Las mamás por lo general se preocupan porque sus hijos no desarrollen demasiado su gusto por el dulce. Los caramelos y los chocolates son como los villanos de la infancia: están asociados con la obesidad, la caries dental y la mala nutrición. Lograr que los pequeños tengan una relación sana con los dulces, es casi una odisea. Por eso, Raquel cuenta orgullosa que a su hijo definitivamente no le gustan los alimentos dulces. Pero ¿y qué hay de los salados? Nadie parece pensar en los efectos de la sal durante la primera infancia.
Sin embargo, un nuevo estudio demuestra que la sal también le llama la atención al paladar de los bebés y que dicho gusto incide en su relación con los alimentos salados en el futuro. Esto a primera vista puede que no te preocupe, pues al fin y al cabo, la sal y el dulce forman parte de la alimentación y de los sabores a los que estamos expuestos todos. Lo que debe preocuparte es que si la sal nos gusta desde que somos bebés, entonces podríamos abusar de ella y esto, podría llevar a las complicaciones de salud que se presentan debido al consumo excesivo del sodio: la hipertensión y las otras enfermedades cardiovasculares.
Esta nueva investigación comprueba que darle a un bebé alimentos que contienen un alto contenido en carbohidratos o azúcares (galletas, cereales, pan) que además pueden contener sal (añadida) antes de los 6 meses de edad, hace que tengan una preferencia por la sal que perdura al menos hasta sus años de pre-escolar.
Los investigadores del Centro de los Sentidos Químicos Monell en Filadelfia, Estados Unidos, analizaron el comportamiento respecto a la sal en 61 bebés cuando tenían dos meses de nacidos: encontraron que eran indiferentes a los líquidos salados o que los rechazaban y preferían el agua. Pero a los 6 meses de edad, 26 bebés a los cuales se les presentaron alimentos con carbohidratos (azúcares), ellos prefirieron líquidos salados en lugar de agua. En cambio, los 61 bebés que no habían probado la sal, rechazaron los líquidos salados o eran indiferentes. Cuando llegaron a la edad escolar, los niños expuestos a la sal tendían a comer sal sola o a chupar la sal de los alimentos.
Una vez que tu bebé adquiere el gusto por la sal en cantidades elevadas, va a ser difícil que disfrute los alimentos que sean menos salados y continuará sucediendo a medida que crezca. Y por supuesto, esto lo llevará a abusar del sodio (sal) y a tener problemas de salud relacionados con su consumo.
Por eso, ten presente que los primeros meses de vida son claves para ‘educar’ el paladar de tu bebé y para sentar las bases para una alimentación sana que le beneficiará el resto de su vida. Este estudio deja ver que el sentido del gusto en los chiquitines es bastante maleable, y por eso, debes aprovechar para moldearlo de la mejor manera.
Según la guía dietética para los estadounidenses publicada en el 2010, se recomienda limitar el consumo de sodio (sal) a menos de 2,300 miligramos al día o a 1,500 miligramos en el caso de las personas mayores, de raza negra o con presión arterial alta, diabetes y problemas renales. ¿Cuánto es 2,300 miligramos de sal al día? Para que te des una idea, sólo una cucharadita de sal, contiene ¡2,325 miligramos!
De nuevo te recalco: si tienes un bebé, elige los primeros alimentos que le das con precaución para evitarle problemas de salud en el futuro. ¡Es el mejor regalo que le puedes dar!
Imágen © iStockphoto.com / Frans Rombout
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