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El juego de las estadísticas que relacionan el tabaco, la diabetes, los niveles altos de colesterol y la presión arterial, podrían jugarte una mala pasada, sobre todo si eres hombre: cada uno de estos factores aumentan el riesgo de desarrollar enfermedad arterial periférica (EAP).

Una buena circulación es esencial para una vida saludable.  Después de todo, la sangre es la encargada de llevar el oxígeno a los órganos de todo el cuerpo.  Si eres hombre y sientes dolor, cansancio, o calambres en las piernas, presta atención, porque estos síntomas pueden estar relacionados con la enfermedad arterial periférica (o enfermedad vascular periférica). Esto se refiere a las arterias que se encuentran fuera de la zona del corazón o del cerebro. La enfermedad arterial periférica (EAP) es más común si fumas, si eres diabético, si tienes hipertensión o si tienes el colesterol alto.

No le restes importancia ni dejes el asunto para mañana. La EAP, que afecta a entre 8 y 10 millones de personas en los Estados Unidos y muchos millones más en el resto del mundo, significa que como tus arterias se van estrechando más y más a causa de la acumulación de placa (aterosclerosis), corres peligro de sufrir un bloqueo en una de las arterias. Por cierto que las personas que padecen de EAP tienden además a tener mayor riesgo de tener ateroesclerosis en las arterias del corazón y del cerebro por lo cual están en mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco y/o un accidente cerebrovascular (ACV) también.

En un estudio reciente, realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en Boston, se analizó a unos 45,000 hombres estadounidenses a quienes se les siguió durante más de dos décadas. En ese período, se diagnosticaron 537 casos de enfermedad arterial periférica (EAP), y se concluyó que cada uno de los cuatro principales factores de riesgo (niveles altos de colesterol, fumar, diabetes e hipertensión) estaban estrechamente asociados al desarrollo de la condición.

 

El 96 por ciento de los hombres que desarrollaron enfermedad arterial periférica (EAP) tenían al menos uno de los cuatro factores de riesgo. Estos factores también están asociados a enfermedades cardíacas, pero su relación con la EAP es todavía más directa. Es más, el riesgo de desarrollar EAP aumenta mientras más tiempo haya sufrido el hombre de diabetes tipo 2 o de niveles altos de colesterol. En cuanto al tabaquismo, uno de los hallazgos del estudio es el efecto a largo plazo del hábito de fumar sobre la incidencia de la EAP, incluso hasta 20 años después de dejar de fumar.  Sin embargo, los investigadores insisten en alentar a los fumadores a que dejen el hábito pues el riesgo entre los fumadores activos de padecer EAP parece ser tres veces mayor que en los ex fumadores.

Lo que debes saber sobre la Enfermedad Arterial Periférica

La Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) define la EAP como un estrechamiento de las arterias periféricas, con mayor frecuencia en las arterias de la pelvis y las piernas, provocada por la acumulación gradual de placa dentro de las arterias (aterosclerosis), aunque puede tener otras causas como coágulos sanguíneos o embolismos, enfermedad cardíaca congénita (de nacimiento) o la inflamación de los vasos sanguíneos (vasculitis.)

Los síntomas más comunes de la EAP son calambres, dolor o cansancio en los músculos de las piernas o en la pelvis mientras se está en movimiento (cuando se camina o se hace ejercicio). Por lo general, los síntomas desaparecen durante el descanso y vuelven una vez que la persona comienza a caminar, a subir escaleras, o cuando hace otro tipo de esfuerzo. Desafortunadamente, muchas personas no les dan importancia a los síntomas y los achacan a otras causas, arriesgando seriamente su vida y su salud, ya que la EAP, como mencionamos, incrementa el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un accidente vascular. Si se le permite avanzar sin tratamiento, puede incluso llevar a la gangrena y a la amputación de un miembro.

Además de los cuatro factores de riesgo principales (niveles altos de colesterol, fumar, diabetes e hipertensión), existen otros que podrían aumentar aún más el riesgo de padecer la enfermedad arterial periférica (EAP), son los siguientes:

  • Tener más de 50 años de edad
  • Tener el nivel de la homocisteína elevado en la sangre (la homocisteína se produce de la descomposición del aminoácido metionina en el cuerpo). Esto puede acelerar la aterosclerosis
  • Ser del sexo masculino
  • Tener antecedentes familiares de EAP
  • Tener enfermedad de las arterias coronarias (del corazón)
  • Haber sufrido un accidente cerebrovascular

Si tienes algunos de estos factores de riesgo, tienes que estar alerta ante la presencia de cualquiera de estos síntomas:

  • Dolor, fatiga, opresión, debilidad, calambres u hormigueo en las piernas producidos por la actividad física y que desaparecen al estar en reposo (cuando la enfermedad es leve)
  • Adormecimiento y dolor en las piernas o en los pies en reposo (cuando la enfermedad es más grave)
  • Tener las manos, las piernas o los pies fríos
  • Caída del vello en las piernas o los pies
  • Color pálido o azulado en las piernas
  • Pulso débil o ausencia de pulso en la pierna
  • Llagas, úlcera o infección en los pies y/o en las piernas que se curan lentamente
  • Disfunción eréctil
  • Inflamación de las extremidades inferiores
  • Atrofia muscular

Es importante que hables con tu médico para que te recomiende el tratamiento adecuado para tu caso particular.  En caso de que la obstrucción de las arterias no sea seria, tu médico podría recomendarte una dieta y ejercicios (si estás en sobrepeso es importante que pierdas peso), te asesorará para que controles tu diabetes, así como medicamentos para controlar tu presión arterial. Y desde luego, si fumas, te dirá lo importante que es que dejes de fumar. Si es necesario, pídele ayuda.

Si alguna arteria está muy obstruida (tapada) y es la causa de tu dolor y/o los otros síntomas, podría ser necesario realizar algún procedimiento después de determinar el grado de obstrucción.  Por ejemplo, una angioplastía con balón quizá con la colocación de un stent. O podría recomendarte un “bypass” vascular periférico, que consiste en derivar el flujo sanguíneo alrededor de uno o más vasos sanguíneos estrechados. Para el “bypass” después de hacer una incisión en el brazo, la pierna o la región inferior del abdomen, el cirujano sutura (cose) al vaso que está obstruido (tapado) un tubo hecho de un material sintético o una sección de alguna de tus venas (o “injerto”) de manera que se comuniquen los puntos que se encuentran por encima y por debajo de la obstrucción como un puente. Esto permite que la sangre fluya alrededor de la obstrucción (“bypass”) y permita que circule la sangre.

Lo ideal es tomar las medidas necesarias desde ahora para evitar que te tengan que hacer procedimientos mayores. Si fumas, nunca es demasiado tarde para dejar de hacerlo. Y si tienes diabetes, o padeces de hipertensión o de colesterol alto, es vital tratar de controlar estos factores. Si te propones cuidar de tus hábitos alimenticios y aumentas la actividad física en tu rutina diaria, estarás dando un gran paso hacia mejorar tu circulación y tu salud. Ya lo dice el refrán: es mejor es prevenir que curar.

Imágen © iStockphoto.com / Liv Friis-Larsen

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