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El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa que puede causar complicaciones en los niños. La vacuna para el sarampión se recomienda desde los 6 meses de edad. Sin embargo, recientemente ha habido epidemias porque actualmente muchos padres de familia han adoptado la moda de no vacunar a sus pequeños, poniendo en riesgo su salud y la de los demás. Aquí te recuerdo de qué se trata esta enfermedad viral, para que la prevengas a través de las vacunas.

En Estados Unidos, alguna vez se creyó que el sarampión era una enfermedad que había quedado en el pasado gracias a las vacunas. Sin embargo, en años recientes se han presentando epidemias en dicho país y en otros en el mundo. ¿La razón? Ha habido informaciones erróneas acerca de los efectos secundarios de la vacuna contra el sarampión que han hecho que muchos padres y madres se sientan atemorizados y decidan no vacunar a sus hijos.

Pero ¡cuidado! El sarampión es una enfermedad respiratoria que se transmite a través del aire que respiramos, por la tos y los estornudos de quienes están infectados. Es decir, basta con que vayas a un lugar en donde haya alguien con sarampión para que se pueda transmitir y alguien se contagie.  De hecho, el sarampión se puede contagiar dos días antes de que aparezcan los síntomas (4 días antes de que aparezca la erupción en la piel) y sigue siendo contagioso hasta 4 días después de que aparece la erupción en la piel.

El sarampión es producido por un virus y puede tener complicaciones graves e incluso causar la muerte en los niños pequeños.  Este virus, crece en las células que cubren la parte posterior de los pulmones y la garganta.

Los síntomas de esta enfermedad que afecta a más de 20 millones de personas al año en el mundo, son similares a los de una gripe y entre ellos se incluyen fiebre, tos, congestión y secreción nasal y una erupción cutánea (de la piel), que es la que lo caracteriza.

Los primeros síntomas, antes de que aparezca la erupción en la piel son tos seca, fiebre alta y ojos rojos (conjuntivitis). Las manchas de color rojo con centro blanquecino o azulado, conocidas como manchas de Koplik, aparecen en el interior de la boca, en la frente y poco a poco se extienden por toda la cara, el cuello y el resto del cuerpo, incluyendo brazos y piernas.

Cuando el sarampión aparece, no hay nada que se pueda hacer para remediarlo. El virus debe seguir su curso y es importante que el niño tome muchos líquidos, que descanse y que se mantenga alejado de otras personas que no estén vacunadas para evitar el contagio.

Lo importante es que ante los primeros signos de sarampión, consultes con tu pediatra para evitar las complicaciones que pueden ser graves. Se estima que uno de cada 10 niños con sarampión también sufre de infección en el oído (otitis) y uno de cada 20 contrae neumonía (pulmonía). Uno de cada mil se complica con encefalitis (inflamación del cerebro) que incluye convulsiones y dos de cada mil, mueren. El sarampión no es inofensivo: mata a 200,000 personas al año en todo el mundo.

La mejor forma de proteger a tu hijo(a) de esta enfermedad tan contagiosa, es siguiendo rigurosamente el calendario de vacunación.

Los bebés recién nacidos están protegidos contra el sarampión hasta los 6 meses gracias a la inmunidad que reciben de sus madres (la vacuna se puede dar si existe una epidemia). En la mayoría de los casos, la vacuna para el sarampión forma parte de la vacuna conocida como MMR, por sus siglas en inglés, que inmuniza contra las paperas, el sarampión y la rubeóla o MMRV que agrega la de la varicela ( conocida como viruela loca en algunos países), la cual se administra entre los 12 y 15 meses de edad y luego, entre los 4 y 6 años de edad.

Recuerda que las vacunas, si bien tienen un pequeño porcentaje de riesgo de que den alguna reacción, sus beneficios son mucho mayores que las consecuencias que puede traer una enfermedad grave como el sarampión.

 

Imagen © iStock / Leah-Anne Thompson

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