Imagínese vivir con el miedo constante de que en cualquier momento podría verse afectado con un dolor tan severo que quisiera morir. Peor aún, sería el no saber la causa del dolor o cuándo atacaría.
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Por siete años, así fue la vida de Flocerfida Webb. El enfrentar un dolor en el lado derecho de su cara le hacía imposible llevar a cabo las tareas simples como comer, beber e incluso reírse. Pero tan importante como la alteración de su vida era la incertidumbre de cuándo el dolor le atacaría de nuevo.
“Era como un choque eléctrico y dolía tanto que quería gritar, pero no podía”, recuerda Webb, de Fernandina Beach, Florida. “Tenía miedo de hacer cualquier cosa porque el dolor podría desencadenarse en cualquier momento. No importaba lo que estuviera haciendo”. Cualquier cosa tan suave como la brisa en su cara o el darle un beso de buenas noches a su marido podía desencadenar el dolor, que comenzaba en su labio superior y se disparaba a su lado derecho.
Para una mujer que amaba bailar, andar en bicicleta y nadar, la vida se había convertido en un desafío constante. Su trabajo se transformó en algo tremendamente difícil también., debido a que el hablar por teléfono podría marcar el inicio del dolor.
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En el transcurso de los años, Webb visitó doctor tras doctor. Un dentista pensó que el dolor era provocado por un trastorno de la articulación temporomandibular (TMJ), lo que causa dolor y sensibilidad en la zona donde la mandíbula inferior se encuentra con el cráneo. Finalmente, una amiga le sugirió la Clínica Mayo y le aconsejó que llamara. Después de una consulta con el Dr. William Cheshire, un neurólogo del campus en Jacksonville, Florida, Webb tuvo su respuesta: sufría de neuralgia del trigémino.
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Los ataques se desencadenan fácilmente
La neuralgia del trigémino es un desorden del sistema nervioso central que afecta el nervio trigémino, que es el responsable de retransmitir la información sensorial en la cara y controlar los músculos de masticación. La neuralgia del trigémino causa punzadas de dolor intenso en la cara. Los ataques pueden ser provocados por casi cualquier cosa que toca la cara o que involucra el movimiento de la boca, dice el Dr. Cheshire.
“Incluso un estimulo suave en la cara, como el cepillarse los dientes o ponerse maquillaje, puede provocar un dolor atormentador”, explica.
La neuralgia del trigémino afecta a aproximadamente cinco de cada 100.000 personas y es más común en las personas de más de 50 años de edad. Las mujeres tienen un riesgo ligeramente mayor que los hombres en desarrollar el problema. El dolor señala una perturbación en la función normal del nervio del trigémino. Mientras la causa no siempre se conoce, en muchos casos el dolor se relaciona a un vaso sanguíneo cerca de la base del cerebro que presiona el nervio del trigémino. Con menor frecuencia, un tumor puede comprimir el nervio trigémino.
Para muchos pacientes, el dolor puede escapar un diagnóstico exacto durante años. “No es inusual para los pacientes ver a un dentista antes que a un neurólogo porque el dolor pareciera venir desde un diente”, explica el Dr. Cheshire.
Y, dado a que la neuralgia del trigémino tiende a desaparecer por un tiempo y después regresar repentinamente, “muchos pacientes viven con miedo de que el dolor pueda atacar nuevamente sin aviso”, dice el Dr. Cheshire. La neuralgia del trigémino también progresa con el tiempo. Los pacientes pueden inicialmente experimentar ataques cortos y leves, que pueden convertirse en ataques más frecuentes de dolor agudo.
Mientras volaba a visitar a su familia en las Filipinas, Webb tuvo un ataque que le duró 35 minutos. “Parecían horas. En una escala de dolor del uno a 10, éste era de 20. Pensé que mi vida se había acabado. No quería seguir vivierndo”, dice ella.
Los medicamentos no siempre son la solución
Webb estaba contenta de finalmente tener un diagnóstico y comenzó con mucho entusiasmo un régimen de medicación para ayudar a limitar los ataques y manejar el dolor. Pero el tratamiento comenzó a afectar su hígado.
“En casos raros la medicación puede causar supresión de médula ósea, sodio bajo, reacciones alérgicas o, como en el caso de Fida, daño de hígado”, dice el Dr. Cheshire.
“Estaba nerviosa acerca de qué otra cosa se podía hacer porque no quería vivir mi vida con esa clase de dolor”, dice Webb.
La cirugía para pacientes con neuralgia del trigémino se encuentra disponible hace tiempo, pero normalmente es un procedimiento abierto y complejo. Llamada descompresión microvascular (MVD) del nervio del trigémino, la cirugía requiere que se realice una apdertura en la espalda del cráneo para permitir al cirujano acceder al nervio. Pero hay otras alternativas.
El Dr. Cheshire invitó a Webb a consultar a su colega, el Dr. Ronald Reimer, un neurocirujano. Juntos compartieron información acerca de un procedimiento mínimamente invasivo conocido como compresión con globo percutáneo. “Este es un procedimiento breve y muy específico. Bloquea las sensaciones de dolor a través del nervio trigémino y genera excelentes resultados”, dice el Dr. Reimer.
Con los pacientes bajo anestesia general, los médicos insertan una aguja pequeña a través de la mejilla a la base del cráneo donde se encuentra el nervio trigémino. Un catéter fino y flexible es adosado a un globo y luego se desliza por la aguja.
“El balón es inflado temporalmente a una presión específica, luego es desinflado y removido. Este resultado bloquea la sensación de dolor”, dice el Dr. Reimer. Los pacientes pueden tener un poco de entumecimiento luego del procedimiento. La Clínica Mayo de Florida ha realizado más de 200 procedimientos de compresión por globo.
Aunque estaba nerviosa por la cirugía, Webb estaba lista. Se sometió al procedimiento ambulatorio de media hora. El alivio del dolor fue inmediato, y estuvo lista para volver a su activo estilo de vida. “La cirugía fue un éxito. Tuve un poco de entumecimiento por un tiempo corto, pero puedo reírme y sonreír y hacer cosas que antes no podía”, dice Webb. Encontró placer en pequeñas cosas, como refregarse la cara la mañana después de la cirugía sin preocuparse por el dolor. “Estoy tan agradecida con la Clínica Mayo por haberme devuelto la vida”, dice ella.
Actualmente, Webb va al gimnasio cinco veces a la semana y corre tres millas diariamente. Y este otoño completará sus clases de conducir para obtener su licencia para manejar motocicleta.
Está buscando que el viento sople contra su cara — sin sentir ningún dolor.
Para más información acerca de enfermedades neurológicas y los tratamientos disponibles en la Clínica Mayo en Jacksonville, Florida, llamar al departamento de Servicios Internacionales al teléfono (904) 953-7000 o enviar un e-mail a intl.mcj@mayo.edu
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