancia y la diabetes en la edad adulta.

Los investigadores analizaron a más de 2,500 personas que habían sido tratadas por cáncer durante su infancia, entre 1946 y 1985, y que sobrevivieron al menos 20 años después del tratamiento. El estudio demostró que a los 45 años se había diagnosticado diabetes en 6.6% de los pacientes tratados con terapia de radiación, pero sólo en 2.3% de los que no habían recibido dicha terapia.

Los investigadores también averiguaron cómo se les había aplicado la radiación a los pacientes, y encontraron que la probabilidad de desarrollar diabetes era mucho mayor si la cola del páncreas había estado expuesta a la radiación. Pero si otras partes del páncreas habían recibido radiación, el riesgo de diabetes no era mayor. Según los investigadores, la diferencia podría deberse a que la cola del páncreas contiene un tipo de célula relacionada con la producción de insulina.

El estudio también reveló que las personas que recibieron mayores dosis de radiación en la cola del páncreas tuvieron casi 13 veces más de probabilidades de padecer de diabetes en los siguientes 20 años comparado con los que no la recibieron.

Otra cosa que afecta el riesgo de desarrollar diabetes es el tipo de cáncer. Hasta los 45 años, la diabetes se había diagnosticado en casi un 15% de los pacientes tratados por cáncer del riñón, mientras que el promedio de los pacientes tratados por otros tipos de cáncer incluidos en el estudio (como linfoma) era sólo de un 3%.

Según hacen notar los investigadores, esto último puede deberse a que la radiación para el cáncer del riñón suele concentrarse en el área abdominal, y eso aumenta las posibilidades de que la cola del páncreas quede expuesta a sus efectos. Las implicaciones son importantes, ya que la radiación es una parte esencial en el tratamiento de algunos tipos de cáncer. Hasta el momento del estudio, el páncreas era uno de los pocos órganos que no se consideraban en riesgo de tener complicaciones.

Los hallazgos del estudio, sin embargo, indican que el páncreas está en riesgo durante la radiación. De ahora en adelante, el páncreas tiene que ser considerado como un órgano fundamental, cuya posición debe considerarse cuando se planifique la terapia de radiación, especialmente si se trata de los niños, para que la radiación se aplique en la dosis más baja posible.

Si tu hijo o algún niño de tu familia ha tenido que recibir terapia de radiación para combatir cáncer en el área del abdomen, es importante un seguimiento a largo plazo para detectar lo antes posible cualquier señal de diabetes que pudiera presentarse.

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Imagen: ©Shutterstock / Will E. Davis

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