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Para los adolescentes, ese trabajo durante el verano, después del colegio o durante los fines de semana representa más independencia y dinero para sus gastos. Para los padres, es una buena oportunidad para que los hijos adquieran madurez, disciplina, y un respeto sano por el dinero que, en esta época más que en otras, no “crece en los árboles” precisamente. Aunque todas sean muy buenas razones, ¿sabes si el trabajo que realiza o al que aspira tu adolescente representa un peligro para él? Alerta padres, la seguridad de los hijos es lo primordial. Infórmense y tomen medidas para proteger a su adolescente.

El hijo menor de Ricardo, que tiene 15 años, se levanta bien temprano los fines de semana para lavar los automóviles de sus vecinos y de los padres de sus amigos. ¿Su meta? Comprar una guitarra eléctrica y un amplificador, un “juguete” demasiado caro que no se ajusta al presupuesto de sus padres.  Antonia, de 17, trabaja en sus horas libres en un establecimiento de comida rápida para pagar su ropa y sus salidas durante el fin de semana. Mientras que Luis, de 16, un magnífico nadador, trabaja durante el verano como salvavidas y como instructor de natación en una piscina municipal.  Con lo que gane piensa comprar una computadora portátil que le será de gran ayuda con sus estudios preuniversitarios.

Muchos adolescentes como Antonia y Luis trabajan durante su tiempo libre realizando una gran variedad de empleos: por cuenta propia (cuidando niños, cortando el pasto, paseando perros, repartiendo periódicos o lavando automóviles), en tiendas o restaurantes (centros comerciales, supermercados, establecimientos de comida rápida), en compañías de servicios o de entretenimiento  (mudanzas, cines, parques) y hasta en el sector de la agricultura.  Los padres ven en esta alternativa un alivio al presupuesto de la familia y una excelente oportunidad de crecimiento para el jovencito. Pero no todo es color de rosa. Las estadísticas no mienten y aquí están las cifras:

  • Según el National Institute for Occupational Safety (Instituto Nacional para la Seguridad Ocupacional) (NIOSH por sus siglas en inglés), que es parte de los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades en Estados Unidos, 30 jóvenes murieron en el 2006 por lesiones relacionadas con el empleo.
  • Aproximadamente se trataron 52,600 casos de adolescentes entre los 15 y los 17 años con lesiones y enfermedades relacionadas con el trabajo en las salas de emergencia de los hospitales.
  • Como solamente un tercio de los adolescentes lesionados acuden a la sala de emergencia para recibir tratamiento, se estima que unos 157,000 sufren enfermedades y lesiones relacionadas con el trabajo cada año.

¿Alarmante, verdad? Pues bien, sigue leyendo. Según datos proporcionados por el Bureau of Labor  Statistics (la Oficina de Estadísticas Laborales), las industrias más peligrosas para estos jóvenes trabajadores son las de la agricultura, la forestal y la pesquera, en las que ocurren la mayoría de los accidentes fatales. En segundo lugar figura la industria de la venta al menudeo, seguida por la de la construcción.  La mayoría de las lesiones fatales ocurren mientras transitan en vehículos en las granjas, en las carreteras y los establecimientos industriales, mientras que la mayoría de las lesiones que no son fatales ocurren en los establecimientos y en los almacenes de venta al público y en las industrias de servicio. Según el tipo de trabajo que desempeñen, los adolescentes, que por lo general tienen menos experiencia laboral y reciben un entrenamiento limitado, pueden estar en gran riesgo de sufrir accidentes ocasionados por manejar equipo pesado, contraer infecciones bacterianas o estar en contacto con productos químicos tóxicos.  ¿Qué pueden hacer los padres? Pues mucho y lo primero es informarse y conversar con su hijo.

  • Si tu hijo quiere trabajar, conversen sobre sus intereses y sus habilidades. Claro que un sueldo o dinero extra es buena motivación, pero lo ideal es que el joven esté interesado en el trabajo y la experiencia le sirva en el futuro.  Si le atraen los medios de comunicación o la medicina, puede buscar trabajo en un periódico local o en un hospital, por ejemplo.
  • Investiga cuáles son las leyes que rigen el trabajo de los menores de edad en el lugar en que viven: limitaciones de edad según la ocupación, horarios de trabajo así como el número de horas laborales permitidas.
  • Este es el momento de establecer límites: el trabajo extra no debe interferir ni obstaculizar su desempeño escolar, ni las obligaciones con la familia, ni la salud del adolescente.  Deja bien claro cuáles son las prioridades, lo que puede y lo que no puede hacer.

Otras cosas que debes tener en cuenta:

  • Es vital que conozcas en qué lugar va a trabajar tu hijo y con quien. Si van a trabajar muy cerca de donde vives, por ejemplo, o a cuidar niños, es una buena idea que visites a tus vecinos o a la familia empleadora, que agradezcas la oportunidad que le han dado a tu hijo e intercambien teléfonos.
  • Si trabaja en un establecimiento, pídele el nombre de su supervisor y su teléfono.  Pide detalles: ¿qué tipo de obligaciones tendrás? ¿Tienes que manejar algún equipo? ¿Tienes que trabajar hasta tarde? ¿Hay un supervisor en el lugar en todo momento?
  • No te canses de hacer preguntas sobre el trabajo: ¿tienes que cargar cosas pesadas? ¿Usar herramientas? ¿Usar productos químicos o de limpieza?
  • Asegúrate de que reciba el entrenamiento adecuado y que el local cuenta con un mínimo equipo de seguridad (cámaras de seguridad, extinguidores de incendio, personal de seguridad en caso de asaltos o robos).

Una vez que ha obtenido el trabajo, es importante que mantengas una buena comunicación con tu hija(o): pregúntale cómo le va, si ha hecho amigos, lo que más le gusta (y lo que no), de su empleo, cómo piensa invertir su sueldo o sus ganancias.  Explícale cuáles son las leyes que lo protegen (investiga y sé específico) que por lo general incluyen un entorno de trabajo seguro y libre de acoso. Haz hincapié en el respeto que debe mostrar hacia sus supervisores y que debe esperar lo mismo tanto de sus jefes como de sus compañeros de trabajo. Y sobre todo, repite siempre que puedas que debe informarte de inmediato si se siente inseguro, agredido o amenazado física, verbal o sexualmente.

Como conoces a tu hijo(a) como a la palma de tu mano, te irás dando cuenta si muestra señales de cansancio excesivo o escasez de sueño, da señales de irritabilidad, si está bajo estrés, o no se alimenta bien. ¿Se han dañado sus calificaciones? ¿Sufre alergias o se queja de dolores? Si sucede algo de esto, es el momento de considerar si debe seguir o no con el empleo. En caso necesario, consulta con un médico para que lo examine.

Un hijo es un tesoro, tú mejor que nadie lo sabes. Ningún dinero del mundo vale el poner en peligro su seguridad ni su integridad.  Pero con unas cuantas precauciones puedes ayudar a que esta experiencia de trabajo sea, positiva y enriquecedora en la vida de tu adolescente.

Imágen © iStockphoto.com / Barbara Helgason

 

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