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Aunque pueda ser una de las actividades más placenteras y saludables, no todas las personas la pasan bien a la hora del sexo. Algunas, incluso, llegan hasta a rechazar la idea de entrar en contacto íntimo con alguien. Descubre de qué se trata la aversión al sexo y qué puedes hacer para controlarla.

De repente Pamela ya no aguantó más y les confesó a sus amigas que aunque quería encontrar al amor de su vida, no podía imaginar el hecho de tener intimidad con alguien. La idea la angustiaba, le daba rechazo pensar en la penetración, en que la toquen o tener que tocar a alguien.

Sus amigas se quedaron boquiabiertas de la sorpresa, nunca hubieran sospechado la situación de Pamela.  Sin embargo, lo que a ella le ocurre tiene un nombre, una causa y un tratamiento. Se denomina aversión al sexo o deseo sexual inhibido, y no sólo puede ocurrirles a las mujeres, sino también a los hombres.

Ni más ni menos, la aversión al sexo no sólo implica la falta de deseo sexual sino también, en los casos más extremos, su rechazo total. Esto puede ocurrirle a las personas sin experiencia, como Pamela, o a quienes alguna vez han disfrutado una sexualidad sana, pero por algún motivo han perdido el interés.

Las causas de esta condición pueden ser variadas. En general se trata de situaciones emocionales e ideas irracionales que la persona ha desarrollado a lo largo de su vida, durante su crianza o luego de haber tenido alguna experiencia sexual traumática o de haber sido víctima de abuso o violencia sexual.

Algunas condiciones psicológicas, como la depresión y el estrés excesivo, pueden disminuir el interés sexual. En algunas parejas, el deseo sexual inhibido no es más que una desconexión con el o la compañera y se debe más bien a problemas de comunicación, falta de afecto, discusiones y la falta de tiempo para que la pareja pueda estar a solas y mantener una buena intimidad emocional.

Las causas de la aversión al sexo también pueden estar vinculadas a problemas de disfunción sexual, ya sean en el hombre -como dificultad para lograr o mantener la erección o para retener la eyaculación- o en la mujer -como dolor durante la penetración o problemas para llegar al orgasmo.

Además, en el caso de los varones, también puede ocurrir debido a un problema hormonal denominado hipogonadismo, que se produce cuando el hombre tiene un nivel de testosterona bajo (que es la hormona masculina responsable, entre otras cosas, de originar el deseo sexual, tanto en los hombres como en las mujeres. Por eso, los cambios hormonales en ambos miembros de la pareja pueden afectar al deseo sexual).

A veces la falta de deseo sexual se asocia con enfermedades (como la diabetes, la esclerosis múltiple o el cáncer) o con algún medicamento que la persona esté tomando para tratar algún otro aspecto de la salud, como ocurre con algunos antidepresivos que pueden afectar el deseo sexual.

Lo bueno es que siempre puedes hacer algo para recuperar tu deseo sexual. Se considera que a la hora de buscar una solución a este problema las mujeres tienen menos vergüenza de hablar de sus problemas en la intimidad, sobre todo luego de la menopausia. Pero es importante que ambos busquen ayuda.

Lo primero que se necesita es tratar de determinar el origen del problema. Muchas veces es suficiente con cambiar de medicamentos. Otras veces, de mejorar el diálogo en la pareja y el buscar más espacios de intimidad puede ser de ayuda, así como buscar asesoramiento psicológico o de un terapista especializado en sexualidad. En todos los casos, es importante hablar del tema y mantener una comunicación abierta y adulta, ya sea con el o la compañera como con el profesional que los atienda, sin vergüenza y con honestidad.

 

Imagen © iStock / alexey rumyantsev

Actualización de un artículo originalmente publicado en el 2013.

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