En el día de acción de gracias o Thanksgiving paramos nuestra ajetreada agenda para pasar un enriquecedor día con toda nuestra familia. Ese momento está cargado de gratitud y aprecio no solo hacia nuestra familia, también hacía nuestro viaje personal y lo que hemos podido obtener en la vida. Ahora, en general, también tendemos a vernos muy positivos y ocultar las partes difíciles de nuestra vida; detrás de las risas y el rico festín puede que se oculte una falsa positividad, que para muchos se considere que nos intoxica.
¿Positividad y toxicidad?
Las redes sociales, la televisión nos hacen sentir que nunca podemos estar tristes o que debemos aparentar que todo está bien. Eso nos presiona a buscar contantemente una positividad que nos engaña a nosotros, a los demás y puede que por dentro nos haga sentir que debemos ocultar lo que nos sucede. A eso se le ha definido como positividad tóxica.
Susan Cain, autora del libro “Agridulce, la fuerza de la melancolía en un mundo que rehúye de la tristeza” señalaba que nuestra cultura actual nos presiona a que bajo ningún aspecto debemos decir la verdad de los altos y bajos que significa estar vivo; el mensaje es que eso, para la cultura, haría sentir a los demás que eres un fracaso o que simplemente te juzgarán.
El dilema en el día de acción de gracias
Definitivamente tener una visión positiva de la vida es vital y beneficioso para poder navegar las dificultades de la vida, especialmente si se trabaja en la familia nuclear, pero esta se transforma en tóxica cuando la utilizamos para ocultar emociones y sentimientos genuinos.
Entonces claro, en el día de acción de gracias, donde el énfasis está puesto en la gratitud y el estar todos juntos, es posible que se sienta una presión por aplicar esta positividad tóxica. Lo cual se puede acrecentar si estamos rodeados de personas que nos quieren mucho y desean lo mejor para nuestras vidas, lo que nos fuerza, en algunas personas, a crear una fachada de celebración que imposibilite mostrar los problemas que tenemos y que los demás tampoco se den cuenta.
Esto puede tener muchos efectos en nuestra salud mental:
Aprovechar el tiempo para conversaciones auténticas
La idea no es ser lúgubre o no sentir el calor de la festividad, al contrario. Para el psicólogo experto en terapia del comportamiento cognitivo, Dr. Graham Reynolds, de la Asociación Americana de Ansiedad y Depresión, la clave está en “hacer espacio para pensamientos, sentimientos que pueden ser poco placenteros en las conversaciones; dejar que el otro pueda contar las cosas no para sentirse mejor, sino para sentirse escuchado y entendido. Si le dices a otro, deberías, o debes hacer tal, entonces estás forzando a que el otro mienta en sus sentimientos”.
La idea en el día de acción de gracia sería permitir que los demás nos cuenten lo que realmente les suceden:
Entonces, esta acción de gracia seamos generosos y pongámonos en el lugar del otro. Es clave apoyarnos como familia, creando un ambiente donde podamos ser nosotros mismos y sentir que podemos apoyarnos y sortear las dificultades entre todos. Eso nos traerá solo beneficios, especialmente porque los más pequeños podrán ver que todos podemos fallar, y que todos juntos podremos persistir y empatizar.
¡Y cuidado con ese horno para que no se queme la comida!
Por Carlos Diego Ibáñez
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