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  • Un estudio científico en ratones sugiere que las adversidades vividas en las primeras etapas de la vida, como la separación de la madre, pueden afectar el funcionamiento neurológico y causar pánico y ansiedad en etapas posteriores. 
  • Además, estos efectos pueden transmitirse durante al menos dos generaciones. Los investigadores también descubrieron que un diurético llamado amilorida puede revertir estos efectos, lo que abre la puerta a futuros estudios en humanos para tratar condiciones como los ataques de pánico.
  • Se necesita más investigación para comprender completamente estos hallazgos y su relevancia para los seres humanos.

Mucho se ha discutido sobre qué peso que tiene la genética y qué peso los factores sociales y ambientales en nuestra vida. ¿Realmente nos influyen las experiencias de nuestros padres o abuelos, incluso aunque no hayamos sido criados por ellos?, ¿nos pueden afectar los estímulos que recibimos cuando estábamos en el útero?, ¿o las experiencias vividas en los primeros meses de vida, aunque no los recordemos?

Un nuevo estudio científico realizado en ratones sugiere que las adversidades vividas en las primeras etapas de la vida, como la separación de la madre, pueden alterar el funcionamiento neurológico, provocando que algunos animales experimenten pánico y ansiedad en etapas posteriores. Además, los resultados de este estudio, publicado en la prestigiosa revista científica Science Advances, muestran que estos cambios pueden transmitirse durante al menos dos generaciones.

Los investigadores también pudieron comprobar que la inhalación de un fármaco, el diurético amilorida, es capaz de revertir estos efectos. Esto abre la puerta a realizar futuros estudios en humanos para comprobar si este medicamento podría tener un efecto positivo para el tratamiento de los ataques de pánico, por ejemplo.

El Dr. Raül Andero Galí, psicólogo y profesor de Investigación ICREA en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), considera que “es un estudio interesante, donde el fármaco amilorida parece que puede tener efectos beneficiosos para tratar y prevenir los efectos de experiencias estresantes traumáticas en ratones y su descendencia”, según declaraciones al Science Media Center España.

Para este experto, lo más destacado del estudio es que los efectos beneficiosos del fármaco amilorida parece que persisten durante tres generaciones en ratones. Sin embargo, los autores todavía no saben exactamente cómo puede estar pasando esta transmisión intergeneracional del efecto del fármaco, lo que resta mi entusiasmo por el estudio. “Son resultados muy novedosos, pero también preliminares y deben ser confirmados y extendidos por otros laboratorios incluyendo experimentos en personas”. 

Por su parte, el Dr. Ángel Barco, director del Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), añade que “en el estudio se realiza la interesante observación de que algunos comportamientos asociados a un paradigma de separación maternal (una forma de estrés a temprana edad), como la hiperventilación en respuesta a hipercapnia (niveles altos de CO2 en sangre) y una mayor sensibilidad al dolor, se observa en los “hijos/as” y “nietos/as” de los animales que sufrieron la separación maternal”.

A su juicio, aunque los autores plantean la existencia de posibles mecanismos epigenéticos, en realidad “el estudio plantea más preguntas que aporta respuestas”.

Aunque se trata de un estudio en ratones y será necesario hacer nuevos trabajos de investigación en humanos, estos datos nos hacen pensar que es posible que las experiencias vividas tengan un efecto importante en nuestra vida y nuestra salud a largo plazo. Incluso pasando de una generación a otra.

 

Por Karla Islas Pieck
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Imagen: ©Shutterstock / Marko Aliaksandr

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