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  • Aunque los primeros síntomas de este trastorno se presentan al final del segundo año de vida, en muchos casos no es hasta que el niño acude a la escuela, sobre los tres años, que empieza a verse su dificultad para relacionarse.
  • No existe un único tipo de síndrome de Asperger, cada persona es única, y por eso es necesario hacer un tratamiento individualizado.
  • Actualmente se desconocen las causas de este trastorno, y los expertos consideran que puede ser una combinación de factores genéticos y ambientales.

El síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo que forma parte del espectro autista. El cerebro de estas personas funciona de manera diferente a la habitual, especialmente en la comunicación e interacción social y en la adaptación flexible a las demandas diarias. Comparte las características principales del autismo: estas personas tienen dificultades en la comunicación social y en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento. Sin embargo, poseen un lenguaje fluido y una capacidad intelectual media e incluso superior a la media de la población, una cuestión que a veces dificulta su diagnóstico.

La incidencia del síndrome de Asperger no está bien establecida, pero los expertos en estudios poblacionales estiman de manera conservadora que de dos a seis de cada 1.000 niños tienen el trastorno y que 2 de cada 10.000 niños con trastornos del espectro autista tienen síndrome de Asperger. Según una encuesta del Centro de Prevención y Control de Enfermedades, uno de cada 50 niños en edad escolar en EE. UU. presenta autismo o un trastorno del desarrollo no específico.

Aunque la categoría diagnóstica específica ha desaparecido de los sistemas de clasificación internacionales de salud y trastornos mentales, se mantiene la denominación social de “síndrome de Asperger” por una cuestión identitaria y por el sentimiento de pertenencia que pueden presentar las personas que recibieron dicho diagnóstico. “Aunque inicialmente el síndrome de Asperger figuraba en una categoría diferente al autismo, con el paso de los años se fue comprobando que las diferencias entre ambos no iban más allá del lenguaje y la inteligencia. Eran casi lo mismo y compartían dificultades importantes, así que en los nuevos sistemas de clasificación se incluyó dentro de los trastornos del espectro autista”, explica el Dr. Ricardo Canal, catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico en la Universidad de Salamanca, en España.

En la actualidad, el síndrome de Asperger se define como trastorno del espectro del autismo cuando no va acompañado de discapacidad intelectual ni de dificultades significativas de lenguaje en sus aspectos formales. “Pero al final todo esto no dejan de ser categorías que se quedan en el papel y cada persona con autismo o Asperger es diferente”, añade el experto.

¿Cuándo se presenta el síndrome de Asperger?

El síndrome de Asperger es un trastorno que es posible identificar en los primeros compases de la vida de las personas. Tanto es así que entre los 12 y los 18 meses, en las primeras etapas del desarrollo, ya es posible diagnosticarlo. Aunque muchos niños no muestran síntomas hasta el segundo año de vida, más concretamente al final de este. “Lo que pasa es que a veces los pares no son conscientes de los signos tempranos, como son las dificultades en el contacto visual, no responder cuando le llaman por su nombre, problemas para el juego, para imitar. Tienen dificultades muy grandes para utilizar gestos o muestran solo cosas que les llaman la atención. Las familias no se dan cuenta hasta que el niño comienza a hablar de forma atípica”, añade el Dr. Canal.

Y es que a veces el hecho de que estos niños puedan hablar bien e incluso decir palabras raras que aprenden en televisión hacen que los signos tempranos pasen más desapercibidos. “Los padres no lo saben hasta que llega el momento de ir a la escuela y son los maestros quienes perciben que se comunica mal y no entiende al resto de compañeros. Así que, si bien los primeros signos pueden manifestarse en el segundo año, en muchos casos no se identifican hasta que la persona está por encima de los tres años, retrasando el diagnóstico”.

El cerebro es enormemente flexible. Se dice que es plástico en el sentido de que se adapta, de que progresa. Las personas adquirimos habilidades como el lenguaje, el juego o la socialización en un marco de crianza. “Este período, en nuestra especie, es el más largo de todos los seres vivos y se prolonga más allá de los tres años. Ese marco es necesario porque se crea una enorme vinculación afectiva, nuestros padres nos enseñan a jugar, a cooperar, a competir o los símbolos, y durante ese tiempo, el cerebro se va construyendo, porque al nacer todavía no se ha terminado, sino que se va configurando con la interacción que cada individuo tiene con el entorno” sigue explicando el Dr. Canal.

Precisamente en esa etapa, los bebés que van a desarrollar autismo no logran tener éxito. Es decir, la transmisión de ese conjunto de recursos no ha ido bien entre padres y niños. “Cuando lo saben, las familias piensan y se preguntan si han hecho algo mal. Nada de eso. Es el desarrollo de ese cerebro el que ha tenido algún fallo que afectó a las pautas de interacción. Ahí es cuando aparecen los síntomas” sigue el experto.

En el siguiente artículo continuaremos hablando del síndrome de Asperger, los rasgos que identifican a las personas, los tratamientos y más.

 

Por Miguel Ramudo
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