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Un estudio reciente ha detectado que las dietas basadas en proteínas y bajas en carbohidratos, como la popular Dieta Atkins, puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas cardíacos a largo plazo.

La obsesión de verse delgadas y bellas puede llevar a las personas a hacer cosas que no son saludables y pueden terminar en trastornos alimenticios. Las mujeres lo saben bien, pues apenas se acerca la primavera, las revistas y los distintos medios de comunicación dirigidos a ellas comienzan a llenarse de artículos sobre nuevas dietas milagrosas que les prometen que llegarán en forma al verano, para poder lucir los bikinis sin esos rollos, ni esas libras (kilos) de más.

De hecho, muchas personas (no sólo las mujeres) se someten a estrictas y sacrificadas dietas que, sin importar lo que prometan, pueden poner en riesgo la salud. Por ejemplo, un estudio reciente desarrollado por unos investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Atenas, en Grecia -que fue publicada en línea en la revista British Medical Journal-, ha encontrado que las mujeres que siguen las dietas tipo Atkins podrían tener hasta un 28 por ciento más de posibilidades de desarrollar enfermedades cardiacas y sufrir un accidente cerebrovascular a largo plazo.

La popular Dieta Atkins fue creada en 1972 por el cardiólogo Robert Atkins, quien sostenía que el enemigo principal de la salud en Estados Unidos era la dieta rica en carbohidratos. Por eso, el objetivo más importante de este plan de alimentación es reducir los carbohidratos mediante un régimen enfocado en limitar el consumo de alimentos como azúcar, harina blanca, arroz blanco, papas, leche, la mayoría de las frutas, algunas verduras y otros carbohidratos refinados.

En lugar de los carbohidratos, Atkins había propuesto alimentarse de proteínas y grasas, en base a la teoría de que, si se reducen los carbohidratos, el cuerpo entra en un estado de cetosis que lo lleva a quemar los depósitos de grasas como su principal combustible para obtener energía. Además, cuando el cuerpo entra en estado de cetosis tiende a sentir menos hambre.

Por eso, la Dieta Atkins permite comer muchas proteínas y grasas, aunque no todas: sólo las “buenas” (como el aceite de oliva, por ejemplo) y en las cantidades indicadas. Y si bien ha demostrado ser exitosa para muchas personas, también hay muchas dudas sobre sus efectos a largo plazo, específicamente por el alto consumo de grasas y el bajo consumo de carbohidratos, que pueden llevar a deficiencias nutricionales.

En busca de datos más precisos sobre estos riesgos, los investigadores han considerado los datos de las dietas de más de 43 mil mujeres suecas, que tenían entre 30 y 49 años de edad al inicio del estudio, durante casi 16 años. En ese tiempo, se registraron más de 1,200 eventos cardiovasculares (incluidos la enfermedad cardíaca y el accidente cerebrovascular), que afectaron más a las mujeres que seguían una dieta rica en proteínas y pobre en carbohidratos, que entre las mujeres que no lo hacían.

Aunque el aumento absoluto en el riesgo fue pequeño (cuatro o cinco casos por cada 10 mil mujeres), muchas mujeres que prueban este tipo de dietas podrían estar preparando el terreno para el desarrollo de problemas cardiovasculares futuros. En general lo hacen para bajar de peso, aunque también hay quienes la siguen para mantener a raya la diabetes.

Sin embargo, la Asociación Americana del Corazón y la Asociación Americana de la Diabetes consideran a las dietas más balanceadas como dietas más saludables. Incluso, las dietas bajas en carbohidratos pueden ser adecuadas, siempre y cuando las proteínas se obtengan principalmente de los alimentos de origen vegetal (como los frutos secos) y la reducción de los carbohidratos se aplique sobre los carbohidratos simples y refinados (como las bebidas y los refrigerios). Por el contrario, hay que elegir carbohidratos de productos integrales, como granos (en el caso de panes y arroz, por ejemplo), verduras, legumbres y frutas.

Si quieres reducir el consumo de la carne y de otras fuentes de proteínas animales, comienza a experimentar remplazándolas con frijoles (habichuelas), porotos de soja (soya), tofu, frutos secos y lácteos bajos en grasa. Y si estás por comenzar una dieta tipo Atkins, te recomiendo que lo analices bien primero con tu médico, ya que ésta no deja de ser una dieta comercial y, por ejemplo, no está recomendada para las personas que tienen problemas en los riñones o en el hígado, ni para las mujeres embarazadas o que están dando pecho.

Recuerda que no hay dietas mágicas ni milagrosas que te permitan bajar de peso de un día para otro. Lo importante es ir modificando los hábitos nocivos e incorporando opciones más saludables, que con el tiempo te permitirán ir eliminando esos kilos o libras de más, al mismo tiempo que irás ganando en salud y en calidad de vida.

Como aderezo ideal, las dietas deberían ir acompañadas de una rutina de ejercicios (siempre comenzando poco a poco y agregando más intensidad a medida que el cuerpo lo permita, y evitando en todo momento hacer movimientos o actividades que puedan empeorar alguna condición de salud que padezcas). Entonces sí, cuando menos te des cuenta, estarás notando en tu cuerpo, los beneficios de tu esfuerzo.

Imágen © iStockphoto.com / Jason Poole

 

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