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Cuando pensamos en los microorganismos quizá nos viene a la mente la idea de los patógenos,  esos seres microscópicos que tienen como único fin usarnos de alimento. En el mundo de la medicina, que se dedica entre otras cosas a tratar las infecciones, los expertos han visto que los microbios son parte de algo mucho más grande: la mayoría de las bacterias y hongos que nos rodean, quieren vivir en armonía. Es más, en el cuerpo humano, las células humanas son menos de la mitad en comparación con las de microorganismos. ¡Bienvenidos al mundo de la microbiota!

El ecosistema es algo que está presente en los entretenidos documentales de la televisión o del streaming. Para la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad de México es “el conjunto de especies -seres vivos- de un área determinada que interactúan entre ellas y con su ambiente”. Para que un ecosistema dure, este debe estar en equilibrio. ¿Serán los humanos un ecosistema?

La respuesta es sí. Y cada día se encuentran evidencias que lo sustentan. Es más, igual que en un bosque, los microorganismos que forman la microbiota van cambiando según el momento y contexto en el que nos encontramos. No siempre nuestro ecosistema será igual.

Todo comienza en el parto

Nuestra madre, en el nacimiento, nos entrega los primeros compañeros microscópicos. Pero, no todos nacemos igual. Ya eso tiene un impacto en nosotros:

  • Parto natural: Se reciben los microorganismos residentes en la vagina y vulva. Estos son los primeros tipos de bacterias que viven en todo el sistema digestivo. Se activa el sistema inmune porque ya va conociendo cuáles serán sus aliados para toda la vida
  • Parto por cesaría: Cada día más común. En Latinoamérica 5 de cada 10 partos se realizan de esta manera. Para los microbiólogos, la gran dificultad radica en que la microbiota que primero recibe el bebé es el de la piel, muy diferente al vaginal. Eso produce una primera microbiota o flora intestinal anormal y el sistema inmune tendrá dificultades para aceptar a las bacterias y hongos que llegarán después

Otro momento muy importante, para activar la microbiota, y educar el sistema inmune, es la lactancia. También, hay dos caminos:

  • Amamantamiento: La leche materna además de alimentar al bebé, también, se están alimentando específicamente a los microorganismos intestinales. Principalmente mediante azúcares (HMO) que no pueden ser digeridos por los recién nacidos, pero sí los disfrutan las bacterias intestinales; “es un regalo de bienvenida”, señala Ed Yong en su libro “yo contengo multitudes”. Junto a eso, se entregan anticuerpos iniciales que le permitirán poner al sistema inmune en clases intensivas. En conjunto se elige a la diversidad de microorganismos correctos que aseguren un bebé sano y normal
  • Fórmula: Desde un punto de vista nutricional, cada día los componentes son similares a la leche materna. La gran dificultad está en que la formula no trae todos los componentes que aún no conocemos, o entendemos, dejando en evidencia un mayor riesgo de alergias, deficiencia en grasas necesarias, vitaminas y minerales producidas por ciertos microorganismos clave. Es por ello, que cada vez se agregan más componentes, como el HMO en las fórmulas.

¿Dónde los encontramos?

Aún no existe un absoluto conocimiento sobre cómo funciona y que hace en totalidad en nuestro cuerpo la microbiota. Pero sí sabemos dónde se encuentran y muchas de sus funciones. Por ejemplo, el microbiólogo Nicola Segata señala: “Muchas enfermedades no transmisibles -cáncer, diabetes, cardiovasculares- están asociadas, en cierta manera con la microbiota”. En general, nos ayudan a mantener a raya a patógenos, enseñar el sistema inmune y entregarnos algunos nutrientes. Pero ¿Dónde se encuentran?:

  • Genitales: En distintos lugares del mundo cambia la variedad de microorganismos, en el caso de la de Latinoamérica, se ha asociado con una mayor propensión a la vulvovaginitis y de contagio del Virus del Papiloma Humano. Conoce acá algunos consejos.
  • Piel: La piel en general es prácticamente un desierto, pero en zonas de humedad o con grasa hay un reservorio de bacterias y hongos (el olor del sudor es muestra de ello). En nuestra vida cambia constantemente, es más, se puede predecir la edad aproximada estudiando el ecosistema dérmico. 
  • Vías respiratorias: Cambios en la microbiota se asocian con el asma y que ingresen patógenos que producen influenza, bronquiolitis y hasta sinusitis. 
  • Boca: Tiene una gran variedad de microorganismos beneficiosos. La saliva, lengua, paladar, encías y dientes tienen diferencias en sus colonias microscópicas. La correcta higiene bucal y de microorganismos es clave, esto porque es muy sencillo atraer a microorganismos patógenos.
  • Tracto digestivo: Es el que más interés produce en las personas (¿o nunca han comido un yogurt con probióticos?). Sin nuestra microbiota sana, la absorción de muchos nutrientes es imposible. En la apéndice se mantiene resguardada una pequeña parte de toda nuestra microbiota intestinal en ‘casos de emergencia’, como una fuerte diarrea, luego de una infección o tratamientos con antibióticos; por eso en algunos casos se infecta y hay que extirparla.

El acceso a la salud, y una mejor esperanza de vida, nos ha alejado de los microorganismos, reduciendo su diversidad. Las personas que viven en pueblos pequeños y rurales mantienen, en general, una microbiota ‘ideal’. Razón que puede explicar la menor cantidad de casos de estrés, alergias, cáncer y otros. 

Los Yanomami de la jungla amazónica de Venezuela, tiene la mayor diversidad de bacterias intestinales de todos los seres humanos en la tierra, mucho mayor, especialmente que los residentes de Estados Unidos.

Finalmente, los contactos de los niños en la naturaleza a temprana edad deben mantenerse y aumentarse en lo posible. Al igual que la exposición a mascotas, que puede reducir los desórdenes alérgicos y la obesidad en niños. 

Mireia Valles-Colomer, investigadora de la Universidad de Trento, recientemente, junto con colaboradores de todo el mundo (incluso Argentina), publicaron un artículo que muestra la importancia, y como se produce, la transmisión microbiológica entre personas. Ella señala que “las interacciones sociales [en la casa, con parejas y amigos] realmente cambian la composición de nuestro microbioma [microbiota]”. Volvamos a reunirnos, a salir a la naturaleza y si es acompañado de nuestros amigos de cuatro patas, mejor.

 

Por Carlos Diego Ibáñez
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