La mayoría de los pacientes con cáncer se preocupan por el dolor y le temen. Se calcula que un tercio de ellos lo experimentan en algún grado, ya sea leve, moderado o intenso y por diferentes razones. Pero cualquiera que sea la causa, ninguno tiene que padecerlo. El control del dolor es parte del tratamiento y la recuperación del cáncer. Garantiza una mejor calidad de vida y mayores probabilidades de supervivencia. Si tienes dolor, debes contar con el apoyo de tu equipo de oncología para encontrar la solución.
Uno de cada tres pacientes con cáncer que recibe tratamiento experimenta algún tipo de dolor. Y mientras más avanzado sea el cáncer, las probabilidades de sufrirlo aumentan todavía más.
Para algunos pacientes, la causa principal es el mismo cáncer. A medida que un tumor aumenta de tamaño y se extiende, ya sea en el área de origen o en la metástasis, puede ejercer presión sobre un órgano, un hueso o en una articulación ocasionando dolor. En otras ocasiones, puede sentirse cuando el tumor avanza dañando los tejidos y los nervios cercanos a él, o cuando produce sustancias químicas que destruyen el equilibrio en esa área del cuerpo.
Los tratamientos para el cáncer, aunque son necesarios y beneficiosos, podrían causar dolor. La cirugía, por ejemplo, podría ocasionarte dolor en el proceso de recuperación. Por otro lado, la quimioterapia y la terapia de radiación a menudo dañan células saludables ocasionando efectos secundarios dolorosos como quemaduras, lesiones en la boca, nervios dañados (neuropatía), entre otros. A pesar del dolor, es necesario continuar con los tratamientos, pero hablando con el oncólogo para encontrar alivio a esos síntomas.
Cada persona experimenta el dolor de forma única, con mayor sensibilidad o resistencia al mismo. Pero en términos generales, el dolor producido por el cáncer se divide en los siguientes tipos:
Existen varios métodos para aliviar y controlar el dolor que pueden usarse individualmente o en conjunto para lograr mayor que sean más efectivos. Si la causa es un tumor, la eliminación del mismo (ya sea mediante cirugía, ablación, o tratamientos como la terapia de radiación o la quimioterapia), es la que proporciona el alivio. Pero por lo general, el método más común es utilizando medicamentos. Entre ellos:
Otras formas de aliviar el dolor incluyen bombas para enviar el medicamento directamente a la médula espinal, bloqueo de los nervios, fisiatría (medicina de rehabilitación física) y otras estrategias como masajes, acupuntura, yoga, reflexología, aromaterapia, terapia musical, así como otras estrategias de tipo psicológico y de comportamiento como la meditación y la relajación profunda que ayudan a calmar la ansiedad y la depresión que a menudo acompañan al dolor.
Hay que tener presente que todos estos métodos tienen sus ventajas y sus riesgos y conviene discutirlos con el médico antes de ponerlos en práctica. La radioterapia puede causar ardor, enrojecimiento, decoloración y hasta quemaduras en la piel, pero además, dependiendo del área del cuerpo en que se aplique, puede causar cansancio, úlceras en la boca y/o diarrea. La quimioterapia, por su parte, además de la náusea y la fatiga, puede causar pérdida del cabello, infertilidad, y dejar al paciente más propenso a infecciones, entre otros muchos efectos secundarios potenciales.
Los analgésicos, especialmente los más fuertes, como los opioides, pueden causar estreñimiento, pero éste se puede contrarrestar al aumentar el consumo de fibra, agua, ejercicio y el uso de medicamentos que estimulen el movimiento de los intestinos. El sueño, la confusión y el letargo son efectos que pueden interferir con las actividades de la vida diaria, especialmente con las primeras dosis. Es importante que le reportes al doctor si desarrollas cualquier otro efecto secundario como alucinaciones o cambios en tu comportamiento para que modifique tu medicamento.
El temor a algunos efectos secundarios, como el posible daño al hígado o al riñón o a que el uso prolongado de las medicinas para el dolor les cause adicción, hace que muchos pacientes no hablen abiertamente con su médico y sufran en silencio. En relación a esto, la Sociedad Americana contra el Cáncer advierte:
No aceptes al dolor como algo “normal” porque tienes cáncer. Si lo tienes, es vital que se lo comuniques al médico. Como otros síntomas, tiene alivio y solución, pero depende de ti pedir la ayuda que necesitas y es muy importante para tu recuperación.
Publicación original: 2014
Ultima revisión: 2020
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