Skip to main content
  • Un análisis de más de 2500 estudios científicos revela que el impacto del uso de pantallas en niños y jóvenes es generalmente pequeño y variable, afectando la alfabetización de manera negativa pero mostrando efectos positivos cuando los padres participan.
  • El estudio, publicado en la revista Nature Human Behaviour, cuestiona la simplicidad de las actuales directrices y aboga por unas más específicas que consideren supervisión y contexto.
  • El Dr. José César Perales, catedrático de Psicología, señala que el riesgo del uso de pantallas es cuantitativamente pequeño o moderado, pero muy heterogéneo. Critica el alarmismo actual como ideológico, abogando por directrices más informadas y específicas que evalúen la complejidad del tema y proporcionen información a padres y médicos.

La tecnología ha llegado para quedarse. Los dispositivos electrónicos están cada vez más presentes en nuestras vidas y la de nuestros hijos. Los celulares, los videojuegos, la computadora y la televisión ganan cada vez más espacio. Según datos de la Academia Americana de Pediatría, los niños se pasan un promedio de siete horas diarias frente a los dispositivos electrónicos. Pero, ¿qué efectos puede tener esta realidad en su salud?

Una gran investigación científica, que consistió en la revisión de más de 100 metaanálisis y cerca de 2500 estudios con datos de más de  1,937,501 participantes, analizó el uso de pantallas por parte de niños y jóvenes y así como sus consecuencias sobre su aprendizaje y salud. Las conclusiones son que, en general, los efectos son pequeños y varían según el tipo de uso y el contexto. Los resultados se publican en la prestigiosa revista científica Nature Human Behaviour.

En concreto, los investigadores observaron una asociación negativa entre el uso de pantallas y la alfabetización. Sin embargo, este efecto fue positivo cuando los padres veían la pantalla junto a sus hijos. En el ámbito de la salud, se encontró evidencia de varias asociaciones negativas leves; por ejemplo, el uso de redes sociales se asoció con la depresión.

El Dr. José César Perales, catedrático de Psicología en la Universidad de Granada, en declaraciones al Science Media Center considera que “este es un tema con una gran polarización y en el que se cruzan conflictos de intereses por parte de varios actores. Por tanto, el objetivo es precisamente hacer una valoración lo más objetiva y sistemática posible de esa evidencia existente. Como no podía ser de otra manera, los resultados finales coinciden con los de las investigaciones previas de mayor calidad y ponen en cuestión los de las investigaciones de calidad más dudosa”.

Según este experto, las implicaciones del estudio son importantes. “Por la parte en la que tengo una opinión más informada (la de los posibles riesgos), la conclusión principal es que los riesgos del uso de pantallas son, en general, cuantitativamente pequeños o moderados en promedio y, sobre todo, muy heterogéneos. Que no haya homogeneidad en los resultados quiere decir que hablar de riesgos del tiempo de pantalla es simplista y no tiene en cuenta variables moderadoras importantes, por ejemplo, que el uso de pantallas sea supervisado o no, la edad, el género, o las actividades concretas que se realizan en el entorno digital. También señala la falta de evidencia para adoptar medidas drásticas basadas exclusivamente en el tiempo de uso y pone de manifiesto que el alarmismo sobre el uso de pantallas está actualmente injustificado con la evidencia en la mano, y es una cuestión más ideológica que científica”.

Tal y como se dice en el propio artículo: “Nuestros resultados tienen varias implicaciones para la política y la práctica. En general, nuestros hallazgos coinciden con las recomendaciones de otros que sugieren que las directrices actuales pueden ser demasiado simplistas, caracterizar erróneamente la fuerza de la evidencia o no reconocer los matices importantes de la cuestión. Nuestros hallazgos sugieren que el uso de pantallas es una cuestión compleja, con asociaciones basadas no solo en la duración y el tipo de dispositivo, sino también en el contenido y el entorno en el que se produce la exposición. Muchas directrices actuales simplifican esta compleja relación como algo que debe minimizarse. Sugerimos que las futuras directrices deben tener en cuenta la complejidad de la cuestión y proporcionar a padres y médicos información específica para sopesar los pros y los contras de las interacciones con las pantallas”.

Aunque se trata de un estudio con limitaciones, “esto no quiere decir que estos riesgos o beneficios sean realmente pequeños. Simplemente la evidencia, incluso seleccionando los estudios de mayor calidad, es insuficiente para ser concluyente sobre la existencia de efectos sustanciales del uso de pantallas sobre el bienestar y la salud. Al igual que no puede concluirse que esos efectos existan, tampoco puede concluirse que no existan”, añade el Dr. José César Perales, que enfatiza que “la conclusión final debería ser que es pronto para justificar una alarma desproporcionada por el uso de pantallas y que es necesario mejorar la forma en que se realiza la investigación al respecto”.

Por Karla Islas Pieck
© 2024 Hispanic Information and Telecommunications Network, Inc (HITN). All rights reserved.
Imagen: ©Shutterstock / fizkes

Comentarios de nuestra comunidad