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El acceso a toda una gama de cuidados relacionados a la salud sexual y reproductiva, incluyendo el aborto médico o quirúrgico, es fundamental para la salud de las personas, sus familias y sus comunidades. En los Estados Unidos el aborto inseguro representó 17% de las muertes maternas en fechas tan recientes como 1965. La evidencia que señala que el número de abortos ha disminuido a través de los años, así como la mortalidad asociada a este proceso, pero aún quedan muchos retos pendientes para lograr minimizar su impacto en la salud pública.  

Prevenir la necesidad de un aborto es un objetivo evidente y seguramente todos estamos de acuerdo en que no es un sustituto de los métodos de anticoncepción. Pero, como se ha establecido basado en varios estudios, más allá de cuestiones legales o políticas, se trata de una cuestión de salud pública que fue reconocida formalmente así por la American Public Health Association en 1970.

En 1974, 18 meses después de la decisión de Roe v Wade, Ruth Roemer escribió en el American Journal of Public Health: En el corto tiempo transcurrido desde que se legalizó el aborto, se lograron avances impresionantes como reducciones significativas en la mortalidad materna, mejoras en la salud materna, menores tasas de mortalidad perinatal, y ya se han demostrado disminuciones en nacimientos de alto riesgo. 

Cabe decir también que entre el 10% y el 20% de los embarazos terminan en abortos espontáneos en donde el óvulo de la mujer es fertilizado por el esperma del hombre, pero debido a anormalidades genéticas o en la fertilización, el feto se pierde espontáneamente antes de la semana 20 del embarazo. Esto es lo que se conoce como aborto espontáneo o natural. En este artículo estamos hablando del aborto inducido (médico- con pastillas o quirúrgico), independientemente de las causas que lo motiven.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud sexual y reproductiva como: “Un estado de completo bienestar físico, mental y social en todo lo relacionado con el sistema reproductivo. Implica que las personas pueden tener una vida sexual satisfactoria y segura, la capacidad de reproducirse y la libertad de decidir si lo hacen, cuándo lo hacen y con qué frecuencia… Cada individuo tiene el derecho a tomar sus propias decisiones sobre su salud sexual y reproductiva”.

Durante 49 años, el aborto ha sido un derecho constitucional a nivel federal. Entre otras cosas, esto protege el derecho a la privacidad y el derecho de una mujer a optar por un aborto cae dentro de ese derecho a la privacidad. Actualmente, en el primer trimestre del embarazo solo la mujer embarazada y su médico tratante pueden tomar esa decisión. En el segundo trimestre, el Estado puede imponer regulaciones sobre el aborto que estén razonablemente relacionadas con la salud materna.

Cada vez menos casos

La tasa de abortos, entre las mujeres de 15 a 44 años, ha estado disminuyendo. Los estadounidenses están teniendo la mitad de los abortos que tenían hace 30 años. Los investigadores dicen que se debe a una variedad de factores, incluyendo un mejor uso de los anticonceptivos y menos sexo entre los adolescentes. Esto resulta en menos embarazos no deseados.

De acuerdo con los CDC, al igual que en años anteriores, en 2019 las mujeres veinteañeras representaron la mayoría de los abortos (56,9 %). La mayoría de los abortos en 2019 se realizaron al principio de la gestación: el 92,7 % de los abortos se realizaron con ≤13 semanas de gestación; un número menor de abortos (6,2 %) se realizó entre las 14 y las 20 semanas de gestación, e incluso menos (<1,0 %) se realizaron con ≥21 semanas de gestación. El aborto médico temprano se define como la administración de medicamentos para inducir un aborto en ≤9 semanas completas de gestación, de conformidad con el etiquetado actual de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para la mifepristona (implementado en 2016). En 2019, el 42,3% de todos los abortos fueron abortos médicos tempranos.

O sea, la mayoría de las pacientes están en la década de los 20s. Sólo el 9% tiene menos de 20 años y alrededor de una tercera parte tiene más de treinta años. Hace tiempo las adolescentes formaban una parte más importante, pero desde 1991 ha habido una disminución significante en los embarazos en las adolescentes. Además, las mujeres en este país típicamente están teniendo hijos más tarde en sus vidas. Muchas de ellas porque desean estudiar o progresar en sus trabajos.

Los tipos de aborto

Si el aborto no es espontáneo (que ocurre naturalmente) y la mujer desea terminar su embarazo antes de las 10 semanas de gestación, generalmente se utilizan píldoras como: Mifespristone y/o Misoprostol. Este es el aborto médico. Las estadísticas con las que contamos de los CDC del 2019 es que sucedía en el 44% de los casos, pero no son exactas porque no incluían a California, que es el estado que tiene la mayor proporción de este tipo de abortos. Probablemente representaban un número mayor del total de los abortos. De acuerdo con estadísticas de los Institutos Guttmacher del 2020, representaban un 54% y quizá sean más un porcentaje mayor del total ahora.

El resto serían los abortos que requieren un procedimiento quirúrgico sencillo. Sin embargo, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) está considerando cambios que hagan más sencilla la distribución de estos fármacos por parte de los médicos. 

Los abortos tardíos en el embarazo en las mujeres con problemas de salud severos o complicaciones médicas serias son extremadamente raros y representan menos del 1% de los casos. 

Más allá de las implicaciones estrictamente médicas, es importante tener en cuenta el impacto del aborto en el resto de esferas de la vida de la mujer. De acuerdo con un reporte del Los Angeles County Department of Public Health, Office of Womens Health, el aborto no incrementa el riesgo de estrés, depresión, ideas suicidas, estrés post-traumático o ansiedad. En un estudio nacional realizado en el 2015, en el cual se siguieron 667 mujeres durante tres años después de que tuvieron un aborto, encontraron que en todo momento el 95% de las mujeres sintieron que terminar su embarazo fue la decisión correcta para ellas. Otro estudio reciente que siguió a las mujeres por cinco años tampoco encontró ningún problema mental después de sus abortos. De hecho, este estudio mostró que las mujeres que desean y tienen acceso a un aborto son más capaces de mantener una perspectiva futura positiva y lograr sus planes de vida que aquellas que no pueden acceder a esta alternativa.

Quiero ser clara. No estoy “a favor” del aborto. Como todos, quisiera que no fuera necesario en ningún caso. Pero no podemos perder de vista que representa una cuestión de salud pública y que se debe procurar que sea tan seguro como poco frecuente. Y siento que la decisión de proceder debe ser de la mujer con su médico, de acuerdo con su situación y sus creencias personales.

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Imagen: ©Shutterstock / Andrii Yalanskyi

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