Mucho se habla sobre las vitaminas más famosas, como pueden ser la B (especialmente la B12), la vitamina C, así como la muy conocida vitamina D. Pero hay una muy poco discutida, pero que es extremadamente clave en la salud corporal, especialmente en lo que respecta a la coagulación sanguínea: la vitamina K. Nombrada así por el Danés Henrik Dam (quién ganó el nobel por su descubrimiento) a propósito de su función principal la coagulación (Koagulation en alemán). En este artículo te contaremos por qué a los bebés de todo el mundo es lo primero que se les inyecta al nacer, las funciones de esta vitamina y donde puedes consumirlo.
¿Por qué es tan importante?
Para poder mantenernos saludables no solo necesitamos de comer los mejor nutrientes posibles, que son los materiales con los cuales se construyen nuestras estructuras corporales, sino también de pequeñas moléculas que ayudan a guiar la forma en la que se construyen nuestras células, además de ser mediadores en muchos procesos biológicos. Nos referimos a las vitaminas y minerales: un ejemplo es el hierro, mineral indispensable para producir la hemoglobina encargada de llevar el oxígeno; o la vitamina D, la cuál permite que se absorba el calcio en el intestino y permite que se deposite en los huesos.
En el caso de la Vitamina K -de la que te hablamos hoy- esta vitamina tiene un rol crucial en dos áreas importantes:
Para cumplir estas funciones la vitamina K se compone de dos moléculas diferentes:
La cantidad es lo que importa
Es muy poco probable que exista una deficiencia (hipovitaminosis), salvo en el caso de tener problemas hepáticos, celiaquía, colitis ulcerosa o tener una cirugía bariátrica.
En relación a la cantidad de vitamina K necesaria depende por edad y sexo, aunque en general la dosis necesaria es equivalente a la que puede aportar comer:
Interesantemente, el producto que tiene la mayor cantidad de vitamina K es un alimento fermentado tradicional de Japón llamado Nattō. El cual consiste en semillas de soja fermentadas con las que se elabora un producto con textura babosa y de fuerte olor.
Si se produce una deficiencia de esta vitamina es probable que se haga más lenta la coagulación e incluso se reconozca mayor presencia de moretones o sangrado en la boca. Además, los huesos pueden debilitarse y aumentar el riesgo en la vejez de tener osteoporosis. Se ha reconocido que una baja concentración de la vitamina K puede también aumentar los riesgos coronarios y de algunos tipos de cáncer, pero no es conclusiva la evidencia aún.
Pero recuerda que la salud no radica solo en un nutriente; es tener una sinergia de todos los componentes nutricionales. Aunque es crucial tener una buena cantidad de vitamina K, es solo una pieza de un gran rompecabezas que se compone de tener una dieta balanceada rica en frutas, vegetales, granos enteros, legumbres y buenas fuentes de proteínas; sin olvidar realizar ejercicio de manera rutinaria.
Por Carlos Diego Ibáñez
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