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El paciente que tiene o ha tenido cáncer necesita alimentarse bien para hacerle frente a la condición y a su tratamiento.  Pero sucede que muchos de sus efectos secundarios, como la náusea, la falta de apetito, las lesiones bucales y hasta el cambio de gustos y sabores, pueden impedir que se nutra adecuadamente. ¿Qué pueden hacer el paciente o la persona a su cuidado?  Aquí les damos algunas sugerencias.

Todos necesitamos comer para vivir y lo ideal es que además de llenar una necesidad, sintamos placer al saborear los alimentos y disfrutemos la compañía de los que comparten con nosotros la mesa.  Pero para muchos enfermos, y particularmente los pacientes que tienen o han tenido cáncer, comer se convierte en un trabajo y a veces, en momentos desagradables.  Imagínate tener que comer cuando te duele la boca, debido a que tienes úlceras o que tus encías están sensibles, cuando los alimentos adquieren un sabor diferente o no saben a nada, o cuando tienes náuseas o un cansancio tan intenso que hasta masticar y tragar se convierten en un gran esfuerzo.

Y sin embargo, precisamente en esos momentos es cuando más se necesita la energía de los alimentos para hacerle frente al tratamiento. Aquí encontrarán algunas sugerencias para facilitar el proceso que les ayudará, ya sea que seas un(a) paciente, un familiar o que tengas a alguien bajo tu cuidado.

1. Mayor flexibilidad y menos estrés a la hora de la comida  

La hora del almuerzo o la cena puede convertirse en una fuente de estrés si el paciente se siente ansioso, tiene náuseas, vómitos y otras molestias del tracto digestivo. Hay que evitar presionarlo para que coma. En vez de eso, ofrézcanle los alimentos que más le gusten (y que pueda comer) y déjenlo que lo haga a su propio ritmo.  Y como el apetito puede variar de un día a otro, sean flexibles con los horarios.

2. Menos cantidad, con más frecuencia

Sobre todo cuando los niveles de energía están bajos, una comida muy abundante puede ser más difícil de asimilar. Es preferible servir porciones más pequeñas, más frecuentes, cada dos o tres horas, por ejemplo.  Aun así, esto es demasiado para algunos pacientes.  En ese caso, esperen a que su apetito aumente y no insistan en que coma más una vez que se sienta satisfecho. Esperen unas horas e intenten de nuevo.

3. Facilitar, es la clave

Las llagas en la boca producidas por la radioterapia, o las heridas de una cirugía pueden dificultar actos tan sencillos como mascar o tragar.  Una dieta líquida, alimentos pasados por la licuadora, purés, o platos de textura suave pueden ser la solución.  Consulten con el oncólogo, la enfermera de oncología o un dietista o nutricionista si el paciente necesita suplementos nutricionales, o en casos extremos, se puede recurrir a la alimentación artificial.

4. Mucho cuidado con la preparación de las comidas

Los tratamientos para el cáncer a menudo debilitan el sistema inmunológico por lo que al organismo se le hace más difícil combatir las infecciones y es más sencillo que ocurra una contaminación por alimentos. Es muy importante que toda la comida que se le ofrezca al paciente haya sido manejada y cocinada con mucho cuidado. Lávense las manos a menudo durante la preparación de los alimentos, revisen las fechas de expiración, limpien bien los alimentos (sobre todos las verduras y las frutas), y cocinen bien las carnes (eviten servirla a medio cocinar).  No le ofrezcan platillos crudos como el sushi, los mariscos o los huevos con la yema blanda para reducir a un mínimo las probabilidades de contaminación de los alimentos.

5. Las calorías también cuentan

Cierto que una dieta balanceada y sana es la más adecuada, pero la recuperación requiere además que el paciente consuma diariamente un nivel alto de calorías. Además de servir más cantidad cuando el paciente tenga más apetito, conviene agregar calorías adicionales.  Por ejemplo, añadir queso a los emparedados, servir vegetales con mantequilla o crema, u ofrecerle una bebida nutricional (como una leche enriquecida con sabor a fresa o chocolate), un puré de papas (patatas),  o pasta.  Es conveniente consultar con el oncólogo(a) o un nutricionista en relación a qué alimentos le convienen más en este momento (si sufre de anemia, por ejemplo). Recuerden que aunque el paciente se sienta bien y tenga apetito debe evitar la comida chatarra, los platos con exceso de grasa o excesivamente condimentados y todos aquellos alimentos que el doctor o el nutricionista le prohíba.

6. Si el paciente se prepara sus propios alimentos… 

Conviene que aproveche los días que se siente mejor para preparar las comidas y que congele algunas porciones para comer más adelante. Así, aunque no tenga ganas ni fuerzas para cocinar en los próximos días, tendrá comida saludable a su disposición.

7. La presentación cuenta

Los alimentos bien presentados, y servidos en una vajilla de colores alegres en una mesa bien puesta, aumentan las ganas de comer, incluso las de un paciente desganado. ¡Hagan la prueba!  

No olviden que además de alimentos sanos, el cuerpo necesita estar bien hidratado. El paciente debe beber suficiente agua, jugos (zumos) de fruta, o leche y debe evitar aquéllas bebidas que puedan irritarlo o desvelarlo, como las que contienen cafeína (café, té o refrescos).

Por último, mantengan siempre una comunicación estrecha con el oncólogo(a) a su cargo y sus enfermeras, quienes podrán contestar sus dudas y ofrecerle sugerencias para poder brindarle al paciente la nutrición que tanto necesita para lograr su recuperación.

 

Imagen © Shutterstock / Por Pixel-Shot

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