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El término dieta saludable tiene un significado diferente para las personas que sufren de cáncer. Ellas necesitan seguir una dieta acorde a sus necesidades, según el tipo de tumor del qué se trate, dónde esté alojado y cuán avanzado esté. Además, los tratamientos como la quimioterapia pueden hacer que la hora de la comida se convierta realmente en un problema. He aquí algunos consejos para tener en cuenta, si quieres llevar una buena nutrición cuando tienes cáncer.

El solo hecho de saber que tienes cáncer puede quitarte el apetito o, por el contrario, hacer que no puedas parar de comer. Posiblemente, desde que has recibido tu diagnóstico tus prioridades han cambiado y tu forma de ver el mundo ya no es la misma. No puede ni volverá a serlo. Eso es algo natural, pero es sólo una parte de los cambios que notarás a lo largo de este proceso.

Tanto la enfermedad como el tratamiento pueden provocar nuevas sensaciones, no sólo emocionales sino también físicas, que a veces resultan molestas y, si no les brindas la atención necesaria, pueden convertirse en un problema más, algo que nadie quiere que suceda, cuando el cáncer ya es toda una revolución en sí misma para tu vida.

Por eso, es importante que hables mucho con el profesional que te atiende, para que despeje todas tus dudas y pueda aconsejarte correctamente de acuerdo a tus necesidades, ya que si bien cada paciente es diferente y los síntomas que tiene cada uno son particulares, no está de más saber qué cosas pueden ocurrirte para poder estar preparado y saber cómo actuar, en caso de que sucedan.

En general todas las personas con cáncer necesitan alimentarse de manera diferente, ya que la enfermedad hace que el cuerpo utilice más energía y, dependiendo de dónde esté ubicado el tumor y cuán avanzado esté, puede provocar carencia de algunos nutrientes y pérdida de peso o de masa muscular.

Otras veces, no es la enfermedad la que provoca problemas con la comida sino el tratamiento, ya sean las medicinas de la quimioterapia, una cirugía o la radioterapia. Pero no te asustes, cada tratamiento es particular y, al igual que la enfermedad, los efectos que genera en cada persona, también son distintos.

Hay quienes no tienen problemas para comer durante esta etapa y, por el contrario, hay quienes sufren náuseas y vómitos, dificultad para masticar y tragar, alteraciones en los sabores y rechazo por ciertas comidas, entre otras molestias.

Lo importante es que sepas que todas estas cosas pueden ser controladas e, incluso, que hay medicinas que acompañan al tratamiento contra el cáncer, que protegen tu estómago y que ayudan a evitar o a disminuir los efectos no deseados. Por eso, no dejes de hablar con tu médico si el tratamiento se vuelve un problema para que te ayude a encontrar una solución a tu malestar.

Paralelamente, también hay algunos cambios sencillos que puedes implementar para mantenerte fuerte y hacerle frente al cáncer. Recuerda que tu cuerpo está utilizando más energías que de costumbre, y por eso, lo que hasta ahora conoces como una dieta saludable quizá ya no sea suficiente para ti.

Por ejemplo, para la mayoría de las personas, una comida saludable incluye comer muchas frutas y verduras con cereales y pan integral, limitando la cantidad de carne, así como la cantidad de grasa, azúcar, alcohol y sal. Pero si tienes cáncer, es posible que necesites añadir más proteínas y más calorías a su dieta. Sería ideal que consultaras con un nutricionista o dietista certificado, que te ayude a formular una dieta específica que se adapte a tus necesidades, a los medicamentos que estás tomando y, si se aplica, a sus efectos secundarios.

Además, si tienes problemas para masticar y/o tragar, posiblemente debas agregar sopas, malteadas y alimentos con proteínas hechos tipo puré, para que no le falten nutrientes a tu cuerpo. Una buena alimentación es importante para que mantengas tu energía y tu masa muscular.

Si el tratamiento es lo que no te deja comer normalmente, además de las recomendaciones o los medicamentos que te sugiera el médico, puedes ayudar a tu estómago comiendo porciones pequeñas pero más frecuentemente, recostándote luego de cada comida para poder hacer bien la digestión, evitando los olores fuertes y las comidas picantes y tomando mucho líquido, como agua, jugos de frutas naturales o té (al igual que con las comidas, es mejor tomar las bebidas en pequeñas cantidades durante el día y no toda de una sola vez).

Recuerda que es importante que hables con tu médico sobre las molestias que tienes y que no debes tener miedo al respecto, es importante que atienda tus dudas y tus necesidades. La buena alimentación te ayudará a estar fuerte para luchar contra el cáncer. Con los cuidados y la atención necesaria, es posible minimizar los efectos no deseados del tratamiento y tener más energía para ganarle la batalla al cáncer.

 

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Imagen © iShutterstock / Luna Vandoorne

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