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La chía es una semilla muy popular en la alimentación, sobre todo en países de Latinoamérica como México. Se usa hasta en agua de limón pero, además de su sabor o textura, se sabe que tiene varios beneficios para la salud. Vamos a conocerlos.

Su nombre científico es salvia hispánica, son semillas pequeñas y negras y cuando entran en contacto con el agua sueltan una especie de gel o baba que las recubre y que, se dice, ayuda a muchos procesos digestivos, como el estreñimiento.

Parecen ser originarias del centro de América, el imperio Mexica (Azteca) las usaba comúnmente en su dieta y hasta la fecha son parte de la alimentación básica de esta región. Se extraen de una planta desértica que es un pariente de la menta.

Contienen fibra, son antioxidantes y además, aportan minerales como magnesio, calcio, zinc y hierro. Son ricas en omega 3 y omega 6, que son ácidos grasos muy saludables y que se deben de obtener de la alimentación porque el cuerpo por sí solo no los produce.

Es un alimento saludable porque también aporta proteínas y las grasas que contiene son grasas saludables, así que también se les ha vinculado con terapias para adelgazar y/o frenar el aumento de peso. Además, se sabe que son seguras, pues incluso se han recomendado en las dietas de las embarazadas para proporcionar nutrientes sin comprometer su peso ni su salud.

En la presentación en aceite, la semilla de chía aporta todavía más ácidos grasos que sola.

¿Qué dice la ciencia?

Varios estudios en humanos y en animales sugieren que las semillas de chía podrían reducir el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y aunque se requieren más estudios, la evidencia científica es prometedora.

De cualquier manera, las tradiciones antiguas de América así como la sabiduría popular le han otorgado múltiples propiedades curativas, algunas de ellas dicen que ayuda contra el cáncer, es anticoagulante, contra las alergias y el alcoholismo, es antiviral, ayuda a prevenir la depresión, diabetes, desequilibrios hormonales, inflamaciones, estreñimiento, enfermedad celiaca (intolerancia al gluten), dolores en las articulaciones o enfermedades de hígado, riñones, páncreas, en la piel o trastornos nerviosos.

De todo esto, hay poca investigación científica que lo compruebe al 100%, pero mucha gente ha reportado que para enfermedades cardiovasculares, reducción de colesterol y prevenir el estreñimiento, la chía ha dado resultados.

De hecho, el medio profesional Medscape publicó los resultados de una revisión muy extensa de artículos sobre estudios previos publicados en inglés en el tema de nutrición y de suplementos conocidos como nutraceuticals para el tratamiento de los trastornos del colesterol y los triglicéridos (otras grasas) elevadas en la sangre, que los investigadores obtuvieron a través de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y del National Library of Congress. Esta revisión comprobó que una dieta que reduce los lípidos en el organismo, así como los suplementos alimenticios ricos en omega-3, sí beneficia a los pacientes con enfermedades cardiovasculares y coronarias y también reduce el depósito anormal de grasas, así como los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre. Obviamente, lo ideal es que la dieta complemente al tratamiento supervisado por el médico, es decir, un programa combinado. Que seguramente la alimentación saludable será parte del programa que te recomendará tu médico.

Además, un estudio reciente encontró también que la chía podría tener beneficios en cuanto a reducir el nivel de azúcar en la sangre después de comer (lo cuál podría ser potencialmente benéfico para los pacientes con diabetes o con riesgo de padecerla).

No te olvides de siempre preguntarle a tu médico qué tan seguro es usar este o cualquier otro suplemento alimenticio. Aunque es natural, él o ella debe saber qué forma parte de tu dieta. Recuerda que podría tener interacciones con algunos medicamentos, hierbas y/o suplementos.

Además, la semilla de chía no se debe tomar con otros medicamentos y/o alimentos que adelgacen la sangre (como la aspirina) porque puede aumentar el riesgo de sangrado. Y debes evitarla antes de una cirugía y si tienes algún problema cardiaco o presión arterial baja, también debes ser cuidadoso con su uso y hablar con tu médico antes de tomarla.

¿Cómo se utiliza?

La chía normalmente viene entera (las pequeñas semillas) pero también se puede encontrar mezclada con otros suplementos (semillas de linaza, por ejemplo) o bien, molida. Normalmente se recomiendan unos 10 a 15 gramos máximo diarios (que son como 2 cucharadas de semillas) y se dice que estas cantidades contienen 3,000 miligramos de ácidos grasos omega-3. En niños es mejor usar dosis más bajas (entre 4 a 7 miligramos o una cucharada diaria).

La chía no es la única fuente de omega-3, también se encuentra en pescados grasos como el salmón o el atún, por ejemplo, pero la chía es una buena fuente vegetal de este ácido graso. Los beneficios para el corazón de estos se conocen ampliamente y están también en otro tipo de semillas como la de linaza, las nueces o la soya.

Se pueden usar espolvoreadas en pasteles, en bebidas (como el agua de limón con chía, tan popular en México) licuados, batidos, yogurt, frutas, cereales, ensaladas, sopas, pastas o junto a las mezclas que se hacen para preparar repostería.

Normalmente se comen crudas pero hay sitios en donde también se usan sus brotes tiernos (no sólo las semillas) que son ricos en nutrientes, fáciles de mezclar en ensaladas, sándwiches o como guarnición en otro tipo de platillos.

Recuerda que…

Es importante que uses los suplementos alimenticios con inteligencia. Revisa bien las etiquetas para ver qué contiene y con qué está mezclado. Sigue las instrucciones de uso y recuerda que las mezclas pueden contener muchos otros compuestos desconocidos que podrían tener riesgos al combinarse con otros medicamentos o suplementos.

Ten precaución especialmente si estás embarazada, lactando o planeas dárselo a niños pequeños (aunque la chía se considera segura no se sabe si los otros componentes que la acompañan lo sean también). En Estados Unidos la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y los organismos equivalentes en otros países podrían regular los suplementos alimenticios con mucho menos rigor que las medicinas convencionales.

 

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Imagen: ©Shutterstock / Makistock

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