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  • La mayoría de las maculopatías están asociadas con la edad, por lo que es importante realizar revisiones periódicas a partir de los 40 años que permitan un diagnóstico precoz
  • El tabaquismo, la tensión arterial alta o la dieta son también factores que pueden llegar a aumentar el riesgo de sufrir una maculopatía
  • La degeneración macular asociada a la edad es la principal maculopatía y en los Estados Unidos se calcula que hasta 20 millones de personas pueden padecerla

Cuando hablamos de maculopatías hacemos referencia a una serie de enfermedades que afectan a la vista, que normalmente son progresivas y en las que se producen daño en la mácula, una pequeña área especializada, de unos 5 o 6 mm de anchura nada más y que se encuentra en la parte central de la retina, que es la capa sensible a la luz en la parte posterior del ojo. La mácula es la responsable de la visión central aguda, necesaria para actividades como leer, reconocer rostros, ver detalles finos y realizar tareas que requieren enfoque preciso.

Al producirse hay un daño en la mácula de unos 5 o 6 mm de anchura nada más, se ve afectado el campo de visión, por lo general en la zona central, con una mancha negra central o una visión muy borrosa. Hablamos entonces de maculopatía, una enfermedad que suele ser adquirida. Al haber una serie de factores de riesgo y algunos no poder controlarse, los casos de maculopatía bilateral –es decir, que se produce en los dos ojos al mismo tiempo– terminan siendo lo habitual, a pesar de que el problema suele comenzar afectando sólo a un ojo.

La células de la mácula son unas de las más especializadas de todo el cuerpo, siendo un tipo de neuronas que transforman las señales de la luz en impulsos eléctricos que luego interpreta el cerebro para formas las imágenes. Tenemos entre 6 y 7 millones de conos y, si se destruyen, no pueden volver a regenerarse. “Es clave poner freno a aquellas enfermedades oculares que afectan a la mácula, entre las cuales la más conocida es la degeneración macular asociada a la edad o DMAE, y que, por tanto, pueden repercutir muy severamente en la visión”, explica la Dra. Anniken Burés, experta en retina del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) de Barcelona, en España.

Aproximadamente 20 millones de personas en los Estados Unidos tienen DMAE y cerca de 1,5 millones padecen una forma avanzada de esta enfermedad. Un estudio que se publicó en la revista JAMA Opthalmology establecía que en los Estados Unidos las personas de 50 años o más tenían una prevalencia de esta patología estimada entre el 9,9 % y el 19,5 % para sus estadios tempranos y entre el 1,1 % y el 3,9 % para estadios más avanzados.

Tipos de maculopatías

Las maculopatías pueden producirse por diferentes factores y esto hace que al final existan cuatro grandes tipos:

  • Maculopatía relacionada con la edad. También conocida como degeneración macular, se produce cuando el envejecimiento afecta a la mácula. Este tipo puede avanzar lentamente en algunas personas, por lo que con un correcto monitoreo se podrá detectar tempranamente; pero también puede producirse de manera muy rápida. Existen dos tipos de maculopatía relacionada con la edad: 
    • Maculopatía seca: Es el tipo de maculopatía relacionada con la edad más recurrente y su causa se encuentra en la proliferación de drusas. Estas son unos depósitos amarillentos que deterioran la anatomía de la mácula volviéndola cada vez más fina. La afección progresa con el aumento en cantidad y tamaño de drusas en la retina, lo cual provoca un daño cada vez mayor en la visión central. 
    • Maculopatía húmeda o hemorrágica: Se presenta en casos menos frecuentes que la maculopatía seca. Sin embargo, puede desencadenarse como consecuencia de cualquiera de sus etapas. Asimismo, debe tenerse en cuenta que esta afección presenta siempre casos más avanzados de daño visual. Su origen se encuentra en la aparición de vasos sanguíneos anormales en la mácula, lo que produce edemas, extravasación de líquidos, y en casos más desarrollados, hemorragias. 
  • Maculopatía miópica. La maculopatía miópica es causada por un crecimiento anormal del glóbulo ocular (miopía magna). En algunos casos este alargamiento desproporcionado puede desgarrar la mácula, volviéndose visible en el sangrado bajo la retina. Los pacientes que sufren esta enfermedad poseen una visión borrosa de los objetos lejanos e imprecisa de su campo cercano. 
  • Maculopatía diabética. Es una consecuencia de la enfermedad degenerativa conocida como diabetes mellitus. Esta enfermedad provoca que el organismo humano no pueda controlar las cantidades excesivas de glucemia – o concentración de “azúcar”- en la sangre. En la visión, la abundancia de glucemia causa una afección conocida como retinopatía diabética, condición que puede deteriorar el flujo sanguíneo o engrosar el tejido de la mácula. En algunos casos, incluso llega a evolucionar en un edema macular diabético. 
  • Maculopatía por estrés. El estrés es un poderoso causante de afecciones a la salud. El estrés crónico puede provocar coroidopatía serosa central, enfermedad conocida como la enfermedad del ejecutivo, la cual produce una inflamación benigna de la mácula. Los portadores de esta enfermedad sufren de una visión borrosa, y en algunos casos, pérdidas temporales y repentinas de la visión. 

En el siguiente artículo hablaremos sobre los síntomas, los factores y qué se puede hacer  para ponerle freno a esta condición.

 

Por Miguel Ramudo
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