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La disfunción eréctil es un problema masculino que consiste en la incapacidad persistente para lograr y mantener una erección suficiente para mantener una relación sexual satisfactoria. Se trata de una enfermedad que puede afectar tanto a la salud psíquica de la persona como a su bienestar psicosocial, con un impacto significativo en su calidad de vida y en la de su pareja y que en la actualidad todavía acarrea un importante estigma social, que dificulta muchas veces que el hombre acuda a la consulta del especialista e intente ocultar su problema.

La disfunción eréctil además no es algo esporádico o poco casual, sino que tiene una incidencia y prevalencia elevada en todo el mundo. Un estudio realizado en Estados Unidos entre 1987 y 1989 comprobó que entre los varones de 40 y 70 años había una prevalencia global del 52%. Estos datos son similares en otros estudios realizados en países como Alemania o España. En general se considera que la disfunción eréctil es una enfermedad que afecta al menos al 20% de la población masculina prácticamente en todos los grupos de edad a partir de los 25 años.

“Debido a la alta prevalencia de esta patología en los hombres y al gran impacto que produce sobre la calidad de vida, tanto del varón que lo presenta como de su pareja, y a su conocida relación con la enfermedad cardiovascular, es importante optimizar la práctica clínica de la disfunción eréctil para llevar a cabo un adecuado manejo que permita mejorar la calidad de vida de estos pacientes”, explica el Dr. Jesús Moreno, jefe del Servicio de Urología del Hospital Clínico de San Carlos de Madrid.

¿Existen factores de riesgo para la disfunción eréctil?

La disfunción eréctil es una enfermedad que puede estar motivada por diferentes causas. Por eso hay varios factores que pueden incidir en su aparición. Estos son los más comunes según el experto:

  • Prostatectomía radical, una cirugía en la que se extirpa toda la próstata y algunos tejidos alrededor de esta y que es habitual en el tratamiento del cáncer de próstata cuando se piensa que el tumor no se ha propagado.
  • Diabetes, especialmente en aquellos varones que padecen diabetes tipo 2 y que puede deberse al daño de los nervios y vasos sanguíneos, causado por un escaso control de la glucosa en la sangre a largo plazo.
  • Uso de fármacos de acción hormonal, que se usan para varias enfermedades, como el tratamiento del cáncer. Estos medicamentos inhiben la función de las hormonas que están ligadas a las características masculinas y por lo tanto pueden afectar el desempeño sexual, especialmente cuando se toman durante años.
  • Edad, ya que la disfunción eréctil aparece con mayor frecuencia en hombres de más de 40 años. Entre los 40 y los 70 años se ha comprobado que el 30% de los varones sufren algún tipo de disfunción eréctil, que puede ser más o menos severa.

¿Cómo se diagnostica la disfunción eréctil?

Un episodio aislado de disfunción eréctil no debe ser motivo de alarma. Existen una gran multitud de factores que pueden hacer que en un momento dado el varón no alcance una erección suficiente para completar el acto sexual, pero eso no quiere decir que haya un problema físico. Cuando estos episodios se repiten de forma continuada y próxima en el tiempo es cuando es necesario acudir a un especialista que pueda descartar problemas mayores.

“Normalmente se inicia todo con la realización de una historia clínica, con especial atención a la historia sexual, evaluación del estado psicológico y existencia de síntomas de hipogonadismo o de síntomas del tracto urinario inferior”, explica el Dr. Moreno, quien señala como tras esta primera evaluación lo normal es realizar una exploración física, dirigida al sistema genitourinario, incluyendo un tacto rectal. “También es normal solicitar una analítica que determine la presencia de testosterona y los niveles de glucemia de la persona”.

Aunque no siempre, también puede ser habitual evaluar el riesgo cardiovascular, sobre todo en personas con factores de riesgo. “Todo esto nos permite una evaluación inicial tras la que se recomienda comenzar un tratamiento sin necesidad de estudios más avanzados. De necesitar pruebas especializadas, las más utilizadas son la ecografía peneana, que explora la función vascular. Otros estudios mucho más específicos, como estudios radiológicos intervencionistas o arteriografías apenas son utilizados en la actualidad”, añade el especialista.

¿Existe un tratamiento para la disfunción eréctil?

Una vez que la disfunción eréctil es diagnosticada, el Dr. Moreno señala que es importante conocer los factores tanto psicológicos como fisiológicos que intervienen en la respuesta sexual individual, así como exponer las expectativas y necesidades y las opciones de tratamiento disponibles. 

Según la causa y la gravedad de la disfunción eréctil así como las afecciones médicas subyacentes, existen diferentes opciones de tratamiento, siendo también importante las preferencias de la persona que la padece. Estas son las más habituales:

  • Medicamentos orales, entre los que se incluyen algunos como la viagra, el cialis, el levitra o el stendra. Estos cuatro medicamentos mejoran los efectos del óxido nítrico, una sustancia química natural que produce el organismo y que relaja los músculos del pene. Esto aumenta el flujo sanguíneo y permite lograr una erección en respuesta a la estimulación sexual.
  • Otros medicamentos. También existen otros medicamentos como la autoinyección de alprostadil, el supositorio uretral de alprostadil o el reemplazo de testosterona.
  • Bomba peniana, cirugía e implantes. Si los medicamentos no son eficaces ni adecuados, estas son otras opciones posibles

“Aunque se dispone de diversos fármacos para la disfunción eréctil, entre el 30 y el 40% de los personas que la padecen no responden al tratamiento con un único fármaco, por lo que es necesario recurrir a combinaciones, que deberán siempre tener en cuenta las características de cada paciente para un tratamiento lo más personalizado posible”, añade el experto quien destaca que aunque existan fármacos, tampoco se debe descartar la importancia de un adecuado asesoramiento psicológico.

 

Por Miguel Ramudo
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