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Actualmente es muy difícil proteger a los niños del mundo exterior. Tanto los niños como los adolescentes están más expuestos a los conflictos, debido a los medios sociales y a las noticias que están disponibles 24 horas al día. Sin embargo, independientemente de lo que escuchan fuera de la casa, es importante que los padres se aseguren que la información es correcta, y que existe un balance para que no sea excesiva y les cree o aumente su ansiedad. Y si la tienen, que les ayuden a lidiar con ella. Aquí encontrarás las recomendaciones de los expertos.

La Asociación Americana de Pediatría (AAP) tiene varias recomendaciones de cómo hablar con los niños y los adolescentes acerca de la guerra, de acuerdo con su edad. Incluyen las siguientes:

  • Los padres deben procesar sus emociones primero, de acuerdo con la Dra. Ann Masten, PhD, una psicóloga y profesora en el Institute of Child Development de la University of Minnesota, si se sienten estresados, tristes o enojados, ya que los recién nacidos, los bebés y los preescolares pueden percibir esas emociones y la ansiedad en los miembros de la familia. De hecho, sugiere que los padres deben tener cuidado cuando tienen conversaciones al respecto entre ellos, para que los niños no los escuchen. 
  • Los padres deben anticipar preguntas y ser proactivos. Los niños tendrán preguntas de acuerdo con su edad y a sus sensibilidades y experiencias personales. Mientras que a un niño muy pequeño quizá le preocupe la posibilidad de que la guerra lastime a sus papás o a sus amigos, un adolescente podría estar más preocupado con la posibilidad de que hubiese una guerra nuclear. Otros niños quizá no hablen del conflicto, pero vale la pena que los padres les pregunten, por ejemplo: si están en primaria, si han escuchado algo acerca de una guerra que está sucediendo en determinado país. La Dra. Masten dice que es importante usar los términos correctos, como “guerra” y luego enfatizar que está sucediendo en un lugar lejano de donde vivimos. Para los adolescentes, los padres pueden preguntarles qué dicen sus amigos y cómo se sienten ellos. Si bien es cierto que algunos niños hacen preguntas simplemente por curiosidad y porque quieren saber qué está sucediendo porque no entienden, y no porque estén ansiosos o angustiados, otros quizá si lo estén.  Y otros, quizá no estén interesados. Como padre o madre, es importante que si tienen dudas las respondan con calma, sin demostrar angustia, e invitándolos a acudir con cualquier pregunta o duda que tengan al respecto en cualquier momento. Eso envía el mensaje de que, como familia, el diálogo sobre los retos que trae la vida es bienvenido. Además, de acuerdo con The National Child Traumatic Stress Network, los padres nunca deben suponer que saben lo que su hijo está pensando. Una de las mejores cosas que pueden hacer es preguntarles a sus hijos qué están escuchando y viendo sobre determinado y cómo se sienten al respecto. Esto no sólo les da la oportunidad de iniciar la conversación, sino que les permite aclarar cualquier percepción errónea que su hijo pueda tener. Finalmente, los expertos sugieren que una vez que los padres hayan identificado lo que realmente le preocupa a su hijo, aborden esas inquietudes específicas, pero que no respondan diciéndole que se calme o que está exagerando. Esto puede parecer desconsiderado u ofensivo para los sentimientos del niño porque sabe que, incluso si está bien, podría sentirse triste por las circunstancias de la guerra, incluso en un lugar lejano.
  • Los padres deben compartir información y decirles a sus hijos que están seguros. La AAP recomienda que se les proporcione información sobre la guerra que sea apropiada para su edad, y que se hable sobre seguridad. Para los preescolares, las conversaciones deben ser concretas y sin mucho detalle. Les pueden decir algo como que las personas están colectando comida, encontrando en donde vivir y se están ayudando los unos a los otros. La Dra. Mary Alvord, PhD, fundadora y presidente de Resilience Across Borders, una organización no lucrativa que se enfoca en mejorar el poder de recuperación o la capacidad de adaptarse de los niños, piensa que “Preocuparse por la guerra no es del todo malo – significa que el niño tiene empatía. Mientras se canalice hacia la acción y no se reprima, la preocupación puede incluso ser productiva”. La Dra. Alvord sugiere que se aumente el detalle para los niños de primaria, por ejemplo, decirles que las personas están abandonando sus hogares para encontrar refugios antiaéreos y lugares seguros, y que dependen unos de otros para recibir apoyo. Nuevamente asegurándoles a los niños que la guerra está sucediendo lejos de donde viven y que ellos están seguros. En la escuela intermedia los niños empiezan a diferenciarse de sus papás y a expresar sus propias ideas. La Dra. Masten dice que es un buen momento para conversar con más profundidad sobre temas globales, cómo tener acceso a fuentes de información confiables y sobre la seguridad en los medios. En la secundaria, los adolescentes ya entienden las consecuencias de la guerra como la muerte. Quizá quieran hablar acerca de sus sentimientos relacionados a personas de su edad que huyen de sus casas o deciden participar en la guerra tomando armas, y la preocupación relacionada con la muerte. Judith Wenban-Smith, una psicóloga forense con un interés especial en las familias, piensa que los padres deben evaluar los niveles de ansiedad de sus hijos a medida que continúa la invasión. Dice que “Cada bomba generará aún más titulares y los políticos responderán con un discurso cada vez más agresivo. El problema es que, en los últimos dos años, los niños han aprendido que el mundo es un lugar peligroso y que pueden pasar cosas malas cerca de casa debido al Covid”. Mike Hughesman, ex psicólogo educativo principal de Service Children’s Education, dice que “Los padres deben decirles a los niños ansiosos que el mundo ha estado en situaciones como esta antes y se han resuelto. También necesitan enfatizar, quizás con el uso de un mapa, qué tan lejos está este conflicto para ellos”.
  • Los padres deben compartir cómo le afecta la guerra a su familia. Desde luego que la guerra les afectará de diferente manera a las familias que tienen familiares en el lugar donde se está desatando la guerra y/o a las personas con familiares en la fuerza militar. En estos casos, es importante comunicar la incertidumbre con honestidad, por ejemplo, la Dra. Masten sugiere decir “Estamos haciendo todo lo posible para averiguar qué está pasando, pero aún no estamos seguros”. La Dra. Dawn Huebner, PhD, psicóloga clínica y autora que se especializa en los niños y la ansiedad, sugiere tener precaución en estos casos y no decir que todo va a estar bien, aunque quizá eso es lo que los niños quieran oír. Ella sugiere decir “Nos mantenemos en contacto cercano. Nuestros familiares están tomando medidas para mantenerse a salvo”.
  • Los padres deben enfocarse en los ayudantes. La Dra. Huebner recomienda decirles a los niños que los voluntarios y la gente de nuestro gobierno y de otros gobiernos de todo el mundo están trabajando en una solución para mantener segura a la gente del país en guerra. Y que les recuerden que aún cuando suceden cosas malas, siempre hay personas que están dispuestas a ayudar.
  • Los padres deben ayudar a los hijos a ser parte de la solución. Los niños pueden ayudar y los padres pueden proporcionarles maneras de hacerlo de acuerdo con su edad, según la Dra. Masten. Los muy pequeños pueden simplemente dibujar algo o escribir una nota relacionada con la paz. En primaria, los niños pueden recaudar fondos para organizaciones de beneficencia acreditadas. Los jóvenes de secundaria y preparatoria podrían hacer eso además de participar en manifestaciones pacíficas. La Dra. Alvord está de acuerdo. Dice que lo más saludable, y que ayuda a la persona a lidiar con un problema, es actuar. Convertir el problema en “¿Qué puedo hacer?”. 
  • Los padres pueden supervisar la exposición a los medios. Pueden apagar la televisión o cambiar el canal si muestran imágenes violentas cuando están los niños con ellos. En cuanto a los adolescentes, les pueden preguntar qué han visto en los medios sociales y cómo se sienten al respecto. Considerar ver o leer algo de la cobertura con sus adolescentes. E incluir discusiones de cómo distinguir entre las fuentes confiables de noticias y las de desinformación.
  • Si es necesario, los padres deben buscar apoyo externo. Si los padres creen que necesitan ayuda pueden recurrir a consejeros familiares, a otros padres o miembros de familia en busca de apoyo. Hay recursos como ejercicios de respiración y relajación muscular que pueden practicar juntos.

Por otro lado, si sus hijos demuestran signos o síntomas que indican angustia significativa, como: cambios repentinos en sus hábitos de alimentación o de sueño, irritabilidad o preocupación por los medios violentos, es importante que consulte a su pediatra o a un psicólogo infantil.

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